Capítulo 19

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—¿Te dijo qué...? —Lana me miraba asombrada—. ¡Ya se te confeso! ¿Qué hiciste cuando te dijo eso? ¿Adrián igual ya se te confeso?

—Pues no hice nada. Me quede en shock —le conté—. Y sí, Adrián igual ya me confesó sus sentimientos por mí. ¿Qué puedo hacer?

Nos encontrábamos en la bodega del conserje. La había ido a buscar después de que Dylan me dijo eso. Ni siquiera fui a ver sí Adrián estaba en la biblioteca.

No sabía que hacer. Los dos me habían confesado de que les gustó. Yo aún no tengo muy bien definidos mis sentimientos por ninguno, aunque sí siento una atracción.

Lana parecía que le daría un ataque cardíaco. Hasta ahora, era la única que sabía que Dylan había declarado que le gustó, los otros saben sólo de Adrián.

Ya era momento de salir de clases e irme a casa a descansar. No había visto a Dylan ni a Adrián en todo el día. Cuando acabe de hablar con Lana, fui directamente a la biblioteca, pero no se encontraba ahí como me había indicado Jonás. A lo mejor se cansó de esperar y se fue.

Salí del instituto para ir a mi casa, pero en el transcurso del camino me desvié por otros lados.

«Tengo que verlo» repetía en mi cabeza una y otra vez. Aunque en realidad no sabía a quién me refería, sí a Dylan o a Adrián.

Llegue a la enorme casa en la que Adrián y Lana me habían traído la última vez que salimos. Observe el gran portón y el botón del timbre.

Levanté la mano, decidido a tocarlo, pero luego la baje. Empece a alejarme de la casa a paso lento. No se me ocurría que decirle se hubiera tocado el timbre, ¿qué tal sí los dos están ahí? No podría hacer nada en mi defensa sí los dos preguntan que siento por ellos.

Estaba apunto de dar a la vuelta de la esquina, cuando choqué con alguien sin darme cuenta. Caí al suelo, pero la persona seguía de pie. Mi mirada subió para fijarme quién era la persona a la cual había chocado.

Dylan se encontraba observándome y tendiéndome la mano. Decidí aceptar su gesto para ayudarme a levantarme, pero una vez levantado no me soltó la mano y comenzó a caminar, llevándome a arrastras de nuevo hasta su casa.

—Dylan, ¿puedes soltarme? —exclamé, aunque no quería que me soltara—. Joder, me estas apretando muy fuerte la mano.

Entonces Dylan se detuvo en seco, haciendo que yo chocara con su espalda. Soltó mi mano y se giró hacia mí. Su rostro lucía demasiado mal.

—Anoche, me di cuenta de que me enamore de ti —explicó.

—¿Cómo?

—No lo sé, sólo me gustas. Siempre recuerdo tu sonrisa, tu rostro, tu manera de ser. Aunque hayan pasado pocos días, nunca había sentido eso.

Una leve sonrisa se dibujaba en su rostro, justo cuando me dijo eso. Puede que sea un estúpido, pero también tiene su lado "no imbécil" que he visto hasta ahora.

Tenemos que hablar y no aquí, sino en su casa. Tomo su mano y comienzo a caminar con él atrás de mí hacia su casa. El chico castaño no dice nada, sólo al llegar abre un pequeño portón que está al lado del portón enorme.

Entramos y está vez él me guía en la casa. Llevándome a alguna parte solitaria de la casa. Al final sólo llegamos a lo que yo supongo que es su habitación. Cierra la puerta con seguro y luego va otra habitación que es el baño.

Recorro la habitación con la vista. Mis pies se mueven por toda la habitación sin poder controlarlos. Su habitación es demasiado grande para un chico de su edad. Tiene una gran pantalla pegada en la pared enfrente de una enorme cama.

Breathe me Donde viven las historias. Descúbrelo ahora