Capítulo 36

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No tenía mucho que había dejado el hospital. Tendría apenas unas cuantas semanas y mi madre parecía mi sombra. No se me despegaba ni un solo momento y me ayudaba ahora que yo estaba atascada en cama. Resultaba que aquello que tato había querido decirme -la razón por la que había actuado tan extraña en el hospital- era porque había conocido a alguien. Un tal Tomás que también había perdido a su mate. El susodicho era parte de la manada de Lucian y la había traído a vivir con él justo un día después del ataque ¿quién lo diría? 

Hablando del ataque, debido al golpe, iba a ser necesario sacar a los bebés un poco antes, pero para mi era mejor. No podía esperar a tener dos hermosos pedacitos de Sam en mis brazos. Todavía no tenía los nombres pero pensaba en algo como Aiden y Scarlett. Mis pensamientos estaban a la deriva cuando un toquido en la puerta me volvió a la realidad. 

-Amanda, ¿puedo hablar contigo? 

Era mi madre. Tenía el pelo recogido en un chongo firme, perfecto y sin ningún pelo fuera de lugar. en su cuerpo llevaba un vestido ceñido, mas no provocativo. 

-Claro, ma.- hice un esfuerzo y logré sentarme con la espada pegada a la cabecera. Esta pancita se volvía cada vez más y más estorbosa. 

Por su mirada, no parecía que estuviera muy feliz. 

-¿Qué pasa?

Soltó un suspiro. 

-¿Recuerdas a Mónica?

Mis ojos se abrieron en sorpresa. La pregunta adecuada sería ¿quién no recuerda a Mónica? Esa estúpida que casi causa que pierda a mis bebés. 

-Nop, no me suena.- respondí un poco más grosera de lo que esperaba- Lo siento. 

-Fue una pregunta estúpida. Lo que quiero decir es que..

-Vamos madre, no puede ser tan malo. 

-Se perdieron vidas.- comenzó- La invasión de su manada dejó a gente inocente muerta, gente que no tenía nada que ver y que no estaba preparada.

Comencé a sentir nauseas. ¿Estaba diciendo que esto era mi culpa? Porque definitivamente así se sentía. Mónica atacó a la manada para vengarse de mí.

Era mi culpa. 

Estaba harta, harta de todo lo malo que me rodeaba. Harta de guerras y de muertes; harta de sangre y harta de las injusticias. 

Una mano más que conocida contra mi rostro -secándome las lágrimas- fue lo que causó que poco a poco volviera a escuchar. 

-Shh, no llores. Todo está bien, cariño. 

No sabía en qué momento, pero Lucian estaba ahí. 

-Nada de esto es tu culpa. Lo que tu madre quiere decir es que a pesar del desastre que se causó, algo bueno salió de eso. Una alianza. 

¿Alianza? ¿Pero y ahora de qué demonios me están hablando? 

Resultó que en sus últimos días, Sam se había dedicado a intentar parar la guerra entre ellos y Lucian (tarea difícil debido a los años que llevaban como enemigos). Al parecer, su muerte lo único que había causado era más odio a Lucian y a los suyos pero -según se me había dicho- el padre de Sam cambió de opinión al verme y mucho más al enterarse que era la madre de sus nietos. 

Así es, nuestros bebés lo habían cambiado todo. 

De no haber sido así, la guerra habría seguido. Y los más probable era que la manada de Mónica hubiera recibido ayuda del padre de Sam para acabar con nosotros. Pero con nosotros -habló la colada- unidos, la manada de Mónica decidió retirarse. Nos habíamos convertido en los aliados más poderosos. 

(***)

Aproximadamente tres semanas después, comenzaron las contracciones. Estaba sentada leyendo cuando las sentí. El dolor era imparable y me llevaron lo más rápido posible al hospital. 

Lucian, por su parte, estaba enloquecido. Corría de un lado a otro hablando solo y sonriendo. Relamente estaba emocionado. Por mi parte, yo estaba sudando hasta por lugares que no sabía que se podía sudar. Entre el dolor y la emoción no podía más. 

En cuanto llegamos al hospital, me llevaron al quirófano  y en unos cuantos segundos, todo se volvió negro a mi alrededor. 

En cuanto desperté, lo primero que vi fueron sus hermosos ojos azules viéndome fijamente. Se veían felices. Y escuché llanto. 

Estaban ahí por fin podría tener a mis bebés en mis brazos. 

-¿Están bien? 

Tenía que preguntarlo. Considerando mi fabulosa suerte, cualquier cosa podría ser esperada. 

En vez de responderme, Lucian dio unos cuandos pasos atrás y pude ver a Valeria y a mi madre cada una con un bebé en sus brazos. 

Se acercaron a mi lentamente. Valeria tenía a Scarlett y mi madre a Aiden, el pequeño llorón. Tomé uno en cada brazo y mi corazón se derritió. Scarlett tenía el pelo tan negro como su papá y Aiden lo tenía un poco más claro. Tenían sus ojitos cerrados, pero al escuchar mi voz, los dos los abrieron y me miraron tan fijamente como un recién nacido podría. Las lágrimas comenzaron  salir sin permiso. Tenían los ojos amarillos, hermosos, como los de Sam. Eran sus copias exactas sin tomar en cuenta un que otro pequeñísimo detalle donde yo intervine. Eran perfectos, mis dos bebés sanos y hermosos. 

Supe, en ese momento, con Lucian, mi madre y Valeria a mi lado, que nada más podría salir mal nunca más. 

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¡HOLA! Pff, me tardé años. Lo que pasa es que me bloqueé y llegué a un punto en el que no supe si quería hacer una segunda parte o no. 

La decisión está tomada y la respuesta es no. ¿Por qué? Bueno, la verdad es que no me gusta para nada alargar las historias hasta el punto que ya no tienen sentido y siento que eso pasaría aquí.

El próximo capítulo será el capítulo final. 

Son lo mejor, espero no me hayan abandonado por tardarme tanto. CIAO :D




Tomada por la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora