Capítulo 22

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Es una mala idea.

Es una muy mala idea.

Es una malísima idea.

No había nada que hacer. En cuanto Lucian me dejó me había sentido estúpida, sola y desesperada. Había perdido a dos de las personas que más me importaban en un lapso menor a 48 horas.

Lo que estaba haciendo era egoísta, pero por lo mismo, a este punto ya no me importaba. Sólo quería verla de nuevo  y (aunque no podría decirle la verdad) hablar con ella. Un- conversación normal y corriente.

Llegué por fin a su casa y toqué el timbre. La puerta se abrió y la persona tras ella se quedó allí, pasmada, como si estuviera viendo a un fantasma. Pero en cuestión de segundos, la sorpresa desapareció de su rostro y se abalanzó sobre mí en un abrazo eufórico, lleno de desesperación y angustia.

-Te odio tanto- su voz sonaba quebrada y fue entonces cuando me di cuenta de que las dos estábamos llorando.

-Lo sé -fue lo único que respondí.

(***)
Horas más tarde, ya me encontraba sentada sobre su cama con un tazón de palomitas enorme entre las piernas. Estábamos viendo una película, pero realmente no le prestábamos atención, más une estábamos enfrascadas en una conversación en la que Valeria se dedicaba a ponerme al corriente de los chismes que rondaban en la escuela.

-Debiste verlo -tomó un puño de palomitas y las metió en su boca a pesar de estarse  atragantando de la risa- la puse en su lugar de inmediato. Después de eso, no volvió a verme siquiera. Creo que me tiene miedo. - agregó con una voz triunfante.

Extrañaba a esto, a mi mejor amiga y nuestras pláticas. A pesar de la tranquilidad que sentís al estar con Valeria, una voz en mi interior no paraba invadirme con cierta tristeza y hasta angustia.

¿Cuánto tiempo vas a seguir fingiendo que todo está bien? ¿Cuánto antes de que Lucian y Sam te empiecen a buscar? O peor, ¿cuánto antes de que no puedas seguir ocultando la verdad a Vale?

Todos estos pensamientos invadían mi cabeza, pero no dejaría que me afectaran. Me dedicaba a apartarlos y concentrarme en el ahora. En mi mejor amiga ahí, frente a mí, tan ajena a toda la mierda que había estado viviendo los últimos meses y alegre como siempre. Pero de pronto, hizo la pregunta de los 100,000 dólares. Aquella pregunta que había estado evitando (y le agradecía por ello) pero que en algún momento tenía que salir a flote.

-¿Dónde habías estado?- su mirada, expresaba toda la preocupación que la había invadido pero también ese pequeño resentimiento que sentía. La había abandonado, así sin más; sin una explicación ni un llamada, nada.

Me vi sumergida en una mentira sobre mi abuela enferma y sobre cómo había tenido que cuidarla por todo este tiempo. Fue bastante patética, pero a pesar de no creerme, ya no hizo más preguntas.

(***)
Al día siguiente, decidí ir a la escuela. No me importaban los riesgos ni las consecuencias que podría tener el hecho de intentar volver a mi vida "normal". Lo intentaría hasta el último momento que me fuera posible, necesitaba volver s la rutina, aunque fuera unos pocos días.

Pero me sentía fatal. Mi madre me había advertido que una vez que Sam me encontrara, estar lejos de él resultaría en la enfermedad y posteriormente la muerte.

Y sí que lo sentía.

Me sentía enferma, débil y con un fuerte dolor de cabeza.

Pero por el otro lado estaba Lucian. Ese sentimiento era diferente. No me sentía enferma, ni con dolor, más bien sentía un inmenso vacío dentro de mí; como si una parte esencial de mí faltara y una inmensa tristeza me invadía. Lo extrañaba.

Pero no me importaba, me alejaría de aquella vida lo más posible. Misma que se me había impuesto sin tener algún opinión y en la que me había visto inmersa de una manera brusca y sin reparos.

Estábamos en el tan familiar camino a la escuela, platicando y comentando la película que vimos a medias el día anterior. Todo iba bien, a pesar de que me moría por dentro, logré superarlo. Al llegar a la escuela, fui víctima de múltiples miradas de los curiosos y metiches que se sorprendían de verme de nuevo. Los ignoré, no era algo que realmente me afectara.

Llegamos al salón mucho antes de que la clase comenzara y Vale me explicó un poco de lo que me había perdido en mi ausencia y me pasó algunos apuntes.

Como siempre fui una "excelente alumna" el director no tuvo problemas en que volviera a unirme a mis clases normales. Me sentí halagada, habría pensado que me haría repetir año.

Así, sobreviví a mi primer día de vuelta a clases.

¿De verdad piensas que todo esto va a funcionar? No puedes fingir que no eres parte de todo eso, porque lo eres.

Pero yo la ignoraba. Y así, los días se convirtieron en semanas. Y el dolor y el malestar que tenía se hacían cada vez más grandes.

Tomada por la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora