La luz hace que abra los ojos. Miro a mi alrededor y me doy cuenta que ya no estoy en aquella oscura habitación mi mucho menos atada a esa dura cama.
Estoy ahora en una cama con sábanas de seda, con decoración rústica y unas ventanas que cubrían la pared entera. Me paro y me dirijo a la ventana ¿dónde es qué estoy? Afuera, hay un hermoso jardín lleno de flores bien cuidadas y el sol brilla. Toco el cristal como si eso me permitiera transportarme afuera.
-Veo que has despertado-escucho esa voz rasposa que resulta ahora familiar-¿cómo te sientes?-pregunta. Y veo cómo su boca se levanta en una sonrisa torcida.
Bastardo. Seguro sabe que la cadera me duele como los mil demonios. Le devuelvo una mirada cargada de odio. Él simplemente sonríe mientras se acerca a mí con un paso lento. De pronto lo tengo frente a mí, sus labios apenas rozando los míos.-No me digas que no lo disfrutaste-soltó con arrogancia.
-Ni en lo más mínimo-le respondí con todo mi odio contenido.
Sus ojos, al escuchar estas palabras se oscurecieron junto con su rostro. Me estampó contra la pared y colocó sus brazos a los lados de mi cabeza.-No me hables así-dijo furioso- soy tu dueño y no tengo paciencia para este tipo de insolencias.
No me asustaba en lo más mínimo. Le odiaba. Su clan había asesinado a mi padre y eso era algo que nunca les perdonaría.
-No soy tuya ni de nadie-escupí con rabia-así que quítate de mi camino-traté de moverlo pero era demasiado fuerte.
Sus ojos, se tornaron todavía más oscuros, y con una fuerza sobrehumana, me lanzaron contra la cama. Lo tenía sobre mi. Sin darme tiempo de nada, comenzó a besarme. Sus labios, que hasta ahora no había sentido, eran suaves, carnosos y calientes; se acoplaban perfectamente a los míos. Use todas mis fuerzas para resistirme a ese beso, pero era como si un lazo invisible nos uniera. Mi cuerpo reaccionaba automáticamente a su contacto.
-No te resistas-susurró en mi oído-ahora voy a demostrarte que eres sólo mía.
Sus besos se volvieron más apasionados, más exigentes. Sin poder resistirme, le seguí el beso con la misma pasión. Sus manos, comenzaron a rozar mis pechos por encima de la tela, su reacción fue inmediata. Sin dejar de besarme, tomó uno de los pezones y comenzó a juguetear con el. Demonios, que bien se sentía.
Comenzó a bajar sus besos por mi cuello hasta llegar a mi clavícula donde paró para observarme fijamente.-Eres hermosa-susurró antes de seguir su camino por mi cuerpo.
Arrancó mi camisón sin reparos dejándome solo en bragas. Noté como sus pupilas se dilataron. Sin perder el tiempo, comenzó a delinear mis pechos con su lengua. Arqueé mi espalda y dejé escapar un gemido. Él se rió por lo bajo. Continuó el trabajo con su lengua y fue bajando por mi abdomen y llegando hasta su objetivo: mi sexo.
Tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros dándole un total acceso. Aún con las bragas, metió su nariz en medio de mis piernas e inhalo.
-Hueles delicioso-soltó en un jadeo. Su voz deformada por el deseo- y eres solo para mí.
Bajó las bragas y las lanzó al suelo. Ahora sí estaba desnuda. El se quitó los pantalones.
Solté un grito de sorpresa cuando sentí su lengua dentro de mí. La movía lentamente, tentándome. Pronto, comenzó la acción. Empezó a meter sus dedos uno a uno en mí con una velocidad increíble, sin piedad. Solté un grito cuando metió el último, todo mi cuerpo estaba en fuego.
-Por favor-supliqué. Esto se estaba convirtiendo en un hábito.
-¿Me deseas?-dijo mirándome a lo ojos, una sonrisa entornada cubría su rostro.
Lo odiaba. Nunca lo perdonaría y antes muerta que ser suya, pero necesitaba llegar al orgasmo. No podía dejarme así. Le dije justo lo que deseaba escuchar.-Si, te deseo-dije conteniendo las lágrimas-por favor.
Una sonrisa iluminó su rostro. Sus ojos, perdieron esos negros matices para dar paso a un amarillo brillante y lleno de deseo. Se despojó de sus bóxers y de su camisa.De no haber estado pegada a mi cabeza, mi mandíbula se habría caído. Tenía un cuerpo hermoso. Una espalda ancha y fuerte pegada a un torso muy bien trabajado y tonificado. Era hermoso. Deseché esos pensamientos en el segundo en que llegaron a mi mente. No podía dejarme engañar. Él era un monstruo, aunque uno muy guapo.
De pronto estaba dentro de mí. Mirándome a los ojos, posesivo. Comenzó moviendo la cadera lentamente sin apartar la mirada ni un segundo. El ritmo fue aumentando progresivamente. Pronto me embestía como una bestia indomable, cegado por el deseo. Yo ayudaba con el trabajo moviendo mis caderas. Llegamos rápidamente al orgasmo y soltamos un grito al unísono.
Salió de mí y se acostó a mi lado jalando mi cuerpo contra el suyo.
(******)
Cuando desperté, Sam estaba a mi lado. Me miraba con admiración. En cuanto lo vi a mi lado, retrocedí lo más que pude, no lo quería cerca de mí.El problema es que me alejé tanto que bueno, caí de la cama.
-¿Ya vas a parar de ser tan inmadura?-escuché que preguntaba. Tenía un atisbo de burla en su tono.
Me levanté tratando de recuperar la poca dignidad que me quedaba. Mis cachetes rojos de la pena.
-Ya te lo dije-respondí desafiante- no quiero nada contigo. No soy ni seré tuya. Nunca- la última palabra la dije con toda la intención de hacerlo enojar. Pero no se inmutó. Sólo se quedó sentado en la cama mirándome fijamente.
-Creo que es hora de que hablemos- contestó calmado.
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Tomada por la Bestia
Hombres LoboLa habitación está oscura. Trató de moverme para ver si hay alguna ventana para escapar pero las cadenas me lo impiden. Aprisionan mis tobillos y muñecas y me dejan extendida sobre la cama. Con un trozo de seda nada más cubriendo mi cuerpo. Siento c...