Capítulo 12

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Cuando el sol aún no había salido, sentí cómo alguien se metía conmigo en la cama y se abrazaba a mí, hundiendo su cara en mi pecho. Abrí los ojos cómo pude por culpa del sueño y de lo adormida que estaba. Sonreí al comprobar que era Daniela.

Debía de estar acostumbrada a hacer esto porque nada más apoyar la cabeza en la almohada se había vuelto a dormir y estaría más adormilada que yo porque estaba segura de que no siquiera se había dado cuenta de que era yo.

La tapé con las sábanas y el edredón, pasé un brazo por su cintura y besé su cabeza. La pequeña suspiró y se apretó más a mí. Una sonrisa se dibujó en mi cara al pensar que dentro de un tiempo, no mucho, sería mi hijo o hija la que haría esto de meterse a mitad de la noche a dormir conmigo.

XXX

Daniela había dejado la puerta abierta cuando había entrado en la habitación de su padre. Richard, que había ido a echar un vistazo a su hija, sonrió cuando vio la cama vacía y la puerta del dormitorio de al lado abierta.

Caminó varios pasos más hasta llegar a la entrada y miró hacia adentro. Sonrió cuando vio a su hija abrazada a Kate y cómo está también la tenía abrazada y pegada a su cuerpo.

Suspiró cuando cayó en la cuenta de que era la primera vez que Daniela vivía algo así, dormir abrazada con alguien que no era él, encima con una mujer.

Aunque algunas noches la niña había dormido en casa de la vecina, esta era una persona mayor y era como su abuela. Su hija hasta la llamaba así. Pero nunca había tenido algo parecido a una madre. Él era su padre y su madre. Las dos cosas.

Nunca había pensado en ese hecho. Él mismo había sido huérfano y siempre había pensado que, al menos, Daniela lo tenía a él y que le daba todo el cariño que podía darle, y más. Pero al ver esa estampa...

Eso y sus ganas de que Kate aceptase a tener algo más que una amistad con él. Suspiró, si ya le estaba costando que ella aceptara a ser su amiga no quería imaginar lo que sería intentar algo más con ella.

Kate sería una buena mamá para Daniela. Además, ella iba a ser la madre de su próximo hijo.

Sonrió al recordar cuando fue la primera vez que supo de su existencia.

XXX

-¿Desde cuándo lees? -le preguntó Richard a su amigo, cogiendo el libro de la mesilla.

-No leo -contestó Brad, sacando dos botellines de cerveza de la nevera.

Castle levantó el libro, mostrándoselo.

-¡Ah! -exclamó su amigo. Acto seguido, sonrió pícaramente.

Rick alzó las cejas.

-Me lo compré para ir a la firma de libros de la escritora.

-¿Solo para eso? -preguntó, soltando el libro y negando con la cabeza.

-¿Qué? ¡Está buena! -se defendió. -Ir a su firma era una oportunidad para conocerla. No podía ir sin su libro -se encogió de hombros.

-Supongo que no querías, entonces, solo su firma...

-No, pero...

-Pero... No me digas -comenzó a decir Rick entre risas -que "don conquistador" no consiguió que...

Brad lo miró ofendido. -Tampoco me esforcé mucho.

-Ya -ironizó. -¡Si hasta te compraste el libro! -exclamó, volviendo a coger el libro y abriéndolo. Su sonrisa desapareció al ver la foto de la escritora en la primera página. Sí que era guapa, muy guapa. Oye, ¿puedo quedarme el libro? Parece tener buena pinta.

Brad hizo un gesto de indiferencia. -Quédatelo. A mí ya no me va servir... tiene su firma. Tendré que comprar otra para poder ir otra vez.

XXX

Abrí los ojos cuando sentí a Daniela moverse. Estaba sentada en la cama y se rascaba los ojos.

-Hey, buenos días -le dice, acariciando su cabecita.

Me miró algo desorienta, supongo que se preguntaba dónde estaba su padre... revoloteó los ojos por toda la habitación. Creo que para confirmas que seguía en su casa.

-Papi -dijo con la voz ronca por el sueño.

Sonreí al ver que mis suposiciones eran ciertas. -Papi durmió en otra habitación.

En ese momento escuché un "Buenos días, chicas" proveniente de la puerta. Cuando miré, vi cómo Rick entraba a la habitación con una bandeja con comida en sus manos.

-Os escuché hablar y decidí traeros el desayuno a la cama. -Puso la bandeja a mi lado al llegar a nosotros. Me sonrió y yo lo miré sin saber qué decir. -¿Has dormido bien? -me preguntó mientras rodeaba la cama.

-Sí, ¿y tú?

-Bueno, he descubierto que tengo que comprar un nuevo sofá. El que tengo me ha dejado la espalda hecha polvo.

-¿Has dormido en el sofá? -pregunté, sorprendida.

-Sí -contestó mientras cogía a su hija en brazos y le daba un beso en la mejilla.

-Dijiste que dormirías en otra habitación...

-En las otras habitaciones no hay cama.

Lo miré con los ojos entrecerrados.

-No podía dejar que te fueses así... y sabía que si te decía que dormiría en el sofá no podría convencerte... -se calló de repente. -Ahora que lo pienso no debería de haberte dicho mi secreto... ya no aceptarás más dormir aquí...

-Solo ha sido esta noche, Castle...

Las sábanas que me cubrían, se cayeron al incorporarme y sentarme sobre el colchón, dejando ver el dibujo del superhéroe.

-¡Ah! -Gritó Castle como si fuese la primera vez que veía su pijama. -¡Es Batman! -señaló mi camiseta. -Te lo pusiste -me miró a los ojos, sorprendido y sonrió como un pillín. -Sabía que no podrías resistirte.

Sacudí la cabeza, exhalando el aire que tenía en mis pulmones.

XXX

Daniela estaba sentada en las piernas de su padre mientras tomaba su biberón. Rick, sentado a mi lado, comía sus tortitas y yo hacía lo mismo con mis frutas.

Me mordí el labio y lo miré masticar. Al final, no lo pensé más y me decidí. Llevé mi tenedor a su plato quitándole parte de una de sus tortitas. Escuché cómo Richard se quejaba. Yo tan solo me encogí de hombros y volví a hacerlo.

-Yo también quería tortitas -me quejé.

-Y yo pensé que preferirías algo suave, como frutas. -Ahora fue su turno de robarme parte de mi desayuno.

-¡Eh! -exclamé, dándole un suave golpe en la mano.

-No te quejes que tú me has hecho lo mismo. -Achiqué los ojos y sonreí.

XXX

Richard fingía que reía a carcajadas. -Para, para, no puedo más -decía a su hija que le hacía cosquillas.

Tuvo que agarrarla de las manos para que dejase de mover sus dedos sobre su cuerpo. La niña se puso a buscar su chupete que se le había caído de la boca en esa guerra de cosquillas por culpa de las risas.

Su padre acercó su boca a mi oído y sentí cómo mi corazón se aceleraba. -Fingía porque no me hacía cosquillas de verdad, me clavaba los dedos -susurró, su aliento chocando contra mi oreja. Me estremecí.

Se dio cuenta y se separó lentamente de mí. Cuando, finalmente, lo hizo, nuestros labios quedaron muy cerca, demasiado cerca por culpa de mi movimiento de cabeza. No lo hice aposta, había sido inconscientemente.

Rozó sus labios con los míos, llevó una de sus manos hasta mi mejilla derecha y llevó su mirada hasta mis ojos para volverla a posar sobre mis labios.

Obligada a improvisarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora