Capítulo extra

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*Narra Dylan*
[Dos años antes]

Me desperté con una sonrisa en mi rostro. No era por un motivo muy especial que se diga «Vaya, felicidades» pero para mí sí lo era. Aparte de que estábamos a mediado de año escolar, era que cumplía seis meses con mi novia, mi primera novia en mi corta vida. Amanda Curley. Ella era lo que lograba que yo sonriera todos los días, al igual que yo la hacia sonreír a ella.

Me levanté de mi cama de un salto, dispuesto a llegar al instituto. Me metí al baño, dándome una ducha con agua caliente, que me relajaba algo mi entusiasmo.

Desde qué empece mi relación con Amanda he estado tan feliz como un niño. Igual me he puesto a hacer ejercicio, mis padres se quedaron extrañados al verme por primera vez levantar una pesa. Mi hermano Adrián ni se molestaba, él dice que para todo hay tiempo, menos para hacer ejercicio.

Salgo de la ducha y me visto rápidamente. No entiendo mi prisa, ya que aún no tengo auto y mi padre nos sigue llevando a mí y a Adrián al instituto.

Salgo de la habitación, al mismo tiempo que Adrián salió de la suya. No le hice caso y me dirigí a la cocina, donde me espera un gran desayuno de mi madre. Teniendo el dinero suficiente para contratar a un cocinero, mi madre dice que no es necesario, ya que ella puede cocinar.

Antes de entrar a la cocina, una llamada de mi móvil me interrumpió. Es hasta ahora, uno de mis mejores amigos. Jonás. Decidí atenderle con gusto.

—¡Eh! Jonás —lo salude—. ¿Qué tal todo?

Dylan, por dios. Tenemos que hablar de algo en el instituto —se escuchaba nervioso.

—¿De qué quieres hablar, amigo mío? —mi tono alegre se escuchaba por lo menos por todo el pasillo.

Avísame cuando hayas llegado al instituto.

Acto seguido, la llamada se cortó. No le di importancia. Aunque quizás sea otro rumor de que Amanda me engaña y esas cosas que desde que comencé mi relación con ella ha estado contándome. A veces pienso que sólo son celos que tiene, ya que Amanda me jura de que no hace tal cosa.

Entré a la cocina, saludando a mis padres que estaban ya ahí y sentándome en uno de los taburetes vacíos. Mi padre estaba leyendo atentamente el periódico y mi madre estaba preparando el desayuno.

—¿Y esa amplía sonrisa, Dylan? —preguntó mi padre aún concentrado en su periódico—. ¿Qué celebramos hoy?

—Pues nada interesante —digo.

—Vaya, mi muchachito guarda secretos —interviene mi madre.

—¡Mamá! No me llames muchachito, por favor.

—¡Uy! Lo siento, señor.

Mi padre y mi madre comenzaron a reír al ver mi cara completamente roja. Era muy normal que me sonrojara con mis padres y más por sus comentarios. Con mi madre era la reina de hacerme sonrojar.

Un plato se puso en frente mío, con huevos estrellados y tocino, algo muy común en nuestros desayunos, sin faltar el vaso de jugo. Decidí comer deprisa, para llegar al instituto antes, pero olvidaba que mi padre nos llevaba, así que descarté la idea.

Una vez mi padre, Adrián y yo acabáramos el desayuno fuimos hasta el coche que nos llevaría al instituto. Esta vez era mi turno de ir en la parte del copiloto, así que Adrián ni se objetó.

El auto partió en dirección al instituto, donde vería a Amanda y donde Jonás me diría lo que me tiene que decir. Sólo espero que no sea otro rumor que se haya inventado él. Aunque no es el único inventándose rumores. Miro por el retrovisor hacia Adrián, que está concentrado en la ventanilla del auto. He estado distanciado de él, desde que me dijo que Amanda estaba jugando conmigo, después Jonás le siguió el juego. Lo que no entiendo es el motivo por inventar rumores, quizás celos y envidia, pero no lo creo, Jonás mayormente no tiene envidia, ni siquiera celos.

Breathe me Donde viven las historias. Descúbrelo ahora