Capítulo 14

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Al despertar, sentí su brazo rodeándome la cintura. Sonreí. Se quedó la noche contigo. Me giré para verlo de frente. Su pelo caía sobre sus rostro que se veía relajado. Era hermoso. Acaricié su mejilla y abrió los ojos.

-Buenos días- susurró- ¿cómo dormiste?

-Bastante bien- sonreí coqueta. Había quedado agotada por la noche anterior.

De pronto, sentí un hormigueo en mi hombro justo dónde me había mordido. Como si él lo hubiera sentido también, llevó su mirada a ese punto.

-Hoy-dijo-te espero en el jardín en la noche.

Asentí y el salió de la habitación, me sentí un poco decepcionada. Salí de la cama y me dirigí a la ducha.

(******)
Pasé toda la mañana pensando en qué sería lo que Sam tenía planeado. Traté de leer, pero los nervios me lo impedían. Cuando por fin llegó la noche, salí ansiosa al jardín. Sal ya se encontraba allí.
Estaba solo en un short de lana que colgaba de sus caderas, la luna iluminaba su cuerpo y parecía un Dios sacado de alguna leyenda antigua. Volteó y sonrío al verme, me tendió su mano y me pegó a su cuerpo.

- ¿Estás lista?-me preguntó.

Asentí y de pronto, se separó de mí. Se alejó un par de metros y en un abrir y cerrar de ojos, tenía un hermoso lobo frente a mí. Era de un café cobrizo, grande y muy imponente. Lo único que logré reconocer fueron sus ojos amarillos que me miraban fijamente.

-Ahora hazlo tú-dijo su voz en mi cabeza.

Ignoré su voz y me acerqué a él. Era hermoso. Aspiré su aroma y acaricié su pelaje. Mi lobo, pensé.

-Vamos, quiero verte-me insistió.

Me alejé un poco de él. ¿Qué se supone que tenía que hacer? Nunca había hecho algo parecido. Convertirse en un lobo no era algo que hiciera todos los días.

Tomé una gran bocanada de aire y me imaginé mi cuerpo tomando la forma de una loba. Mis brazos, mis piernas, manos y pies cubiertos de un pelaje castaño claro, como el mío. Con esa imagen en mi cabeza, me imaginé corriendo por el bosque como lo había hecho toda mi vida siendo libre y con Sam a mi lado. Me perdí en ese pensamiento y cuando abrí los ojos, tenía los de Sam en frente de mí, al mismo nivel, mirándome atentos.

-Eres hermosa-declaró con admiración y entonces cuando supe que lo había logrado.

Corrimos toda la noche. El viento se sentía en todo mi cuerpo, la tierra en mis patas. Por fin me sentía bien, era el mejor sentimiento que había experimentado en mi vida. Sam me dejó hacer lo que quisiera, sin darme restricciones. Incluso a la hora de cazar.
Mientras corríamos, encontramos un ciervo. Estaba pastando muy tranquilo, pero en cuanto lo olí un sentimiento se plantó en mi estómago.

-Tienes hambre-me explicó Sam-ve, sigue tus instintos.

Y así lo hice, perseguí al cuervo hasta que logré atraparlo y clave mis colmillos en su cuello. Dejó de forcejear en cuestión de segundos.

-Muy bien, aprendes rápido.

Cuando terminamos con el ciervo me sentía extasiada, esta vida era para mí.

Regresamos a la casa justo antes de que amaneciera. Sam se transformó en cuestión de segundos en humano, a mí me costó un poco más de trabajo. Realmente no lo deseaba. Cuando por fin lo logré, entramos. Afuera hacía frío para nuestros cuerpos humanos.

-¿Te gustó?-preguntó con una sonrisa que cubría todo su rostro.

-Me encantó, gracias.

Depositó un fugaz beso en mis labios.

-Puedes salir cuando quieras, pero por favor no te alejes, no soportaría que algo te pasara.

Asentí y entonces fue mi turno de besar sus labios. Nos fundimos en un tierno beso que fue demasiado corto para mi gusto.

-¿Cómo hago yo para hablar contigo?-pregunté

-¿Cómo?-respondió evidentemente confundido.

-Sí, en tu cabeza.

Me sonrió.

-Sólo hazlo-dijo-imagínate tu voz dentro de mi cabeza. Es bastante simple-en sus ojos existía una chispa alegre. Al parecer le divertía.

-¿Y qué es tan gracioso?-pregunté en modo de juego.

-Que nos sepas hacer...esto-terminó en mi cabeza. Este hombre se estaba burlando de mí.

De dediqué una mirada de fingido enojo y él respondió con una risa.

-Eres maravillosa, Amanda.

Mis ojos se iluminaron y plantó un beso en mi mejilla. De verdad le quería.

Se escuchó un carraspeo que nos sacó a ambos de nuestro ensueño.

-Señor-dijo el responsable-tenemos problemas.

Sam hizo cara de fastidio y se alejó de mí. Volteó a ver al hombre que se encontraba al otro lado de la habitación.
Al verle la cara, el gesto de Sam se tornó serio. Su cara de alfa, pensé.

-¿Son ellos?- preguntó irritado. Al ver al hombre asentir todo su cuerpo se tensó y sus puños se apretaron.

-Amanda, ve al cuarto. Mañana continuaremos.

-Pero...

-¡Pero nada!-gritó serio. Di un respingo y por reflejo un paso también hacia atrás-sólo haz lo que te digo.

Asentí con prisa y me retiré s mi cuarto. ¿Quiénes eran "ellos" y por qué alteraban tanto a Sam? ¿Acaso eran peligrosos?
Con todos estos pensamientos, me quedé dormida.

Tomada por la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora