Estoy Aburrido #2 Saga CHDDCH (COMPLETA) ©

Aburridos #60

Ryan llego a su casa con una sonrisa enorme, pero esta se borro al ver a su padre allí, con los envases de cerveza a su alrededor, recostado en el sofá con los ojos rojos y balbuseando cosas sin sentidos.

Busco rápidamente a su madre con la mirada, pero no la vio.

Sabía que debía de ir a su habitación y encerrase, sabía que el no merecía su compasión, sabía que solo debía aguantar unos meses mas y todo terminaría . . . pero él era su padre y no podía dejarlo allí, solo, sin mas.

A pasos lentos se acerco a él.

-Papá -susurro Ryan.

El hombre abrió los ojos y miro con odio, con esa mirada que siempre había recibido.

-Oh, si es el causante de todas mis desgracias -dijo el hombre arrastrando las palabras y se incorporo en el sofá lentamente -¿Donde estabas basura? -escupió el hombre y a Ryan se le heló la sangre al ver lo borracho que estaba.

-Papá déjeme ayudarlo, debe dormir -aseguro Ryan y supo que había cometido un error.

-¡Tú no me dirás que hacer! ¡¿Te crees mejor que tu padre?! -gritó el hombre poniéndose de pie frente a Ryan y con una mano sosteniéndose del sofá.

Ryan se alejo un paso, y miro las escaleras detrás de su padre. Debía salir de allí cuanto antes.

-Ni lo pienses imbécil -susurro el hombre y rió.

-¿Donde esta mamá? -pregunto Ryan intentando cambiar de conversación.

El hombre bufo y se dejo caer nuevamente en el sofá con la mirada fija en algún punto en el piso.

-Esa desagradecida se ha ido -el hombre miro a Ryan con diversión -Nos ha abandonado hijo.

Un nudo se formo en la garganta de Ryan, quería llorar, quería gritar, quería desaparecer en ese mismo instante. Eso no podía ser cierto, simplemente ella no podía haberlos dejado, no así, sin explicaciones.

Sin prestar atención a los gritos de su padre subió la escalera a toda velocidad y entro al dormitorio de sus padres, de un tirón abrió el placard y se dejo caer en el piso al ver que era cierto.

Su madre, la mujer que le había dado la vida lo había abandonado, allí no había nada de ella, ni su ropa, ni ninguna de sus cosas.

Dejando escapar todo su dolor, lloró. Lloró como jamás lo había hecho, por que jamás había perdido una parte de su vida como en ese mismo instante.