Capítulo 1

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La alarma suena. Genial, otro día más. Intentó ignorar el chillido que emite el reloj y dormir unos minutos más pero ese insoportable sonido es demasiado para mí. Tengo los oídos demasiado sensibles desde pequeña.
Me resigno y apago la alarma. Tomó una ducha relajante y me preparo para ir al colegio. Tomo lo primero que encuentro en el armario y me encaminó hacia el comedor. Ahí encuentro a mi madre. Estaba cocinando tocino. Hmmm, mi favorito. Succiono todo en mi plato, me despido de mi familia y salgo camino al colegio.
Después de un par de cuadras me encuentro fuera de la casa de Valeria, mi mejor amiga. De repente, siento una punzada que atraviesa todo mi cuerpo obligándome a redoblar me para contener el dolor. Cuando levantó la vista, me encuentro con un par de ojos analizándome. Unos ojos amarillos que pertenecían a una cara de belleza exorbitante. Otra punzada me recorre y me obliga a cerrar los ojos. Al abrirlos, había desaparecido.
-¡Amanda! ¿Pero qué estás haciendo, te encuentras bien?-escucho a  Valeria gritar desde su puerta.
Asiento con la cabeza y le indicó con el dedo que es tarde. Valeria sale corriendo y se une a mí en la banqueta.
Durante el camino, Valeria me platica sobre el último libro que leyó y la ropa que quiere comprar pero yo no le estoy haciendo caso. Mi mente está en esos ojos amarillos de hace un rato.

Llegamos a la escuela justo a tiempo para la primera clase. Literatura con la señorita Evans. Tomo mi asiento junto a la ventana y escucho la lección sobre el Romanticismo. Estoy a punto de quedarme dormida cuando una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo. Me quedo pasmada.
-Deberías poner más atención en clase-me dice una voz grave, desconocida para mí
Me volteo frenéticamente hacia a todos lados para tratar de encontrar la fuente de aquella voz
-No me encontrarás ahí-se ríe- ¿por qué no intentas la ventana?
Me quedo rígida en mi asiento por un segundo. Volteo la cabeza poco a poco y ahí están. Aquellos penetrantes ojos amarillos viéndome con una mezcla de amenazas y promesas. Lo mijo con ojos como plato y él me sostiene la mirada, impasible en el rostro, pero con total expresión en su mirada.
-Hola, Amanda-son las últimas palabras que escucho antes de que todo se vuelva negro.

Tomada por la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora