Mientras tanto

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Do,Sol, Re, Mi menor...las manos de Hensen acariciaban las cuerdas de su guitarra acústica con ritmo y fervor formando acordes y deformaciones a fin de cambiar el color armónico. Re, mi menor, La menor, Re séptima. Arpegios y escalas se intercalaban en una melodía tierna y sin apuros pero repleta de subidas y bajadas en las cuales a pesar de que el compás permanecía inmutable frecuentemente las habilidosas manos ejecutantes lo llenaban de notas para luego vaciarlo transformando un ritmo lento en un río de sonidos melancólicos.

Abril escuchaba sentada en un almohadón mientras se abrazaba las piernas apretándolas con fuerza. Su pequeño rostro se apoyaba contra los cristales del frío vidrio de la ventana para no incomodar el rumbo de su mirada de ojos amarillos, siempre puesta en algún punto lejano allá en el horizonte.

- Dime ¿Qué piensas?

- Nada.

Las notas cesaron.

. Entonces dime ¿Qué sientes?

- Nada.

Un momento de silencio avivó la potencia del frío que mantenía acurrucadas sobre si mismas a ambas figuras embebidas en una habitación rústica bañada por la luz del sol que se hallaba escondido tras la neblina densa de aquel páramo de Escocia. El silbido del viento traspasando las paredes de madera hizo sobresaltar a Abril y logró que quitara su atención de aquel paisaje distante para luego observar más fijamente el rostro de Hensen. Otra vez estaba furioso. Era típico de licántropos, la niña ya estaba acostumbrada pero cada vez le resultaba más intolerable.

- ¿A qué le tienes miedo pequeña criatura?

- A nada.

- No me gusta que me mientas. ¿Por qué estás siempre enojada?

- Tú sabes la respuesta. Porque no me dejan jugar con las demás niñas.

- Eso es porque tú no eres como las demás niñas.

- Yo no soy diferente.

- Si, si lo eres. Lo eres por mucho.

- ¿porqué?

- ¿Otra vez lo mismo criatura? ¿ves todas esas chicas que duermen custodiadas por las nodrizas?

- Si. Siempre las veo.

- Ellas son simples víctimas que el circo de la luciérnaga fue dejando a su paso por pueblos de todo el mundo. Con el tiempo aprenderán unos trucos y cuando lleguen ser a mayores formarán parte activa del circo de alguna u otra manera. Tú no eres así. Tu destino es otro.

- ¿Porqué?

- Porque tú naciste siendo un lobo. Ellas serán mordidas cuando cumplan la edad necesaria y tras su transformación serán enviadas al circo de alguno de los cinco continentes. La que decida permanecer como parte del circo vivirá, siempre y cuando se aferre a las normas de la jauría.

- ¿Y yo qué?

- Tú serás probada para ser una hembra alfa. No es necesario que te lo cuente ahora, más tarde sabrás con detalle de qué se trata.

- ¿Porqué no puedo salir a caminar por el pantano?

- Porque tu padre podría volver a buscarte.

- Yo quiero ver a mi padre.

- Omega ha sido desterrado de la comunidad del circo de la luciérnaga hace mucho tiempo. Todo contacto con él te está prohibido.

- Yo quiero ver a mi padre...

Y tras susurrar lo último Abril apoyó su cabeza sobre la almohada y se acostó en el suelo. La madera no era acogedora pero después de todo estaba bien. Hensen volvió sobre su guitarra brindando calidez al ambiente mientras lentamente Abril se quedaba dormida.

- No te preocupes criatura, pronto te enviaremos al circo de la luciérnaga de América donde Omega nunca te podrá encontrar. Allí aprenderás nuestra forma de vida y te rodearás de verdaderos hombres lobo como tú y yo.



El circo de la luciérnagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora