32.

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Todo parece ser imágenes inconexas reproduciéndose frente a mí mientras siento como el peso del cuerpo de Mila es retirado del mío. La morena no habla y mantiene sus ojos cerrados mientras Daen la carga, dejando a la indefensa morena sobre el sillón.

Azucena es la primera en correr con dirección a la cocina mientras prácticamente me arrastro hacia ella, mi pierna duele, pero lo ignoro por completo, lo único que podía tener en mente era a la pálida y delgada chica que descansaba sobre un sofá notablemente más grande que ella.

—¿Mila? —Pregunto, mi voz suena ronca, y sé que estoy luchando contra las lágrimas, mis ojos se desvían a Daen, quien parece bastante preocupado y el nudo en mi estomago aumenta su tamaño—. Mila, háblame, por favor.

—Daen, sácala de aquí —Azucena indica, y mis gritos se liberan al mismo tiempo que Daen tira de mi cuerpo, alejándome de la débil morena inconsciente. El dolor en mi pierna aumenta su intensidad cuando lucho contra el castaño, pero este no se rinde hasta que me lleva escaleras arriba.

Mis sollozos son fuertes y siento mi garganta arder, pero a él no parece importarle, sus pisadas son fuertes aun cuando intento tirarnos lejos de las escaleras.

Sin lograr nada.

Su pierna empuja una puerta y, en medos de un parpadeo, me deja caer sobre la cama. La puerta nuevamente es azotada con fuerza cuando la cierra y sus ojos se han oscurecido unos cuantos tonos cuando me observa de nuevo.

—¡Vas a cerrar la maldita boca y te vas a calmar, Hel! —Sisea, haciendo que me quede congelada en mi lugar. Parece cansado, como si toda la mierda de años cayera sobre sus hombros en solo una noche. Pasea la mano por su cabello, para luego agacharse frente a mí y tomar mis manos—. Necesito que te calmes, debes ser fuerte y esperar lo peor, Hel. Mila está en muy mal estado.

>>Tu misma lo viste.

—Quiero estar con ella —Mi voz es baja, pero sé que él logra escucharme—. No debería estar aquí cuando Mila, tal vez, esté muriendo.

—No regresarás ahí —Indica, se levanta, para luego alejarse de mí y apoyarse contra la puerta—. Tampoco dejaré que vayas detrás de ese psicópata.

—Ya estoy cansada de esto, Daen —Repito las mismas palabras que le había dicho a Brent, pero esta vez observando a Daen a los ojos—. ¿No lo entiendes? Él me quiere a mí. Ya no se trata de mi padre o las personas que me rodean, se trata de mí terminando toda esta masacre.

>>No necesito ser testigo de más muerte para saber que se acabó. Quiero terminar con esto.

Daen suelta una risa, una carente de humor, una risa que me hace estremecer por dentro. Sus ojos no me observan, pero sé que me observa cuando dice—: No se acabó. No estoy dispuesto a dejarte ir cuando ya te tengo conmigo.

>>No mientras yo siga respirando.

Y se marcha, no sin antes cerrar la puerta con llave.

Mi cerebro se queda en blanco, y reacciono cuando escucho sus pasos alejándose de la habitación. Intento levantarme de la cama, pero el dolor que me embarga no me deja mover ni un solo pelo.

Mis mejillas aun están húmedas y logro escuchar las voces provenientes del primer piso, aun cuando no logro descifrar lo que dicen, sé que algo va mal, sé que algo está mal con Mila, y lo único que quería era estar con ella.

Pero, en lugar de eso, me encontraba encerrada en una habitación, incapaz de moverme de una cama, esperando, tal vez, que alguien se diera el tiempo de subir y abrir la estúpida puerta.

KILLER © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora