Capítulo 29

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Me levanto de la cama con pocas ganas. Debe ser media noche ya que no he dormido nada. Quizás Dylan siga atrás de la puerta o quizás ya se fue a dormir.

Abro la puerta de la recámara lentamente, tratando de no hacer ningún tipo de ruido. Todo esta a oscuras, sólo logró ver la puerta que da al pasillo que está abierta. Muy extraño.

Me adentro a la oscuridad, descalzo, sintiendo el frío del piso. Puede que sea una mala idea, pero tenía que salir. Mi estómago gruñe, suplicando algo de comida. Será mejor ir a buscar algo de comer, aunque sea ya algo tarde.

Salgo al pasillo, asegurándome de que cerré bien la puerta. Es demasiado extraña que estuviera abierta, a lo mejor Jonás está sonámbulo y despertó en medio de la noche para caminar por los pasillos mientras sigue durmiendo.

Caminó lo más rápido entre el pasillo muy bien iluminado. Llego al lobby, pero no hay nadie. Avanzo por otro pasillo, hasta el supuesto living en donde escuche hablar a Dylan y Amanda. No hay nadie, pero está igual de iluminado que los pasillos y el lobby. Hay una máquina expendedora, por suerte tengo algo de dinero en el bolsillo.

Meto un billete en la abertura y presiono los botones. Entonces el envoltorio de unas gomitas se mueve hasta caer. Saco las gomitas, abriendo el paquete y comiendo una. Me encantan las gomitas.

Camino hasta uno de los sofás que hay, acostándome en el más grande. Sigo comiendo las gomitas, una por una. Detengo toda acción. Unas voces se escuchan cerca.

—... Yo sería de Erudición o quizás de Cordialidad —escucho la voz—, pero tú serias más de Osadía.

—¿Qué? ¿Por qué? Yo quiero ser de Cordialidad —reconozco esa voz. Lana. Seguro la acompaña Jonás.

—No creo que entres en Cordialidad —continúa Jonás—. Estas algo loca y eres violenta, más cuando vez a Amanda.

Observo como los chicos aparecen enfrente de mí, dejando de hablar al instante. Nos quedamos viendo un segundo y luego los tres sonreímos.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta Jonás.

—Tenía hambre.

Les enseño el paquete de gomitas que compre y ellos asienten.

—Vi a Dylan —comenta Lana—. Estaba algo raro, ¿ha pasado algo?

Suspiro.

La verdad es que no me apetece contar lo que paso hace unas horas atrás, pero Lana es muy persuasiva, así que les conté todo. Como me grito, como yo le grite, porqué empezamos a pelear, el problema que tuve con Amanda y como Dylan la defendió. Lana se ve enojada. Jonás sólo nos observa, porque estoy seguro que no quiere saber nada de Dylan por ahora.

—¡Hablare con Dylan! —exclama Lana mientras sale del lugar.

—Lana, no... —dice Jonás mientras sale atrás de ella.

Me levanto del sofá para ver a donde agarraron los dos, lo cual no descubro. Siento que lo que le va a decir Lana a Dylan será muy fuerte.

—¿Peleaste con Dylan? —se escucha una voz a mis espaldas.

Giro y es ni más ni menos que Adrián.

—Algo así.

—Ya veo. Dylan es un idiota.

Suelto una risita estúpida, haciendo que Adrián sonría. No debería estar con él, pero me da igual, no estamos haciendo nada malo. Me llevo la última gomita a la boca y la masticó, mientras lo observo. Él esta quieto, sin siquiera mover ningún músculo.

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