Capítulo 33

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Su sonrisa desfiguraba su hermoso rostro. Por que sí, teníamos que admitir que era bastante bella. Tenía una cabellera increíble que le llegaba casi a la cintura y sus ojos, a pesar de estar inyectados de odio, eran grandes y brillantes rodeados de unas largas pestañas. Pero este no era precisamente el mejor momento para pensar en aquello. Desvió su mirada y comenzó a caminar lenta y distraídamente mientras yo la seguía fijamente con la mirada. No la dejaría acercarse a mí; a nosotros.

-¿Sabes? Me quitaste todo lo que tenía. Cualquier deseo de una familia se esfumó por tú culpa.- entonces sí que volvió a verme. A mi pancita, para ser más exactos.- Pero al parecer eso no fue un problema para ti. Al parecer eres todo un éxito.- su voz tomó un tono sarcástico y un olor a alcohol se abrió paso por mis fosas dándome náuseas.-De todas maneras, eligieras lo que eligieras, tendrías alguien a quién regresar ¿no es así? 

Sabía que era verdad, por más que odiara aceptarlo. Probablemente Lucian me habría esperado en caso de que yo...

No, no dejaría que jugara con mi cabeza de esta manera. Lo estaba haciendo a propósito para distraerme. Tenía que demostrarle que no lo estaba consiguiendo. 

-No sé a qué te refieres. -su única respuesta fue levantar una ceja. Una perfecta ceja.- Y no pienso escucharte más, así que te voy a pedir que salgas de mi casa en este instante. 

-Pobre Amanda, muy tontita. ¿Crees que será tan fácil, perra? Me quitaste todo y ahora pienso hacer los mismo. 

Todo pasó en un solo instante. 

Su cuerpo ya no estaba a unos metros, sino frente a mí y me maldije cientos de veces por no haber visto aquella cosa (una navaja, tal vez) que sostenía en su mano derecha. Traté de moverme lo más rápido que pude pero no fue suficiente. 

El arma se clavó justo debajo de mi busto, muy cerca de las costillas y cuando me moví bruscamente, solo logré que la herida se expandiera. Solté un alarido de dolor pero sobre todo de terror. Ese era su objetivo. 

Mi bebé. 

-Al parecer la panza te estorba. Permíteme arreglar el problema. - estaba desquiciada, se le fue la olla. Estaba simplemente loca. 

Volvió a arremeter contra mí pero esta vez ya la estaba esperando. Me giré de un solo movimiento y sentí una punzada de dolor intensa recorrer todo mi cuerpo. Mónica, por su parte, se fue a estampar contra una de las encimeras. Claramente no había pensado que pudiera evadirla. Tremenda zopenca.

Pero eso  era lo de menos, estaba perdiendo mucha sangre. Si seguía así... 

Si seré estúpida. 

¿Cómo no se me había ocurrido? 

-Lucian..

-¿Amanda?- sonaba desesperado. 

-Es Mónica, ella... 

No pude terminar. El mundo comenzó a tornarse negro y cuando volteé a verme, solo pude ver rojo por todas partes; en mis manos, pies, ropa, el piso, todo cubierto por mi sangre. Lo último que vi, fueron los ojos de Mónica abrirse como platos antes de que unos fuertes brazos la tomaran por los hombros y un rostro familiar apareciera; Jack. Por los menos estaba a salvo. 

¿Pero dónde está Lucian? 

(***)

El dolor de cabeza vino primero. Perezosamente abrí los ojos y los cerré de golpe. La luz era demasiado brillante. Pero el recuerdo de lo último que había vivido llegó como una bofetada; fue entonces que si abrí los ojos. 

La habitación, pintada de un blanco que parecía que brillaba, estaba llena de ojos con una mirada preocupada. Pero los primeros que vi fueron esos hermosos ojos azules. 

Lucian. 

Soltó un suspiro en cuanto cruzamos miradas y no tardó nada en estar a mi lado abrazándome. 

-Lucian, no puedo respirar.- era cierto. Sus brazos eran tan fuertes y yo me sentía tan débil. 

-Oh, yo.. lo siento. Es que por un momento pensé que..bueno ya sabes, qu- se interrumpió.- Y pensar que no estaba ahí, cuidándote. 

-Estoy bien, de verdad.- tomé su mano. Pero esperen un momento- ¿La bebé? ¿Está bien? 

Mis manos viajaron instintivamente a mi vientre y solté un suspiro de alivio. El bulto seguía ahí, lo que quiere decir que mi beba estaba bien, ¿no? 

Por fin, la mirada de Lucian se suavizó y colocó su mano sobre las mías. 

-Ella está bien, sana y salva. -me sonrió y me derretí. 

Esta vez fui yo la que soltó un suspiro y me dejé caer sobre la almohada. Aunque no lo crean, me sentía exhausta. 

-Por un momento pensé que...- cuando menos me di cuenta, estaba llorando. 

-Todo esta bien, cariño. Por favor no llores.  

-¿Cuánto tiempo dormí? 

Me miró con diversión y su boca formó una sonrisa de lado. Este hombre si que era guapo. 

-No mucho, sólo un par de semanas. 

¿¡Qué?! ¿Dos semanas? No, definitivamente no; me estaban tomando el pelo. 

Por primera vez, noté la presencia de más gente en la sala. 

Era una risita cantarina que reconocería en cualquier lado. 

Era mi madre. 

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Hola, caras de bola. Perdón por tardarme tanto, pero aquí está. 

Los quiero, ciao :)




Tomada por la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora