Capítulo 11

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¿Hablar? ¿Pero de qué se supone que hablaríamos? Yo sabía que no tenía opción. Técnicamente soy suya. Estamos unidos por algo más que un simple capricho, mi padre hizo un pacto de sangre. Algo serio en el mundo de los lobos según me dio a entender mi madre. El otro camino era alejarme de él, correr para nunca volver atrás. Esto me duraría un par de días ya que en cuestión de semanas, estaría muerta. Una vez que me encontró, mi cuerpo comenzó a reaccionar a él. Lo necesito. Mi mente era un lío de pensamientos. Me odiaba por lo que había pasado la noche anterior, pero mi cuerpo reaccionaba de manera involuntaria a sus caricias como si enviarán ondas a través de todo mi cuerpo.

-Bien, Amanda. Al parecer tu madre ya te explicó todo lo que tienes que saber- dijo serio.
-¿Cómo mataron a mi padre y al resto de mi clan?-pregunté con furia- si, eso lo dejó muy claro.

Por un momento, creí ver remordimiento en sus ojos pero en un parpadeo tal sentimiento desapareció.

-Vamos, eso fue hace mucho. ¿No puedes dejarlo ir?-comenzó a caminar hacia mí lentamente, como pidiendo mi permiso. Yo lo ignoré y me volteé hacia la ventana. Tenía una hermosa vista desde mi cierto. Wow, ¿tan pronto te rindes? Susurró una vocecita en mi cabeza. Sentí su mano sobre mi hombro, un toque delicado que me hizo girar sobre mis talones.

-En serio quiero que esto funcione- dijo con voz baja, pero serio. Me miró expectante con esos hermosos ojos amarillos.

-Yo..yo no sé- dije finalmente- no te conozco, no sé nada de tú mundo y además, nunca te perdonaré por lo que los tuyos le hicieron a mi padre.

-Está bien, con el tiempo entenderás.

Depositó un beso en mi frente y salió de la habitación dejándome ahí parada llena de dudas.

(******)
Al día siguiente decidí tomar una ducha. El baño era muy amplio y moderno con un hermoso jacuzzi. Me desnudé y entré al agua. Amaba la sensación del agua en contacto con mi cuerpo. Cuando salí, descubrí que él clóset estaba lleno de ropa dispuesta a que la usara. Me puse un vestido amarillo y me dispuse a salir de la habitación, no me resignaría a quedarme ahí sola todo el día. Sam no había vuelto desde esa extraña plática.

Abrí la puerta y voleé hacia los lados. Al parecer no había nadie. Salí y comencé a caminar por el pasillo. Este estaba lleno de cuadros sombríos. Me detuve en seco  cuando escuché un grito. Puse todo mi empeño es escuchar que sucedía.

-Tienes que morderla- decía una voz. Era fría y muy tajante- si no lo haces pronto, será libre de irse. O peor aún, encontrará a su mate.

-Ya lo sé- esa voz sí que la conocía. Era Sam. Sonaba cansado. -pero está asustada, su madre nunca le dijo nada de nosotros. Necesita tiempo.

-No me digas que te importa- dijo la primera voz con un tono sarcástico- sólo haz lo que tienes que hacer. Le pertenece a nuestro clan y es tu obligación marcarla.

-Lo haré, sólo dame tiempo.

Cuando noté que los participantes en aquella conversación de dirigían al pasillo, salí corriendo de vuelta a mi cierto. Me encerré y me dejé caer contra la puerta. Esperé unos segundos y escuché los pasos acercarse. Sam se paró fuera de mi puerta unos segundos sin decir nada, luego reanudó su paso.

Me desplomé sobre la cama ¿mate, morder? ¿Qué era todo aquello? Sin poder darle respuesta a las millones de preguntas que se acumulaban en mi cabeza, me rendí al sueño.

Tomada por la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora