Capítulo 13

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Sentí cómo sus labios succionarme el labio inferior y me separé bruscamente. Castle me miraba con una mezcla de confusión y sorpresa.

Puse mis manos sobre el colchón, cada una a ambos lados de mi trasero, para ayudarme a moverme hacia detrás y, así, aumentar la distancia que había entre Rick y yo.

-Kate... -intentó él.

-No -dije para que no siguiera. No quería escucharlo. No quería hablar sobre ello. -No debería haber pasado. Yo... será mejor que me vaya. -Me levanté de la cama sin acordarme que tan solo vestía la camiseta del pijama de Batman que me había dejado Castle la noche anterior. El frío que sentí en mis piernas fue lo que me recordó ese detalle. Noté su mirada sobre mis piernas y aligeré mi paso para entrar al baño a cambiarme. Necesitaba salir de allí lo antes posible.

XXX

-Kate, ¿podemos hablar? -escuché la voz de Castle nada más aparecí en la sala de loft, ya cambiada.

-No, tengo prisa -caminé lo más rápido que pude hasta la puerta de salida pero él fue más ágil que yo y logró agarrarme del brazo antes de que saliese.

-Solo será un momento. -Agaché la cabeza, no quería mirar sus ojos azules. Sus ojos fue lo primero que me llamó la atención de él. Inspiré hondo, llenándome de fuerza y, lentamente, alcé mi mirada encontrándome con la suya. -Lo de antes... el beso -dijo, tragando saliva. Se veía nervioso. Al menos, no era la única que estaba incómoda.

-No quiero hablar de eso, ya te lo dije. No debió ocurrir. Ha sido un error. -Me interrumpió antes de que pudiese seguir.

-Para mí no ha sido un error -contestó, mirándome directamente a los ojos. Esquivé su mirada, observando a su hija jugar con su mascota. Me mordí la lengua para no decirle todo lo que estaba pasando por mi mente en esos momentos. -Kate, yo...

No lo dejé acabar la frase. -Me tengo que ir. -Intenté zafarme de su agarre pero no tuve éxito.

-Kate, - se acercó más a mí. Retrocedí y me clavé la manilla de la puerta en mi baja espalda. Cerré los ojos por el golpe. -¿Estás bien? -me preguntó al darse cuenta de que me había dado.

-Solo quiero irme.

-¿Por qué?

-¿Por qué, qué? -inquirí, confusa.

-¿Por qué quieres huir?

-¿Huir? -entrecerré los ojos, frunciendo el ceño. -No quiero huir. Solo me quiero ir. No debí haberme quedado a dormir ni mucho menos permitir que pasase... eso -dije, finalmente, evitando decir la palabra "beso". -Dijimos que seríamos amigos y, eso, no lo hacen los amigos.

Dio un paso más hacia mí, dubitativo. -Pero... podríamos ser algo más que amigos -titubeó.

-¿Qué? -grité. -¿Cómo te atreves? -levanté más la voz, haciendo que Daniela dejara su juego y centrase su atención en nosotros, algo asustada.

Castle me miraba confundido. -¿Cómo me atrevo? -preguntó con el ceño arrugado.

Tiré de mi brazo, logrando liberarlo por fin.

-Sí, eso he dicho.

-Sí, pero ¿por qué? -siguió.

Chasqueé la lengua y sacudí la cabeza.

-¿Cómo puedes ser tan cínico?

Su expresión era cada vez más confusa y mi ira aumentaba al mismo ritmo que su desconcierto. ¿De verdad pensaba que volvería a caer, que podría seguir jugando conmigo?

-Kate, no te entiendo -tardó unos segundo en contestar.

-Claro -ironicé. -No me entiendes o, mejor, ¿no quieres hacerlo?

-Kate, de verdad, no sé a qué viene todo esto.

Reí y miré al techo, poniendo mis manos en mi cintura. -¿Crees que soy tonta?

-No, claro que no.

Daniela, que había llegado corriendo tras mi último grito, se abrazó a las piernas de su padre, sollozando. Richard la cogió en brazos e intentó tranquilizarla.

-No pasa nada, cariño. -Me miró molesto por haber hecho a su hija llorar. -No pasa nada.

Suspiré y aproveché que estaba distraído con su hija para marcharme.

Estaba muy equivocado si pensaba que iba a volver a pasar de nuevo.

XXX

Levanté la vista cuando el ascensor se abrió pero volví a agacharla cuando vi que era Castle quién salía de él. Hoy era la cita con la ginecóloga. No nos había visto desde que habíamos discutido en su casa.

-Buenos días -me saludó, cuando se sentó en la silla de al lado.

-Buenos días. -contesté, por educación.

-¿Qué tal?

Lo miré con el ceño fruncido. -No tenemos que hablar mientras esperamos a que me llamen.

-Lo sé, pero podemos hacerlo.

-No quiero hacerlo -contesté cortante, mirándolo por unos segundos.

-Kate, -lo escuché suspirar -no sé qué es lo que te pasa y por qué me dijiste todo eso el otro día pero me gustaría saberlo.

Lo escudriñé antes de responder. -No seas tan imbécil.

-Kate -levantó más la voz de lo normal y todas las personas que estaban en la sala, se nos quedaron mirando. -No sé qué te pasa y no sé por qué me tratas así. -Siguió en un tono más bajo. -Estábamos bien, cenamos, hablamos, desayunamos y todo estaba bien y, de pronto, después del beso, cambiaste de actitud. ¿Fue por eso?

Sacudí la cabeza. -En parte, me di cuenta de que volvías a intentar lo mismo. Tal vez tu simpatía hacia mí es tan solo para volver a hacerlo otra vez. Pero no, Richard Castle, no vas a volver a conseguirlo. -Escuché que decía mi nombre pero seguí hablando por encima de su voz. -¿Y sabes por qué? -No dejé que contestase, me respondí a mí misma. -Porque no existe un hombre al que deteste más que a ti.

Cuando mis ojos se encontraron con los suyos al decir la última frase, vi dolor en ellos y tuve que tragar saliva para seguir con mi actitud.

Abrió varias veces la boca para decir algo, pero no parecía encontrar las palabras adecuadas o no lo sé la verdad por qué no emitía ningún sonido. Lo que sé, es que no decía nada.

Escuché la voz de la enfermera llamándome y me levanté para ir con ella. Segundos después se nos unió Castle.

Obligada a improvisarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora