Hel está callada, demasiado, a decir verdad. Nunca la había visto así y eso me preocupa. Está llena de sangre, pero no parece importarle. Está cojeando, y arruga el rostro cada que da un paso.
—Toma una ducha —murmuro, sabiendo que la necesitaba—. Luego puedes dormir.
Sus ojos suben a los míos, y el brillo que siempre han estado ahí, hoy no están. Sus ojos verdes lucen cansados, agotados y, hasta cierto punto, aterrorizados. En silencio y luego de deshacerme de mi camisa, me acerco a ella y me arrodillo entre sus piernas.
—¿Estás bien? —pregunto, tratando de obtener su atención, sin embargo no lo logro. Una lágrima se desliza por su mejilla, y sé que todo lo que ha visto y escuchado hoy puede alterar su estado de lucidez—. Hel, mírame —Ordeno, sus ojos verdes están sobre los míos, preocupados y asustados—. Todo está bien, ¿lo entiendes? Se acabó.
—Y-yo —llora. Se lanza sobre mí, y no dudo en sujetarla contra mi pecho. Sé que está traumatizada. Yo había llorado por semanas la primera vez que maté a alguien y había sido entrenado por semanas. Hel no era así. Andrey Petrov había protegido a su hija de cualquier mal que pudiera acercársele, pero todo su trabajo se había ido por el escusado ante la aparición de su ex – esposa—. Tengo miedo.
Nadie se había imaginado que la madre de Hel se encontraba con vida.
—Te daré una ducha —digo, levantándome con algo de dificultad del suelo. Hel no dice nada, en su lugar, se esconde en mi pecho, soltando algunos sollozos.
El baño en casa de Azucena es pequeño, sin embargo me las arreglo para entrar junto a Hel. Lo primero que elimino de su cuerpo es la ropa carga de sangre. Lo hago con calma, no queriendo asustarla, no más de lo que estaba.
—Pensé en ir a Las Vegas —musito, agachándome a la altura de la bota que cubre su pie. Teníamos que ir al médico, tenía que revisar su pierna, saber si habría sufrido algún otro daño era importante para mí. Mi trabajo no es difícil y, en menos de dos minutos, estoy nuevamente frente a Hel. Ella se cubre el pecho con sus brazos, y noto la ligera capa de color cubriendo sus mejillas—. Casarnos. Llevar a Brent, Cabo, Mila, Jeff y Azucena.
>>Sería genial.
—Cuando Mila se recupere —dice. Su voz es un casi inaudible susurro, pero soy capaz de escucharlo. Su frente se arruga, y sé que nuevamente va a llorar—. Q-quiero... y-yo...
—Te amo —digo, interrumpiéndola. No quería que regresara a aquella casa, al menos por ahora, estaba mejor mantenerla con la mente enfocada en otra cosa—. Mañana iremos al médico para que revisen tu pie y luego iremos a Las Vegas. Quiero casarme contigo ahora. No quiero esperar.
—N-no podemos irnos ahora.
—Sí podemos —La detengo. Ella no se iba a quedar en Australia todo el tiempo que incluia los entierros. Ninguno de los que habían perdido la vida esta noche lo merecían—. Vamos a ducharnos, estoy agotado.
Hel no dice nada e, en silencio, ingresa a la ducha. Suelta un suspiro cuando el agua cae sobre su cuerpo y yo no dudo en deshacerme de mi ropa para unirme a ella.
Me encargo de eliminar los restos de sangre de su cuerpo, sin importarme cuando se mueve incomoda, o suelta unos cuantos quejidos. No quería ser suave con ella, no quería tratarla como alguien que no podía valerse por si misma, sin embargo, trato de darle su tiempo.
Hel era valiente y se pondría bien. Olvidaría lo ocurrido y recuperaría su vida. Era libre de hacerlo. Ya no debía esconderse. Ya no debíamos escondernos.

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KILLER © |SIN EDITAR|
Action"Con solo un paso, él sabrá tu destino. No le dicen Killer por nada." Portada perfecta: @GDanyelle Historia Registrada en Safe Creative. © All rights reserved. Se encuentra expresamente prohibida su reproducción, copia (total o parcial), publicación...