13.

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—Hel... —La voz de Daen irrumpe en el silencio de aquel gran recibidor. Regresar al hotel no me dejaba completamente tranquila, mucho menos cuando fuera de la gran habitación había un ejército bajo el mando de Daen—. Debes comer algo.

—No tengo hambre. —Musito, sintiendo el estomago revuelto, de pronto. Tener la imagen de una ensangrentada y lastimada Zoe aun no lograba abandonar mi mente.

El lugar junto a mí se hunde y el calor corporal de Daen me envuelve con rapidez. Sus brazos tiran de mi cuerpo, obligándome a ir contra él, y es cuando no puedo controlar el largo sollozo que abandona mi cuerpo.

Gruesas y pesadas lágrimas se deslizan por mis mejillas luego de haberlas bloqueado por cuatro horas. El suave susurro de la voz de Daen intenta tranquilizarme, pero ocurre todo lo contrario.

La muerte de mi padre me invade en menos de un parpadear y los sollozos son liberados con más fuerza.

—L-la mataron por mi c-culpa —Sollozo, aferrándome a Daen—. T-todo esto es mi culpa.

—No tienes la culpa de que un psicópata mate por diversión —Responde, acariciando mi cabello perezosamente—. Sé que te agradaba Zoe... pero no es culpa tuya, Hel.

Niego con la cabeza, sabiendo perfectamente que no era así.

Killer había dejado en claro un sinfín de veces que su último punto seria yo. Me separo de Dean, observándolo con el seño fruncido.

—¿No es por mi causa? —Suelto con veneno—. ¿Cuándo te darás cuenta que es por mi?, ¿luego de que maten a Mila?, ¿luego de que te maten a ti?...

—Hel...

—¡No! —Yo misma me sorprendo de mi grito, pero no me detengo—. Apenas sobreviví a mi padre... Perderlos a ti y a Mila sería lo peor... No aguantare eso —No sé porque digo eso, pero no me arrepiento. Aun teniendo poco tiempo junto a Daen, él había sabido ganarse mi confianza, él había cuidado de mí por tanto tiempo, sin saber que mas decir, suelto en un susurro: —Tú has cuidado de mí por tanto tiempo... No me pidas que intente algo cuando no puedo hacerlo.

Daen me mira algo sorprendido, pero se mantiene en silencio. Observándome con aquellos ojos azules que había aprendido a querer un poco cada día, aquellos ojos que solían mirarme enojados, pero ese enojo había sido reemplazado con algo más que no lograba descifrar.

Sé que talvez me arrepienta de lo que voy a decir, pero parecía ser la mejor idea en ese momento.

>>Vámonos de Australia.

Los ojos de Daen se abren un poco, demostrando su sorpresa. Yo tampoco quería irme, había preparado el viaje desde hace mucho tiempo atrás, junto a mi padre, sabiendo que viviríamos felices pero, justo ahora, era lo más cercano que existía al infierno.

Daen no responde por lo que parece un largo tiempo, pero luego se aclara la garganta, sin dejarme de observar.

—No podemos hacer eso —Su voz es tranquila, pero puedo sentir el enojo filtrarse en ella—. No con él detrás de nosotros, subirnos a un avión sería un error, Hel.

—No quiero seguir aquí...

Daen se pone de pie. Sus ojos me observan con intensidad mientras camina hacia a mí, sus grandes manos se cierran en mis mejillas, obligándome a enfrentar su mirada.

—Te perdí por mucho tiempo, Hel —Su voz es un suave murmuro que es capaz de estremecer mi cuerpo con fuerza—. No dejaré que nadie vuelva a hacerlo, ni siquiera tu.

KILLER © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora