-¿Quieres tomar algo? -me preguntó Richard cuando salimos.
-No -rechacé la invitación.
Castle me miró desilusionado. -Yo solo lo decía porque ahora, que vamos a ser papás, estaría mejor que nos conociéramos. -Ladeé la cabeza -No digo eso. Sé que tú nunca aceptarías tener nada conmigo. Pero, al menos, ser amigos. Una amistad sería buena para nuestro hijo.
Lo medité por varios segundos. Sabía que él tenía razón y lo odiaba. Bufé.
-Tienes razón. Eso sería bueno para él.
-Entonces, ¿aceptas?
-Sí -contesté en medio de un suspiro. -Pero poco a poco. Solo conocer lo necesario y mantener una relación cordial.
-Está bien. ¿Dónde quieres ir a por esa bebida? -arrugó la nariz y se llevó la mano a un bolsillo, sacando su móvil. -Perdona, -se disculpó -tengo que contestar. -Asentí.
-Hola
-....
-¿Qué ha pasado? ¿Está bien? -le preguntó, alterado a la persona que estaba al otro lado de la línea telefónica.
-....
-¿En qué hospital estáis?
-....
-Voy para allá. -cortó la llamada y me miró. -Lo siento pero me tengo que ir. Mi hija está en el hospital y... -suspiró y levantó la mano para parar un taxi. Se volvió antes de montarse en el coche. - ¿Quieres ir a cenar a mi casa el sábado? Solo para hablar y eso. -Acepté por inercia. Sin saber muy bien lo que estaba haciendo. Mi mente todavía estaba en esa conversación y en el recuerdo de esa pequeña niña que vi el primer día que fue a su loft. ¿Qué le había pasado? Cuando quise preguntarle, Castle, ya había desaparecido.
XXX
Dos golpes secos en la puerta hicieron que Castle se levantara de la alfombra donde jugaba con su hija para ir a abrir. Su conserje con una caja, lo miraba sonriente.
-Lo que me pediste, señor Castle.
-Muchas gracias, Jou. -Sacó un par de billetes y se lo entregó al empleado.
-Daniela, cariño -la llamó, caminado hacia ella con la caja en sus manos. -Tengo un regalo para ti.- Al escuchar la palabra "regalo" la niña se levantó con algo de torpeza y corrió graciosamente hacia su padre. -Cuidado, cariño, a ver si te caes y se te vuelven a abrir los puntos.
Se agachó junto a ella y dejó el cartón en el suelo.
-Ábrela -la animó. -Te ayudo.
Cuando la pequeña vio lo que había en su interior, soltó un gritito de emoción. Abrió la boca y los ojos al máximo, poniendo ambas manitas en su cara.
-¿Te gusta? -le preguntó Castle con una sonrisa.
-Un perrito -dijo feliz. Fue a cogerlo pero el cachorrito, un Beagle, se movió y Daniela se asustó.
Su padre lo tomó con una mano y lo puso en el suelo. -Tócalo, no hace nada. Es muy pequeñito.
-Sí -afirmó, sonriendo y encogiéndose de hombros.
-Son como los que a ti te gustan, como los del parque.
-Sí.
Rick le quitó el chupete. -¿Le das un besito a papá por el regalo? -Su hija se puso de pie y lo besó en la mejilla. Este le dio varios sonoros besos.
Cuando la señora que cuidaba a su hija lo había llamado diciéndole que se había dado un golpe y estaban en el hospital porque Daniela necesitaba puntos en la frente, se había asustado aunque le hubiese aclarado que no era mucho.
Habían pasado dos días desde ese momento y Castle había estado mimando a su hija, más de lo que ya hacía. Sabía que a la niña le encantaban los perros y, en otras circunstancias se lo habría pensado más, pero, después del golpe, había decidido regalárselo.
Su hija había estado triste y decaída la tarde del accidente. Ese mismo día le había pedido a su conserje que le consiguiera un cachorrito para ella, como una vez se ofreció.
-Ahora tenemos que ponerle un nombre. ¿Qué nombre te gusta?
Acarició al cachorrito y rio cuando se removió. Quitó la mano y, rápidamente, volvió a llevar su manita a la oreja del animal.
-Olaf
-Olaf, ¿cómo el muñeco de Frozen?
-Sí, la peli. -Dijo la niña, señalando la televisión.
-Pues, ¿vamos a darle de comer a Olaf?
Daniela se quitó el chupete. -Sí, comer Olaf.
Tomó la bolsa que había en la caja con las cosas necesarias para el perrito. Calentó un poco de agua en el microondas y la echó en el comedero amarrillo, decorado con huesos, acompañado de dos cacitos de leche el polvo para cachorros.
Fue hasta donde su hija estaba con el perro y dejó el tazón en el suelo. Con la ayuda de la pequeña, hicieron que Olaf se acercara y olisqueara antes de comenzar a beber la leche.
-¡OH! -exclamó, mirando a su padre.
-Tiene hambre. -le sonrió.
XXX
En este momento, me odio a mí misma por haber aceptado la cena con Richard. ¿En qué estaba pensando? En su hija. Bufo, soltando todo el aire que contiene mis pulmones.
Encima no puedo cancelarla porque no tengo su número de teléfono. La única forma sería ir o dejarlo tirado. Y... aunque se lo merezca, mis principios no me dejan.
Cojo mi chaqueta y salgo de mi departamento. Mientras antes cene, antes podré volver.
XXX
-Hola -saludó cuando Richard me abre la puerta.
-Hola -me sonríe pero yo no le devuelvo la sonrisa.
-Olaf -escucho la voz de una niña pequeña, miro hacia dentro y veo a la hija de Rick corriendo detrás de un perrito. Lleva un apósito en el lado derecho de su frente. Ríe, mientras, torpemente intenta seguir detrás del animal pero este se mete debajo de uno de los sillones.
Escucho a Castle reír. Él también estaba observando la escena.
-Oh, lo siento, pasa -me dice cuando se vuelve hacia mí.
Doy dos pasos hacia delante, entrando.
-Daniela, ven a saludar -llama a su hija, que sigue insistiendo en atrapar a Olaf, todavía debajo del sillón. -Ven -me dice a mí al ver que la niña no va a hacerle mucho caso. Toma a su hija en brazos. -Dile "hola".
La niña me sonríe y se esconde en el cuello de su padre. -Dile hola -insiste. -Daniela me mira desde su escondite y murmura un tímido "Hola".
-Hola -le digo yo, sonriendo. -Yo me llamo Kate, y tú, ¿cómo te llamas?
Solo me mira pero no contesta. Tras varios intentos de su padre, lo hace. "Anela" Dice que se llama.
-Daniela -la corrige su padre.
-Danela -dice ahora.
Yo sonrío y me atrevo a acariciarle el bracito. Ella me devuelve la sonrisa y pronto protesta para que su padre la baje al suelo para poder seguir buscando a Olaf.
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Obligada a improvisar
Fanfiction-Richard, Richard Castle. Contestó, dando un paso a adelante. /-O ¿ya se te ha olvidado? Si quieres te lo recuerdo. Tú y yo, desnudos en la cama... / -Sí, nos acostamos, ¿y qué? ¡Ni qué fuese la primera vez que dos desconocidos terminan en la cama...