3.

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El auricular es retirado con fuerza de mi oído y maldigo en voz baja, tomo nuevamente el pequeño botón, lista para colocarlo de vuelta en mi oído, pero la voz de Daen me detiene.

—Llegamos, princesita.

—Tu culo, Hamilton. —gruño, volviendo a colocar mi teléfono en el pequeño bolso de mano que descansaba conmigo. Daen se ríe, pero lo ignoro, caminando delante de él cuando se levanta del asiento.

Las personas delante de mí me observan algo con fundidas.

Si, Daen tenía que hacer de todo para que nos notaran y eso solo quería decir que había traído con nosotros a todos los guardaespaldas. Cuando logro llegar a la puerta del avión, Arman me recibe con una mirada algo cansada.

¿A qué hora había salido?

—¿Tuvo un buen viaje, señorita? —Me encojo de hombros, negándome a responder esa pregunta, sentía el cuerpo realmente adolorido, pero lo dejaba pasar por alto. No quería quejarme —. Tiene un hora para comer algo y regresar al avión, señorita.

—¿Vienes conmigo? —Arman niega con la cabeza y levanta la mirada, observando un punto detrás de mí, abre la boca para responder, pero levanto la mano, indicando que no quería saber quien vendría conmigo—. Solo no lo digas.

—El tiempo corre, comes algo o regresas y esperas una hora en el avión. —gruño, ignorando la voz de Daen y empezando a hacer mi camino a través del puente que conectaba el avión al aeropuerto.

Para ser las primeras siete horas de viaje, habían sido realmente cansadas, por alguna extraña razón, Daen me había despertado a la hora que le indiqué, exactamente en la segunda escala que se realizaba en Rusia, luego, haríamos otra escala más, pero me quedaría en el avión.

—¿Siempre vas caminando sin enfocarte en tu alrededor? —La pregunta de Daen me toma por sorpresa, le doy una rápida mirada y lo veo enfocada a nuestro alrededor, aunque nadie más parece darse cuenta.

—Es un aeropuerto, Daen —Respondo lo obvio—. No creo que alguien tan estúpido intente asesinar a una pelirroja solo por que sí.

—No sabes que clases de personas hay ahí afuera. —Su voz parece hielo, frío y cortante de un momento para otro. No conocía al castaño a mi lado, mas bien, continuaba siendo un completo desconocido para mí.

Según Arman, Daen siempre trabajó para mi padre, exactamente desde que era un niño de siete años. Según él, mi padre lo había criado como un hijo.

Y eso era lo que no cuadraba completamente.

Nunca conocí a Daen, nunca escuché hablar de él. Nunca, ni una sola palabras había sido menciona por mi padre con respecto a Daen. Y, que luego de su muerte, mi padre lo haya colocado como mi sombra, era algo extraño.

Daen se detiene frente a mí, obligándome a detenerme de golpe y señala con la cabeza una pastelería que esta frente a nosotros. Hago una mueca, pero termino entrando junto a él.

El olor a pasteles y chocolate caliente invade mis fosas nasales, haciendo que mi estómago se revuelva con brusquedad. Estaba hambrienta.

Me sobresalto un poco cuando la gran mano de Daen se posa sobre mi espalda, empujándome con suavidad hacia una mesa libre, luego, me ayuda a ocupar mi lugar y observa a nuestro alrededor.

—No te muevas de aquí, lo digo enserio Hel. —Intento responder, pero él se gira, dejándome con la palabra en la boca. ¿Qué diablos estaba mal con él?, ¿Por qué no podía ser un chico normal?

KILLER © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora