Corre.

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Javier y Joseph estaban enfrentados mirándose en un clima tenso y amenazador. una gran pelota de fútbol permanecía inmóvil en medio de ellos y el muchacho sabía que ante el más pequeño gesto de su pata el lobo mayor no dudaría en avanzar primero y tomarla. Debía ser rápido. De pronto, un ladrido de Joseph asustó al joven y logró que diera paso a la oportunidad que el lobo gris había estado esperando. Así, con gran astucia, logró dominar el juego poniendo al muchacho en desventaja. Hamber los interrumpió.

- Tengo buenas noticias para darte: en el colegio dicen que Gabriela se reintegró a las clases hace más de un mes. Tal vez ella haya encontrado la cura antes que nosotros y ahora esté disfrutando su vida mientras tú juegas a la pelota como un perro. ¿Por qué no le haces una visita pronto? 

- Me temo que esa idea no podrá efectuarse, mi joven amigo. - Intervino Joseph usando la energía como modo de habla. Javier se sorprendió mucho al escuchar eso. - No creo que puedas controlarte frente a todas las emociones que te genere el estar ante a tu familia y amigos nuevamente. Basta con ver cómo te has puesto al escuchar a la doctora Hamber decir que sería posible ese reencuentro. Lo lamento, pero no permitiré que te pongas en peligro a ti ni a toda esa gente.

El muchacho se quedó perplejo frente a ese comentario, de su interior surgió un gruñido profundo que sobresaltó a Hamber quien al no poder escuchar el idioma de los animales estaba acariciando tranquilamente a Joseph detrás de las orejas.

- No puedes prohibirme que los vea de nuevo, ya bastante tiempo esperé para esto y no creo que realmente haya peligro.

- Javier, tú mismo puedes notar como te afecta todo este asunto. Yo optaría por averiguar bien cuál es la situación real puesto que ella estuvo en contacto con otros hombres lobo peligrosos. Podrían estar tramando algo.

Los lobos compartieron una mirada furiosa que Solo ellos podían comprender. En ese momento Sofía ingresó a la habitación y al sentir el clima tenso se frenó en la puerta y buscó inútilmente la mirada de Javier, puesta ahora en los ojos amarillos de Joseph. Ambos parecían querer destrozarse.

- Basta Javier. Lo lamento, pero tendrás que esperar más tiempo

El joven sabía que ver de nuevo a Gabriela hubiera sido suficiente motivo para perder el control en tiempos anteriores, pero en estos últimos meses trabajó su auto control de tal manera que confiaba poder mantenerse cuerdo y compartir una conversación que vaciara de dudas. Ambos sabían que no podía ir como humano porque lo reconocerían y su madre se enteraría de manera que su mentira quedaría desprovista de todo argumento y quizás debería huir cesando así con las investigaciones, sin mencionar que el betún especial podría ser removido fácilmente por cualquier lágrima, cualquier beso o cualquier abrazo que el muchacho recibiera aumentando drásticamente las probabilidades de una transformación espontánea.

Viéndose superado y queriendo evitar cualquier confrontación con su mentor, el muchacho cedió no sin antes dejar ver un gesto de profunda amargura en sus caninos gestos mientras se retiraba de la habitación con paso alborotado. Sofía salió tras Javier para consolarlo y tuvo que apurar el paso para lograr alcanzarlo. El chico solía enojarse con facilidad pero ella sabía contenerlo.

La muchacha le propuso salir a andar en bicicleta por las afueras de la ciudad, pero Javier prefirió acompañarla caminando usando el betún para permanecer como humano para así poder gastar más energía. Hicieron un par de cuadras manteniendo una conversación animosa pero al salir de la zona urbana el muchacho cambió abruptamente el tema de conversación soltando una ola de insultos y maldiciones contra Josephe mientras agitaba sus brazos y tiraba patadas a las ramas de los árboles. Sofía en un principio soportó esa actitud incentivándolo a que intentara ser más positivo pero pronto perdió toda tolerancia y se enfadó con Javier reprochándole que en un momento como ese debería estar alegre de haber encontrado al fin a su amiga en vez de enfurecerse por no poder ir a verla. Javier parecía no escucharla y poco a poco se iba poniendo más violento contra los objetos que lo rodeaban mientras se alejaba más de la ciudad dejando el laboratorio donde Amber trabajaba muy atrás.

El circo de la luciérnagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora