Joseph Pride

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  Primero comenzó por dolerle el pecho. Una fuerte punzada que se extendió por más de diez minutos los cuales parecieron ser una eternidad hizo a Javier sacudirse y gritar desaforadamente hasta que esa sensación pasó para que luego el dolor se extendiera a cada músculo de su ser. Sus manos comenzaron a cambiar, su rostro, su voz. Pronto la figura de Javier se vio reemplazada por otra muy diferente la de un humano. Un odio muy fuerte estallaba dentro del pecho del muchacho y lo obligaba a avanzar hacia el poblado más cercano con la intención acecinar a todo ser que se atravesara en su camino. Sentía la necesidad de demostrar al mundo cuán poderoso podría llegar a ser pero su anhelo de paz fue más fuerte y logró controlarse poco antes de llegar a ver la ciudad. Sus sentidos se agudizaban, su olfato, sus oídos, su visión...Poco apoco dejó de ver los colores para solo apreciar luces y sombras más eso solo logró enojarlo más. Todo motivo por más pequeño que fuera desencadenaba la apertura de canales de ira acumulada durante toda la vida del joven. Javier tuvo que evitar a toda costa el pensar en Gabriela y la manera cruel en que lo había tratado a fin de no perder la conciencia y comenzar una masacre en el pueblo donde vivía Hamber. Tuvo miedo y lo expresó con violencia. Sintió rencor, sintió abatimiento y pánico. Temía que nadie lo pudiera ayudar, se sentía idiota por estar atrapado en esta nueva condición.

  Pronto comenzó a correr sin rumbo alguno mientras la luna reflejaba hermosos rayos color plata sobre su piel. No había llegado a convertirse en el lobo completo sino en esa deformación humanoide a la cual se había enfrentado la noche que mordieron a Gabriela y por eso corría aún más riesgo.

  De un momento a otro la desesperación lo volvió paranoico y a fin de no perder la poca de cordura que le quedaba buscó refugio en una pequeña cueva cavada en la tierra por algún animal. Tuvo que arañar las paredes para poder agrandarla lo suficiente como para entrar. Dentro de la cueva la luz no alcanzaba su piel y todo era oscuridad, de manera que el dolor volvió solo para llevarse la forma monstruosa del semi lobo en que se había convertido y poder volver a sentirse un humano otra vez, aunque ni siquiera él mismo lo pudiera ver.

  Su mente estaba fuera de control, intentaba buscar motivos para no enojarse pero el dolor que lo abrumaba generaba que su ira estallase violentamente y lo hiciera sentir desesperado por estrellar sus puños contra algo que cediera y crujiera como cajones viejos o el esqueleto de algún humano. Javier temió perder el control nuevamente de manera que no se atrevió a salir de su escondite.  Pasaron los minutos, los segundos, las horas...la noche se hizo día, pero nada cambió con eso. el joven permaneció ahí, encerrado, apartado de toda luz por varios días. No podía saber con seguridad cuánto tiempo había permanecido inmóvil porque no se atrevía a salir de su escondite y la única manera de permanecer quieto era quedarse dormido el mayor tiempo posible.

  Perdió conciencia del paso del tiempo, el hambre lo volvía loco, la cabeza se le agolpaba de pensamientos incoherentes de odio y desesperación, pero nada de todo esto lo hizo salir de su agujero. Javier preferiría morir allí antes que dar muerte a algún ser inocente de afuera. En parte era una responsabilidad humana de sus propios actos para con el medio que lo rodeaba, pero después de pensarlo mucho tiempo (tal vez días) Javier entendió que el motivo por el que no se atrevía a salir era en realidad para no faltar a la promesa que le había hecho a Hamber de no lastimar a ningún ser con su intento de obtención de un hombre lobo. De pronto todo este plan le parecía ridículo, ¿qué le diría a la doctora? "mira, no pude conseguirte un hombre lobo, así que me convertí en uno. ¿No es genial?..." No. Eso definitivamente no funcionaría. Tenía que buscar un plan para salir de esta situación, uno bueno pero su incapacidad para concentrarse en algo que no fuera el dolor y la ira volvía estéril cualquier intento de razonamiento. Ni todo el tiempo que permaneció en la cueva lo ayudaba a buscar una solución viable.

  Cuando el Hambre se hacía insoportable Javier intentaba salir. Buscaba una idea o algo que lo ayude a mantenerse coherente tras la incidencia de la luz del sol...Quizás el pensar en sus padres le daría la fuerza para dominarse, pero cada vez que se acercaba un poco a la entrada, junto con el dolor físico el dolor emocional le hacía olvidar todo lo bueno y nuevamente se desplomaba dentro de la cueva para escaparle a la dolorosa transformación. Intentó mas tarde pensar en Caleb o en alguien de su niñez pero nuevamente falló. El recuerdo de Hamber, con su forma de ser desinteresada y alegre lo ayudó un poco al menos a mantener la cordura mientras permanecía en la cueva pero nada era suficiente para garantizar una salida. Cualquier intento de dominar el estado lobo era inútil.

El circo de la luciérnagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora