Colmillos y sangre en el nuevo puerto

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El evento de la inauguración comenzó a desarrollarse desde temprano. La gente llegó de otros lugares lejanos llevados en camionetas y micros pagados por los políticos para brindar presencia a sus actos públicos. Llevaban banderas y estandartes (que no fabricaron) para festejar una fiesta (que no los alegraba). Fueron muchos los que por dinero se aventuraron sin saberlo a perder la vida en aquella tarde.

 El escenario estaba preparado. Esa noche los policías habían recibido un llamado anónimo informando de un tiroteo en las cercanías. Enviaron dos patrulleros al lugar pero al llegar no encontraron ni rastro de violencia en la cercanía, solo calles completamente libres de humanos. Pronto de las sombras comenzaron a salir decenas de lobos que se acercaban lenta y silenciosamente al patrullero. Ante  la ausencia de noticias de sus compañeros se decidió enviar más policías al lugar, pero los mismos sufrieron idéntico destino. Uno de los patrulleros regresó al fin, pero lo que salió de su interior no era humano. Luego, una patrulla llegó al cuartel de bomberos. Los puestos de gendarmería fueron los siguientes, aunque en esos lugares ya se había dado alarma, no obstante a eso la alerta no llegó a más. Más tarde cada puesto de seguridad privada fue infestado hasta que no quedara ninguna forma de defensas ni fuerza de seguridad que amenazara el plan de Alpha y Gabriela. No hubo muertos esa noche. Los lobos recién convertidos fueron golpeados y llevados dentro de grandes cajas oscuras con localizaciones estratégicas a diferentes puntos de lo que más tarde sería el evento de la inauguración. Los uniformes de cada cuartel fueron tomados por licántropos y obedeciendo las indicaciones de Gabriela se acomodaron en los lugares precisos y las preparaciones del evento comenzaron de la manera prevista.

Nada parecía fuera de lugar: La hora acordada, el lugar acordado, gente del circo de la luciérnaga de todo el planeta se había hecho presente usando betunes y pomadas de elaboración propia para ver el espectáculo. Había cajas con lobos descontrolados durmiendo en su interior, listos para despertar cuando la luz del sol los golpeara transformándolos en bestias desesperadas por clavar sus dientes en algo con sangre caliente, todas ellas posicionadas en medio de los asientos como si formaran parte de una escenografía macabra puesta apropósito a fin de aumentar el morbo de la situación. Pronto cada asiento y cada lugar disponible fue ocupado por una enorme multitud de gente que incluía obreros, profesionales, aplaudidores de los partidos políticos y un sin fin de emociones de las más diversas, todos ellos junto a casi treinta mil hombres lobo de todo el mundo, algunos disfrazados con uniformes de policías, gendarmería y vigilancia, otros con atuendos normales de entre casa o elegante. En medio de todo este tumulto Joseph pudo oler lobos verdaderos dando vueltas por todas partes: Había demasiados. El plan era muy peligroso pero debía efectuarse de todos modos. Javier, Sofía y Hamber estaban presentes disfrazados de vendedores con muestras gratis siguiendo las indicaciones del licántropo para acercarse a los lobos verdaderos e invitarles bocadillos que inhibían la transformación, preparados para reaccionar y huir por su vida en caso de que sea necesario.

El reloj marcó las cuatro y media y de un lujoso automóvil plateado con custodios especiales bajó el alcalde junto con el padre de Gabriela y la muchacha a su lado. Algo en el interior de Javier dio un salto al verla nuevamente bajo la luz del sol. El protocolo comenzó con normalidad, un orador hacía una breve mención a las personas relevantes que brindaban acto de presencia, todos aplaudían y sin grandes preámbulos el alcalde tomaba el micrófono para llenarse de elogios por el acontecimiento en cuestión. Todo parecía tranquilo y normal para quienes no poseían un olfato canino de su lado. El alcalde cortó la cinta y todos aplaudieron. En medio del barullo Javier pudo ver cómo unos hombres disparaban a las cámaras que filmaban los hechos destruyéndolas casi en simultáneo mientras un fuerte estallido hacía abrir las cajas donde estaban guardados los lobos recién convertidos. En ese instante otros lobos se rasguñaron los brazos corriendo el betún y las pomadas y se oyeron ruidos de transformaciones por todos lados mientras un olor a grasa quemada inundaba el ambiente con su pestilente aroma. El horror de la gente también se vio reflejado en sus gritos de desesperación y socorro generando un cambio de clima del festivo y pacifico de hace unos instantes al clima de pánico y caos que generaron los hombres lobo corriendo entre hombres a plena luz del día. Un barullo intenso ocasionó dolor en los oídos del muchacho pero solo duró segundos antes que el aullido profundo y melodioso de Joseph interrumpiera los preparativos de la masacre haciendo que pronto reinara el silencio. Los cinco hombres que habían sido manada de Joseph explotaron bombas de anestecia que dejaron a todos los lobos en un estado somnoliento y luego huyeron dejándole el resto del trabajo a Javier, Hamber y Sofía los cuales les aplicaron uno a uno las dosis para curar la licantropía que acababan de desarrollar. Javier pudo escuchar a Joseph luchando contra los lobos verdaderos que habían sido marcados y vio a lo lejos como los hombres de la jauría de Joseph abrían paso con sus bombas de antibióticos para que los humanos pudieran huir. Todo este espectáculo duró unos cuantos minutos en los cuales los chicos se dedicaron a vacunar a diestra y siniestra mientras Joseph los mantenía a salvo. Javier escuchó a Hamber pidiendo ayuda a las personas que se le acercaban y comprendió que era la única manera de terminar antes que el efecto de la anestesia terminara. Todo iba saliendo de acuerdo al plan pero de pronto una voz impregnada de ira alteró los nervios del joven al grito de

El circo de la luciérnagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora