Epílogo

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-¡Oye! -la regaño. -No se tira del pelo a la hermana, Amy. -Suspiro cuando intenta otra vez cogerla del pelo, alargando sus bracitos. Daniela me mira con uno de sus deditos en la boca.

-Mamá, siempre me quiere pegar -me dice con tristeza y pesar.

-No, cariño, lo que pasa es que la hermana cree que esto es jugar. Todavía es muy pequeñita. -Le sonrío, y le retiro el flequillo para poder ver bien sus ojos verdes. Amy, aunque me parezca mentira, ya tiene ocho meses. Tiene los mismos ojos que su padre, pero, por lo demás, es idéntica a mí. En lo cabezota, también.

Balbucea palabras ininteligibles, quejándose de que no la deje alcanzar el cabello de su hermana.

-¡No! -digo, poniéndola en mis piernas de manera que quede su cara frente a la mía. -No se coge del pelo. Mira -cojo un muñeco que está al lado mío en el sofá y se lo muestro. -Juega con esto. -Lo agito y el juguete comienza cantar. Me lo quita de las manos, parando su berrinche y se lo lleva directamente a la boca. Suspiro y rodeo la cintura de Daniela con el brazo que no sujeto a Amy y la estrecho contra mí. Esta me mira y sonríe. Tras darle un sonoro beso en la frente le devuelvo la sonrisa.

XXX

-¿Cómo se han portado hoy mis princesas? -me pregunta, abrazando por la espalda. Castle ha tenido que pasar el día fuera, arreglando cosas en la editorial.

Me giro y rodeo su cuello con mis brazos. Me retira un mechón rebelde que se ha salido del moño desarreglado que llevo y me sonríe.

-Se han portado bien. Muy bien. He estado jugando todo el día con ellas. -Pasea la yemas de sus dedos por mi mejilla.

-¡Yo también quería! -se queja poniendo morritos como un niño pequeño. -Os he echado mucho de menos -confiesa, ahora más serio.

-Y yo a ti, cariño. -No aguanto más mis ganas de besarlo y lo hago. Desde que se fue esta mañana no he podido darle ninguno, ni siquiera hablar por teléfono. Solo hemos podido intercambiar algunos cuantos mensajes.

-Voy a ver a las niñas. -Me susurra, mirando hasta en centro de la sala donde están sentadas sobre una manta rosa.

-Okay, yo seguiré haciendo la cena. -Le enseño la cuchara de madera que estoy utilizando. Antes de irse me vuelve a dar un beso.

XXX

-¿Habéis echado de menos a papá? -oigo que les pregunta, agachándose a su lado.

Daniela, enseguida, se tira a su cuello y Amy zarandea sus brazos y sus piernas intentando llamar su atención. Castle la coge y la sienta en una de sus piernas para sentar en la otra a nuestra hija mayor.

Besa a cada una varias veces y acaricia sus mejillas.

-¿Qué habéis hecho hoy? ¿A qué habéis jugado con mamá? Contadme -Les pide, poniendo toda su atención en nuestras hijas.

Me doy cuenta de que tengo una sonrisa tonta en mi cara mirando la escena. Sacudo la cabeza y me muerdo el labio para no sonreír más. Me doy la vuelta y, escuchando sus voces -la dulce voz de Daniela, la suave voz de Rick hablándoles y los balbuceos y monosílabos de Amy -termino de hacer la cena.

XXX

-Voy yo -se ofrece Castle cuando alguien llama a la puerta, levándose para abrir la puerta. Frunzo el ceño, ¿Quién puede ser a esta hora?

Veo que se queda parado sin decir nada cuando abre. Me acerco para ver qué es lo que pasa y me sorprendo. Nunca imaginé que esto ocurriese.

Mi madre nos mira, agarrando fuertemente su bolso con ambas manos.

-Yo... -carraspea -yo venía para pediros perdón -titubea. Su voz y sus ojos son el reflejo de la inseguridad y el miedo al rechazo que está sintiendo.

-Mamá... -Digo, más para verificar que de verdad que esté allí que por otra cosa.

-¿Por lo menos puedo ver a mis nietas? -La veo tragar saliva. Miro a Rick que asiente y se retira para que pueda pasar. Yo hago lo mismo y mi madre, con paso dubitativo, camina hasta donde están mis hijas jugando con Olaf.

-Hola -les dice, poniéndose de rodillas. Mira a ambas niñas y les sonríe tímidamente. -Yo... yo soy la abuela. -Tartamudea. Siento los brazos de Castle rodeándome la cintura y dejo caer mi cabeza en su hombro. Coloco mis manos sobre las suyas. Él aprovecha y me da un beso en el cuello.

-Nuestra familia -me susurra en el oído.

...

AHORA SI FIN

Obligada a improvisarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora