Capítulo 35

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Estoy en un pasillo oscuro. No recuerdo como llegue aquí, pero tengo que salir lo más deprisa. Camino a paso rápido, lo más rápido que mis pies permiten caminar.

No hay ventanas ni puertas en el pasillo, lo cual se me hace extraño. ¿Dónde me encuentro? Continuo caminando, mientras sigo dando pasos escucho el ruido de cristales rotos sobre mis pisadas.

Escucho otras pisadas atrás de mí. Me detengo para observar quién camina a mis espaldas. Nadie. Continuo caminando y se vuelven a escuchar las otras pisadas. Esto me está alarmando mucho. Vuelvo mi mirada hacia atrás, pero está vez hay un hombre. Sé que esto puede acabar mal.

El hombre se está acercando más y puedo ver como su cuerpo se ensancha, pareciendo al tipo que me agarro en el baño. No lo dudo más y comienzo a correr. Los nervios vuelven a subir con el miedo como compañero.

Por fin encuentro una puerta, así que entro en menos de lo que canta un gallo. Los pasos se escuchan más de cerca, por suerte he cerrado la puerta aunque no pueda protegerme todo el tiempo. Camino entre la oscura habitación. No veo nada, pero mientras este seguro todo está bien. Los pasos se detienen en la puerta, haciéndome temblar. La puerta se abre y deja ver de nuevo al sujeto.

Mis ojos se abren derrepente, obligándome a levantarme. Tengo el corazón acelerado, la respiración agitada y estoy sudando. Sólo fue una estúpida pesadilla, pero es la primera en donde no aparecen mis padres. Volteo ver a mi lado. Dylan sigue durmiendo tranquilamente.

Me levanto para ir a prepararme algo en la cocina. Hoy es el último día del año y no quiero tener hambre el resto del día. Todos deben de estar dormidos ahora, claro está porque el sol ni ha salido. Antes de caminar a la cocina, miro el reloj de Mickey Mouse que puso Dylan en la mesita de noche. Cuatro de la madrugada.

Salgo de la habitación arrastrando los pies por el suelo. Todo esta ordenado. Después de lo que pasó ayer, me preguntó, ¿cómo habrán limpiado todo tan rápido? Aún así, hoy tendríamos que preparar muchas cosas ya que vendrá mucha gente de nuevo. Llegó a la cocina en donde mis pensamientos se esparcen y mi mente queda en blanco. En pocos segundos sólo me llegan imágenes de comida a mi cabeza. Checo el refrigerador, donde hay vasitos de gelatina. Esto es perfecto.

Agarro un vasito y una cuchara. Es hora de caminar hacia la sala para disfrutar un rato de la TV. Es raro, ya que son las cuatro de la madrugada. ¿Quién en su sano juicio vería la televisión a esa hora? Pues solamente yo, ya que no puedo dormir de nuevo.

Me tumbo en el sofá y prendo el televisor poniéndolo en un canal de películas.

Como la gelatina, mientras disfruto su sabor de uva. En la TV están pasando una serie que no conozco, pero está interesante. Trata de un circo de fenómenos, que intentan mejorar su espectáculo y atraer más gente a que los vean. Me gusta. Hay un payaso con una sonrisa siniestra, provoca algo de miedo.

Termina un capítulo y comienza el otro. Al parecer es un maratón. Puedo ver el nombre de la serie en el opening, se llama: American Horror Story: FreakShow. Me gusta, creo que ya había escuchado de ella antes. Término mi gelatina y dejo mi vasito en el suelo, mientras continuó disfrutando de la serie.

Ya ha amanecido y el maratón ha acabado. La serie me atrapo por completo, tanto que quisiera saber más sobre ella.

Me levanto del sofá para ir a mi habitación y cambiarme, pero al dirigirme a las escalera, me encuentro a Dylan algo espantado. Se relaja al verme y suspira aliviado.

—¡Que bueno que estas bien! —dice aliviado.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estas así?

— No ten encontré conmigo en la cama y pensé que esos sujetos había vuelto.

Breathe me Donde viven las historias. Descúbrelo ahora