Capítulo 23

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Han pasado dos semana desde que Dylan se quedo en mi casa. Amanda no ha dado indicios de acercarse de nuevo, Adrián igual se ha distanciado de mí y de los demás. No ha habido problemas entre Fernando y Dylan. La tía Estela está feliz desde que se enteró que el chico castaño y yo somos novios. Lana ha venido a mi casa últimamente para mantenerse al margen sobre mi relación con el imbécil de Dylan.

El timbre suena, devolviéndome a la realidad. Debe ser el chico castaño. Tomo mi mochila, caminando hacia la puerta, donde me está esperando Dylan. Todos los días me ha venido a buscar para llevarme al instituto, le he dicho que no es necesario, ya que me puedo ir caminando, pero es terco.

Abro la puerta y me encuentro nuevamente con la sonrisa de él. Su tan perfecta y reluciente sonrisa. Se acerca, plantando un beso en mis labios.

Toma mi mochila, llevándosela y tirándola en los asientos traseros de su auto. Yo me coloco en el lado copiloto –como siempre– y él en el del piloto. Sin más que hacer, nos vamos al instituto.

El camino a sido muy corto, ya que el instituto queda cerca de mi casa. Tomo mi mochila de donde está y salgo del auto para ir a la entrada del instituto, mientras Dylan estaciona su auto en algún lugar reservado para él en el estacionamiento.

Me encuentro a mis amigos hablando entre ellos, hasta que me ven y me saludan con sus manos. «¿Qué pasaría si nunca los hubiera conocido» me preguntó a la vez que sonrió, saludándolos igual y acercándome a ellos.

—¿Dónde esta tu novio, Juancho? —pregunta Lana.

Aún no me adapto a la palabra "Novio", pero Dylan lo es. Él es mi novio. Aún pensándolo o diciéndolo se me hace demasiado extraño. Aunque ya debería a empezar a usarla más, para acostumbrarme cada vez que Lana me pregunté o cualquiera de los otros me pregunté.

—Está estacionando su auto en su zona "V.I.P" —entrecomillando con los dedos la última palabra.

—La zona V.I.P de los idiotas —murmura Aurora.

—Te escuche, Aurora.

Dylan aparece con el ceño fruncido y la mirada dirigida a Aurora. La chica está vez con el cabello completamente blanco, se esconde atrás de Lana. Todos reímos por la manera tan escurridiza en que lo hizo.

Nos encaminamos a nuestra aula, que ya ha de estar con gente adentro. Somos un grupo muy extraño, pero los demás alumnos saludan a Dylan o a alguien más, excepto a mí. Es obvio porque nadie me conoce.

Llegamos al aula y el grupo de Amanda ya está con su mirada de odio y asco hacia Dylan y a mí. Al parecer la líder del grupo no ha llegado, ya que no la logró divisar entre las retrasadas de sus amigas o seguidoras.

Todos nos sentamos en nuestros respectivos asientos cuando el profesor llega con su tan casual cara de ogro. Esa cara que espantaría a cualquiera que la viera.

—Bien, alumnos —empieza a hablar—. Esta semana nos iremos de excursión al bosque que está cerca de la ciudad vecina.

Todos gritan emocionados, yo sólo consigo sonreír un poco. ¿Un bosque? No suena mal para estas temporadas de frío. Mi tía con gusto me dejaría ir y ahora más que sabe que Dylan puede cuidarme. Digo, no significa que no sepa cuidarme por mí mismo.

—Partiremos mañana y regresaremos dentro de cinco días —explica el profesor—. Les daré sus permisos para el final de la clase.

Genial. Ahora comenzaría la aburrida clase y a esperar hasta que terminen para recibir el permiso. Estaba entusiasmado por ir, sería genial. Estar con mis amigos en un bosque.


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