4.

14.5K 1.3K 49
                                    

El silencio del auto me tiene completamente incómoda. Hace más de una hora que habíamos llegado a Australia y Daen había mantenido silencio luego de que hayamos encontrado aquel ojo en el pastel...

—¿Quién es Killer? —Silencio. Varios ojos están sobre mí pero ninguno es capaz de responder la simple pregunta—. ¿Por qué me querría muerta?

Silencio es lo único que recibo. No puedo evitar soltar un gruñido por lo bajo. Claramente la amenaza iba dirigida a mí, había algo de lo que me estaba perdiendo...

Algo que me dijese la verdad.

—¿Por qué simplem...

—¿Puedes cerrar la boca, Hel? Necesito pensar y tu voz es algo irritante. —Mi boca prácticamente cae sobre el asiento de cuero. Daen me observa con el ceño fruncido y vuelve la vista hacia la ventanilla.

Arman me observa, parece nervioso y en guardia, como si en cualquier momento estuviera listo para atacar. El casi invisible movimiento de cabeza no me pasa por alto.

¿Qué diablos estaba pasando?

—Te puedes ir al infierno, Daen —respondo, sabiendo perfectamente que él me escuchaba—. Tú y tu maldito temperamento no son más que un grano en el culo. No veo la hora en que desaparezcas de mi vida.

No obtengo respuesta alguna, por lo que opto por ignorar a todos en el interior del gran auto. Puedo sentir a Daen removerse en el asiento, pero no giro mi cabeza en su dirección.

Un resoplido es liberado de mi parte cuando siento me teléfono vibrar en el bolsillo de mi pantalón, cuando logro liberar el aparato, me sorprendo un poco al ver el numero de la casa... mansión de Australia.

Sin pensarlo dos veces, respondo.

—¿Nana?

—¿Hel?... Mi Hely —Los sollozos incontrolables del otro lado de la línea me confunden con rapidez—... mi niña.

—¿Nana?, ¿Qué ocurre?, ¿Por qué estás llorando? —Mis preguntas quedan al aire cuando el teléfono es arranchado de mis manos con rapidez. El dedo de Daen no pierde el tiempo y coloca el altavoz.

—Hely... no vengas, por favor, no vengas aquí. —Un fuerte golpe, se escucha seguido de un quejido de parte de la Nana, Bertha, suelta un grito que me eriza cada vello de mi piel.

—¿Bertha? —Daen intenta hablarle, pero los golpes incesantes del otro lado de la línea, solo van en aumento. Luego, el silencio de la línea inunda mi sistema con miedo.

¿Qué diablos estaba pasando?...

—Te lo dije —La voz distorsionada y tenebrosa resuena con fuerza, llamando mi atención—. Te dije que no la trajeras aquí, Hamilton, están en mis manos.

—¡Hel, no vengas a este lugar! —Mi mano cubre mi boca ante el desgarrador grito de Bertha. Podía ver mis ojos completamente nublados por las lágrimas que empezaban a aglomerarse en ellos.

—El mensaje ha sido enviado, Hamilton... ¿O quieres que ella termine como tu mami?...

—¡Hijo de perra! —El rugido de Daen me hace saltar en mi propio lugar, dejando que un sollozo se escape de mis labios—. ¡Te mataré!

Debo pegarme con rapidez a la puerta del auto, evitando que —de algún modo–, Daen termine por hacerme daño. Puedo ver como su mano aprieta el aparato, con fuerza y debo obligarme a respirar con normalidad.

—¿Escuchas esos sollozos, Hamilton? —La distorsionada voz nuevamente irrumpe en el silencio del auto—. Son los últimos sollozos que saldrán de ella... como los últimos gritos de tu madre, ¿Aun lo recuerdas, pequeño?

KILLER © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora