35.

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N/a: 

Bueno, como muchas saben, el final de Killer está demasiado cerca, a decir verdad, el capítulo 36 es el final. Tal vez a muchos no les guste, sin embargo, el final no los hago por ustedes, lo hago por mí, porque, principalmente, las historias las escribo para mí. 

Trataré es terminar el capítulo hoy, o a más tardar mañana así que, estén atentas. 

¡Disfruten su lectura!

~*~


Mi boca no está abierta, sin embargo, mis manos tiemblan. Los ojos azules de la mujer frente a mí me observan con diversión, carentes de cualquier sentimiento que debería tener hacía mí.

Lo único que soy capaz de reconocer es el desprecio en ellos.

—T-tú...

—Sí —Me interrumpe. Quedándose en su lugar. Era alta, pero yo le sobrepasaba unos cuantos centímetros. Trato de buscar algún parecido entre nosotros, pero nada parece encajar. Ella no se parece a mí—. Soy tu madre, Hel.

—No —Niego. Una risa se escapa de mis labios, y sé que, tal vez, todo esto era una locura—. Tú no eres mi madre. Solo eres una maldita asesina.

—En eso no te equivocas, Hel —sonríe, mostrando sus dientes. El labial rojo cubriendo sus labios solo indica que tanto poder creía tener. Conocía a muchas personas así. Mi dedo tiembla cuando trato de acercarlo al gatillo, y lágrimas amenazan con abandonar mis ojos—. Maté a tu padre, y créeme que lo disfruté.

>>Ver como su carne se quemaba, el olor a humano muerto. Lo disfruté. Disfruté acabar con la vida del hombre que arruinó la mía. El me obligó a embarazarme de ti.

La sonrisa en su rostro se desvanece, dando a conocer el enojo que escondía detrás de la máscara de maquillaje. El odio en sus palabras me hace bajar el arma, y retroceder unos cuantos pasos.

—Nunca tuve una madre —digo, porque era verdad—. Siempre quise saber qué se sentía tener una, pero nunca estuviste ahí. Se supone que eres la persona que debe velar por mí, por mi seguridad... ¡pero solo arruinaste mi vida!

—Es algo justo —dice, reacomodando un mechón de su cabello castaño. Ella es hermosa, no lo dudaba, pero, sin embargo, su fealdad salía a relucir cuando abre la boca—. Mi vida se arruinó cuando conocí al gran Andrey Petrov, luego de eso, naciste tú, Hel Petrov, los nuevos ojos del imbécil de tu padre.

—Mi padre me amó —digo, porque yo había crecido con su amor. A pesar de que a veces no estaba, él hacía todo lo posible para hacerme saber que me amaba—. Hizo lo que tú no pudiste hacer porque te faltaron los pantalones.

Estoy llorando, sin embargo, no le muestro debilidad. No estoy triste. Estoy enojada, colérica. Al fin conocía a la mujer que me había cargado por ocho largos meses en su cuerpo, al fin tenía frente a frente a la mujer que intentó matarme.

—Ese fue el principal problema, cariño —dice, tomando una respiración—. Te amó más a ti que a mí. A pesar de que fue un matrimonio arreglado, esperé más amor del que él no estaba dispuesto a entregarme, así que lo pagó con sangre.

—¿Dónde está Yerik? —Daen tira de mi cuerpo, obligándome a terminar detrás de él, lejos de los ojos de aquella mujer—. Ambos están trabajando juntos.

—Yo no trabajo con nadie, Daen —Ella responde, con una media sonrisa—. ¡Perro!

Mi arma se levanta con rapidez, y no dudo en apuntar con ella al hombre que entra a la habitación. Está cargando un cuerpo. Este lleva un traje gris, y mi boca cae abierta cuando su rostro entra en mi campo de visión. Era el mismo que estuvo en el restaurante del hotel. Era él. ¡Yo no estaba equivocada!

KILLER © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora