Capítulo 23

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Había pasado un mes.

Un mes de "normalidad". Un mes de escuela, tareas, amigos y proyectos.

Un mes sin Sam, sin Lucian.

Pero me estaba muriendo. Sentía como por dentro, todo mi cuerpo se iba apagando, poco a poco; como si la energía vital simplemente se estuviera desvaneciendo. Había tratado con pastillas y medicamentos, pero dais perfectamente que esto iba más allá de cualquier cosa que la medicina humana pudiera abarcar. Los necesitaba.

Pero no quería volver a ellos, a esa vida llena de sufrimiento y de mentiras. Encontraría la manera de sobrevivir, de aprender a vivir sin ellos.

Los extrañaba, a ambos a su manera. Era algo indescriptible. Me sentía en medio de un triángulo amoroso por más cliché que sonara. A Sam, al que había llegado a amar y a quién me entregué para que me marcara. Por qué sí, no cabe duda que lo amaba y por lo mismo no creía ser capaz de perdonarlo por eso que me hizo. Su ausencia la resentía mi cuerpo, mis defensas bajaron y por lo tanto, estaba enferma todos los días.
Y Lucian, mi mate. A él no lo conocía, no había tenido nada de contacto físico con él, pero por el simple hecho de ser mi mate, sentía una atracción hacía él, una fuerza invisible que hacía que lo pensara, que lo añorara con fuerzas y al estar lejos, sentía un vacío un hueco que sabía sólo él podía llenar.

Estábamos en la cafetería. Era después de clases pero nos habíamos quedado para hacer un proyecto.

-Hey, Amanda ¿estás bien?- la mano de Valeria estaba agitándose justo frente a mi cara.

-Ahh si, claro- respondí distraídamente esperando que las miradas se desviarán de mí, pero eso no sucedió- perdón, no estaba escuchando, ¿cuál era la pregunta?

Valeria rodó los ojos y soltó un bufido.

-Hemos dicho que si prefieres hablar al principio o al final.

-Al principio, está bien- realmente no estaba poniendo atención.

Vaya, qué sorpresa. Es realmente algo inesperado.

Mi subconsciente seguía igual que siempre.

(***)
Por las noches, soñaba con ellos. Veía a veces los ojos azules de Lucian o los amarillos de Sam.

Pero eran pesadillas. Sólo podía recordar el dolor que teñía aquellos ojos azules la última vez que los vi, antes de que saliera por la ventana y a Sam con sus ojos bien abiertos en sorpresa cuando estaba sobre aquella mujer.

Todas las noches venían a mí esos horribles pensamientos. Ojos, clanes, castillos, mentiras, asesinatos...guerras.
Hasta que no sabía cuando, pero me quedaba dormida.

Aquella noche, estaba despierta. Tenía una sensación extraña, desconocida. Valeria estaba en el 4to sueño en su recámara (seguía viviendo con ella) la podía escuchar s través de las paredes. Roncaba como oso.

Tal vez no son las pesadillas las pesadillas las que no te dejan dormir.

Estuve dando vueltas en la cama hasta que cerré los ojos, quería dormir. Y sucedió.

Como un sueño, aparecieron en mi cabeza imágenes de Lucian en el bosque, el bosque de la escuela, esperándome.

En segundos, estaba vestida y salía corriendo por la puerta principal. Sabía que me estaba contradiciendo, que había dicho que no quería nada más que ver con ellos, pero el simple hecho de saber que estaba tan cerca, nubló cualquier otro pensamiento.

Tomada por la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora