14.

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El calor invadiendo mi cuerpo me obliga a removerme en mi lugar, fallando estrepitosamente al tratar de estirarme al menos un poco. Aun con los ojos cerrados, mi ceño se frunce ante la presión colocada en parte de mi cuerpo.

Una de mis manos se dirige a mi estomago en especifico, lo que parecía ser un grueso y largo brazo se encontraba aferrado a mí, como si fuera lo único que lo mantenía en la cama.

El recuerdo de la noche anterior hace que una corriente me atraviese de pies a cabeza.

Daen.

—Oye —Murmuro, abriendo un poco los ojos. El alto y fuerte hombre sobre mi suelta un gruñido, acercándome aun mas a su cuerpo—, necesito ir al baño...

—Aun es temprano —El murmuro que abandona sus labios me hace reír de alguna extraña manera. Ojos azules me observan completamente confundidos, y una mueca se apodera de sus labios antes de volverse a recostar sobre mi pecho, apretando mi cadera con suavidad en el camino—. Necesito dos horas más de sueño, rusa.

—Yo necesito ir al baño. —Me quejo, obligando al castaño abrir los ojos nuevamente. Suelta un gruñido más notorio en cuanto afloja el agarre que mantenía en mi cuerpo, dejándome libre de hacer mis necesidades.

Dean se gira en la gran cama, llevando consigo una de las almohadas mientras yo me escabullo al baño.

Mi reflejo en el amplio espejo me confunde en un parpadeo. Mis ojos estaban más grande de lo normal, mi piel se notaba algo diferente... el color pálido había sido eliminado en su parte, dejando un color que no lograba distinguir.

Negándome a formar estúpidas ideas en mi cabeza, me encargo de eliminar la presión en mi vejiga, el alivio me invade de inmediato en cuanto termino con mi tarea.

Sabiendo que ya no podría dormir más, me encargo de cepillarme los dientes, y deshacer los nudos que se habían formado en mi cabello.

El recuerdo de la noche anterior me invade nuevamente cuando empiezo a pasar el cepillo por mi cabello. El calor recorriendo mi cuerpo había logrado erizar cada bello de mi cuerpo, recordar la presión de los labios de Daen contra los míos mientras se tragaba cada una de las inentendibles palabras que emitía, solo lograba regresarme a la noche anterior.

De alguna manera, sabía que debía arrepentirme de lo ocurrido, pero no era lo que pasaba, en realidad, tenía en mente una segunda vez.

Una segunda vez para volver a sentir a Daen tocando cada parte de mi cuerpo.

—Hel —El el grito de la habitación me sobresalta, haciendo que el cepillo termine en el suelo—. Tu teléfono.

Recogiendo el cepillo con rapidez, abandono el baño, encontrándome con la vista completa de la espalda desnuda de Daen. Mi atención es arrancada del apuesto hombre sobre mi cama y, en silencio, me siento en el borde de la misma.

La foto de Mila aparece en la pantalla del aparato, obligándome a soltar un suspiro.

Me había olvidado de ella con todo el problema en casa.

Deslizo mi dedo por la pantalla, sin poder eliminar la sonrisa que se desliza en mis labios cuando el brazo de Daen se envuelve en mi cintura, tirando de mí con suavidad para volver a la cama.

—¡¿Me puedes decir qué diablos ocurrió en tu casa?! —La sorpresa en la voz de Mila elimina cualquier sonrisa en mi expresión—. Mi papá contrato un vuelo y me sacar del país justo ahora.

¿Qué?

—Esta enloquecido —Ella suelta, parece confundida, pero no paso por alto el enojo en su voz—. ¿Sabes lo que me costó encontrar una cita con ese chico de contaduría? ¡Me esforcé, Hel!

KILLER © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora