KILLER © |SIN EDITAR|

22.

¡Perdón por la demora! Estoy algo enferma y sentarme frente a la computadora es agotador. Espero que les guste el capítulo y nos vemos en la próxima. 

Pd: ¿Se pasan por mi nueva historia? La encontrarán en mi perfil con el nombre de Unbreakable<3

~*~

—Sigo pensando que esto es mala idea —Daen tira de su chaqueta, colocándosela en su lugar, de muy mala gana—. Sabes que corres peligro pero prefieres ir a una fiesta de universitarios.

—No pienso seguir encerrada en este lugar. —Sé que parece estúpido ir a una fiesta cuando estabas bajo el ojo de un asesino pero, ¿era tan difícil entenderme?

Quería despejar mi mente y no pensar día y noche en que Killer ingresará en la casa para matarme mientras duermo. No quería hundirme en eso, y no lo iba a hacer.

—¿Sabes qué Cabo no dejará que sólo salgamos los dos, no? —Sonrío, asintiendo ante aquel conocimiento—. También que ira cargado con pistolas hasta el culo.

—¡Daen! —Me quejo, tratando de eliminar aquella imagen de mi mente. Realmente no quería saber donde ese hombre escondía todas esas armas... —. Créeme que es algo que no quiero saber. ¡Pero no importa!

Me dejo caer sobre la cama sin cuidado alguno, observando como el cuerpo del castaño se cierne sobre el mío, agachándose hasta mi rostro y besando mis labios sin cuidado alguno, murmura: —¿No podemos quedarnos y usar la habitación del último piso?

Una carcajada brota de mi garganta con fuerza. Daen se ríe, escondiendo su rostro en mi cuello mientras intento liberarme de su agarre.

Había transcurrido una semana desde aquel desastroso tiroteo frente a la casa y, según tenía entendido, Bacardi estuvo detrás de todo. La sola idea de que mi padre había dejado todo el negocio a mi nombre y al nombre de Daen, pareció descolocar al hombre.

—Estoy a un paso de atarte a la cama y no dejarte salir de esta casa —Daen suelta, llamando mi atención. Su ceño esta fruncido, y noto la preocupación en su rostro—. No sólo debemos cuidarnos de Killer, ahora también tenemos que hacerlo del hijo de puta de Bacardi.

—¿Puedes dejar las malas palabras? —digo, tirando de su cabello. El castaño no se queja, pues aun mantiene esa preocupación en su rostro—. ¿Trata de relajarte, si? Al menos por esta noche.

—No voy a relajarme a tu alrededor, Hel.

—Bien —Besos sus labios cuando se acerca un poco más—, porque pienso emborracharme.

—Sigue creyendo eso. —Daen se levanta, tirando de mí para ayudarme a colocar de pie. Coloca su chaqueta en su lugar por última vez, y sin decir nada, toma mi mano para luego abandonar la habitación.

Cabo y cuatro de sus hombres están esperándonos en la primera planta, el ceño fruncido del hombre de tez morena no tarda en entrar en mi campo de visión, pero lo ignoro, sonriendo hacia el hombre enojado.

—¿Están listos?

—Ambos están conscientes de que esto será una idea suicida, ¿no? —Cabo ignora la pregunta de Daen, para luego posar mis ojos sobre mí—. Entiendo que se sienta encerrada en esta casa, señorita Petrov, pero el último deseo de su padre era que estuviera a salvo.

Un pequeño pinchazo atraviesa mi pecho, haciéndome sentir mal ante el recuerdo de mi padre. ¿Hace cuando no visitaba su tumba? ¿Dos o tres meses?

—No es necesario que me recuerde el último deseo de mi padre, Cabo —El respeto no se elimina de mi voz cuando me dirijo al hombre armado frente a mi—. Sé lo que él quería, pero también sé que quiero una vida normal, sin mierdas de asesinos a sueldo, ni tener una mafia que mantener, pero no todo es como lo deseamos.