-Tengo que salir-susurré para mis adentros.
Hacía tres días que no tenía contacto con nadie y eso me estaba matando. Pero hoy era el día, saldría a explorar la casa en la que me encontraba y enfrentaría a Sam. No podía mantenerme encerrada por mucho tiempo más.
Tomé una ducha rápida y me vestí. Cuando me asomé por la puerta, no había nadie que le impidiera salir.
Con paso decidido, recorrí el pasillo hasta que llegué a la cocina. Decidí cocinar algo para mantener mi mente ocupada. Unos hot cakes estarían bien.
Saqué todos los ingredientes necesarios y me pude manos a la obra. Me encantaba cocinar, hacía que mi mente se distrajera por unos momento de todo lo que me rodeaba.
Cuando terminé busqué un plato para poder servir mi deliciosa creación, pero mi corta estatura no ayudaba en nada. Me paré de puntitas para alcanzar la puerta de la alacena cuando sentí una mano posarse en mi cintura.-Aquí tienes-dijo el dueño de esa mano con un tono divertido.
Me volteé para tomar el plato y me encontré con unos ojos azules que reían divertidos.
-Gracias-dije aún sorprendida por su belleza. Tenía el pelo castaño largo hasta los hombros y una quijada marcada y fuerte.
-Así que tú eres de Sam-dijo acercándome con la mano que aún tenía en mi cintura. Su se ensanchó al ver mi sorpresa. Acercó su nariz a mi cuello e inhaló profundamente- hueles a él-susurró en mi oído.
Me sentía abrumada, ¿quién era él y qué es lo que quería? Mi pobre mente estaba tratando de encontrar respuestas al caos en mi cabeza cuando de pronto sentí sus labios sobre los míos. Fue un beso rudo, me lastimó. Abrió mi boca sin consideraciones y me apretó fuertemente contra su cuerpo. Estaba atrapada.
Pronto, sus manos bajaron a mis glúteos donde propinó un fuerte apretón. Me removí lo más que pude para evitar que continuara, pero era imposible, tenía una fuerza increíble. Comenzó a jugar con el botón de mi short mientras yo me movía debajo de él dificultándole la tarea.-¿¡Qué mierdas crees que haces?!-escuché a la vez que esos labios eran arrancados de mi cuerpo.
El muchacho de ojos azules salió volando y entonces vi a Sam. Su pecho subía y bajaba de forma desenfrenada y sus ojos se habían oscurecido.
-¿Estás bien?-preguntó Sam mirándome fijamente. Estaba furioso. Y no sólo con él, también conmigo.
-Sí-respondí agitada.
-No la vuelvas a tocar, Ethan-dijo volteándose al muchacho- es mía. Si vuelvo a ver que te acercas a ella, te las vas a ver conmigo- sus ojos estaban llenos de furia.
Ethan sonrío y me dedicó un guiño antes de desaparecer por el pasillo.
Sentí los ojos de Sam clavarse sobre mí.-¿En qué estabas pensando?- dijo molesto-No conoces la casa ni a nadie en ella. Pudieron haberte lastimado.
-Yo estoy harta de estar encerrada-dije armándome de valor- Me tienes ahí como si fuera una prisionera o algo peor. Necesito salir, ver a mi amigos, a mí madre...-mi voz se cortó un poco.
-Lo sé, lo sé. Pero no puedes salir hasta que te marque. Cortés muchos riesgos. Por favor, dame tiempo- sus ojos se habían suavizado y ahora me miraban implorantes.
-¿Marcarme?
-Sí-soltó un suspiro- Para completar el pacto, tengo que morderte -abrí los ojos como plato- Tranquila, es algo muy breve. Pero tengo que hacerlo para asegurarme de que seas mía.
"Verás, el pacto decía que cualquiera del clan podría reclamarte, nunca se especificó él quien. Por lo tanto, cualquier troglodita puede llegar y marcarte. Pero tú eres mía, yo sé que lo sientes al igual que yo lo hago contigo. Pero por favor, quiero que te adaptes antes a nosotros, dame unas semanas más. Entonces te marcaré y podrás salir- me miraba triste y suplicante- de verdad quiero que esto funcione.Me quedé sin palabras por un momento. Aquella bestia que vi por primera vez se había convertido en alguien hermoso y lleno de nostalgia en su corazón. Me dieron ganas de abrazarlo y decirle que todo estaría bien.
-De acuerdo- acepté- pero quiero salir por lo menos al jardín.
-¡Diego, Andrés!-vociferó.
-Díganos, señor
-A partir de ahora quiero que acompañen a Amanda al jardín. No quiero que la pierdan de vista ni un segundo. ¿Entendido?
-Si señor-respondieron al unísono.
-¿Feliz?-preguntó. Una chispa brilló en sus ojos.
-Gracias-dije. Y por primera vez desde que lo conocí, sentí otra cosa que no fuera odio hacia él.
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Tomada por la Bestia
WerewolfLa habitación está oscura. Trató de moverme para ver si hay alguna ventana para escapar pero las cadenas me lo impiden. Aprisionan mis tobillos y muñecas y me dejan extendida sobre la cama. Con un trozo de seda nada más cubriendo mi cuerpo. Siento c...