Capítulo 31

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Iba por el cuarto mes y la pancita empezaba a notarse. Además de que por fin podría saber si era niño o niña; la cita estaba para el día de hoy y Lucian me acompañaría.

Había tomado muy bien el hecho de que fuera de Sam; mejor de lo que me habría imaginado. Hubo una pequeña pelea por el hecho de que no le dije en el momento justo que me enteré, pero fuera de eso, lo aceptó.

-No me importa de quién sea el bebé- soltó un suspiro- lo voy a criar a tu lado y lo voy a amar como si fuera mío; es lo menos que puedo hacer por Sam.

Sabía a lo que se refería; agradecerle por salir de mi vida, pero jamás lo diría en voz alta.

Pero sí que había cumplido su palabra. Me acompañaba a todas las citas, cumplía con todos mis antojos y caprichos y presumía al mundo que iba a ser padre. No ocultábamos el hecho de que su padre biológico fuera Sam, pero a nadie parecía importarle. La manada entusiasmada llegaba con regalos y comida casi cada día. Me sentía feliz, en familia.

Por las noches, soñaba con mi bebé. Veía sólo una carita pálida con ojos amarillos grandes y hermosos bajo una cabellera negra. Así quería a mi pequeño/a, lo más parecido a su padre posible y sin ninguna intervención de mi parte.

Como faltaban un par de horas para la cita, decidí tomar un baño relajante en la bañera. Llevaba todo el día en la habitación porque Lucian me prohibía salir. "No es bueno para el bebé", "Limítate a dormir y comer", "Blah, blah, blah". Iba a enloquecer y la tina perecía la mejor opción.

La llené con jabones y burbujas con olor a Jazmín y me metí en ella lentamente. Nunca había tenía do una bañera cuando vivía con mi madre, pero ahora era toda una adicta. Me tomé mi tiempo, a fin de cuentas tenía tiempo de sobra. Decidí leer para pasar el tiempo y cuando estuve aproximadamente media hora ahí metida, decidí que era momento de salir  y vestirme.

Odiaba los vestidos, pero con esta nueva extensión de mí, se habían vuelto lo más cómodo. El que elegí tenía un estampado de flores y una pequeña cinta que hacía de cinturón.

Cuando estuve lista, me recosté de nuevo a esperar que Lucian llegara. No le tomó mucho; a eso de los 15 minutos ya estaba tocando la puerta emocionado.

-Amanda, ¿estás lista? Vamos, no quiero llegar tarde.

Me dirigí a abrir la puerta y lo encontré devolviéndome una mirada llena de alegría y emoción. Sonreí y salí con él.

(**)
-Muy bien, ¿están listos?- la doctora nos miraba con una sonrisa plantada en el rostro y sosteniendo un aparato para realizar el ultrasonido.

-Sí - respondimos al unísono. Yo estaba recostada mientras él se mantenía a mi lado; nuestras manos entrelazadas.

Un líquido frío entró en contacto con mi piel. La doctora ya había entrado en acción y estaba frotando mi panza con esa sustancia. Después, tomó el aparato y lo puso encima de mi pancita. La pantalla se iluminó con una escala de grises y negros mostrando una silueta. La silueta de mi bebé.

La doctora comenzó a moverse sobre mi panza buscando el ángulo indicado. Podía escuchar los latidos de su pequeño corazón. Lucian apretó mi mano y pude ver cómo miraba la pantalla con un rostro ansioso.

Por fin, el aparato paró y la doctora comenzó a hablar.

-Ahí. ¿Lo ven?- señaló la pantalla con un largo dedo.

Al parecer, nuestras caras fueron de completa ignorancia porque ella rió y negó con la cabeza.

-No, claro que no. -movió nuevamente el aparato y entonces sí que pude verlo.

El bebé estaba de frente. Podía ver perfectamente su cabeza, sus manitas y piernas. Una lagrima de deslizó por mi mejilla y me apresuré a retírala.

-Es una niña- la voz de la doctora era suave.

La alegría me inundó y solté una risita. Una niña. Me imaginé a una hermosa niñita con ojos amarillos y brillantes. Sonreí al instante.

Lucian me volteó a ver y supe que también estaba feliz. Tenía sus ojos llenos de luz, relucientes.

-Una niña- repitió- Nadie se va a meter con ella; ciertamente va a ser una niña consentida. ¡Oh!- pareció recordar algo- Vamos a comprar las cosas. El cuarto, ya hay que pintarlo. El otro día vi algunas opciones, no quiero hacerlo rosa, me parece muy común. ¡Y la ropa! No había querido comprar nada porque bueno, aún no estaba seguro. Pero ahora... oh si, vi un vestido hermoso el otro día. Yo sé que no te gustan los vestidos, pero estoy seguro de que te encantará.....

Paró de golpe. Tanto la doctora como yo lo veíamos con los ojos abiertos como platos. Al instante, todo su rostro tomó un color rojo y trató de cubrirse con las manos. Me estiré y le tomé una antes de que lo lograra. No podía disimular la sonrisa que crecía en mí.

-Te amo- fue lo único que dije y él me respondió con una hermosa sonrisa y un beso.

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Hola.
Este estuvo más feliz, ¿no? Espero lo estén disfrutando. Sé que me odian por Sam (yo me odio igual) pero yo aún las amo.

No se olviden de leer "El Mate Equivocado", esa también está cool.

Adiós :)

Tomada por la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora