1. Víspera de Navidad.

526 12 20
                                    

Capítulo 1. Víspera de Navidad.

Víspera de Navidad. La época que más me gustaba del año.

En cada esquina se cantaban villancicos, desde la ventana de las casas se podía apreciar el ambiente cálido y hogareño.

Todas las familias permanecían unidas, unas riendo, otras rezando y otras cenando.

Al pasar por las calles se podían ver los adornos navideños de las casas, eran más que los del año pasado; un mono de nieve inflable o una corona en la puerta era lo que más se veía.

Estaba manejando, dirigiéndome a casa, donde ya me esperaban mi novio y mi familia.

Había decidido hacer unas compras de última hora: jamón ahumado (del que le gustaba a mi papá), una botella de vino tinto y dulces. Desde pequeña, en mi familia compramos paletas de malvaviscos en forma de pinos, santas y monos de nieve y las repartimos entre nosotros.

Eran las 8.15 p.m, en tan solo quince minutos más empezaríamos a celebrar la cena navideña, y no la celebrarían sin mí.

El tránsito en las calles era muy lento y con las multitudes cantando en cada semáforo en rojo "Noche de Paz", lo era aún más; así que decidí tomar otro camino, manejar por la autopista para así llegar a casa a tiempo.

La calle estaba casi sola y ya estaba empezando a anochecer.

Conduje con cuidado, mientras encendía la radio y escuchaba canciones navideñas.

Estaba tranquilamente cantando "Last Christmas" en un semáforo en rojo, cuando alguien tocó la ventana de mi carro.

Una, dos veces.

Volteé hacia la derecha un poco asustada, viendo la silueta de un hombre hablando tras la ventana.

Bajé un poco el vidrio para escucharlo.

— ¿Me puedes ayudar? —preguntó—. Mi carro se quedó sin batería y quiero llegar a tiempo a la cena de Navidad.

Su voz era cálida y sin lugar a duda, la había escuchado antes.

—Claro —contesté, saliendo de mi coche, sintiendo el frío correr por mis brazos, aparentemente la temperatura seguía bajando.

Su carro, que realmente era una camioneta jeep verde, estaba muy cerca del mío.

Con un poco de esfuerzo pude verlo un tanto bien. Era un chico, probablemente de mi edad o unos cuantos años mayor, me rebasaba la estatura y se veía muy concentrado en lo que hacía.

Estaba conectando unos cables desde el motor de mi carro hasta su jeep para darle energía a este. Por mi parte, me recargaba en el automóvil y lo veía trabajar.

Por un momento sentí escalofríos. La verdad era que, aunque me había puesto pantalones forrados de franela, una blusa de manga larga, sin importar que fuese térmica, no ayudaba mucho a dos grados centígrados.

Pienso que el chico se dio cuenta de eso, porque me preguntó si tenía frío y me prestó la chamarra gris que él traía puesta.

Quince minutos después, terminó con los cables y los desconectó.

—Muchas gracias —dijo, al cerrar el cofre de los vehículos—, no se cómo agradecerte.

—Lo importante es que ahora podemos ir a nuestras casas para festejar —Sonreí débilmente, calentándome con la prenda que no me pertenecía.

Un carro pasó y, gracias a las luces de este, pude ver un poco mejor el rostro del chico que estaba de pie a unos dos metros de mí.

Había algo en su rostro que me resultaba familiar.

Corrección, él me resultaba familiar.

Quizá eran sus grandes ojos color marrón.

Lo vi caminar hacia su jeep y abrir la puerta de este.

—¡Espera! —grité atrayendo su atención—. Tu chamarra —Le recordé, a punto de quitármela.

—Quédatela, consideralo un regalo de Navidad —desde esta distancia puede ver una sonrisa en su rostro.

—¡Feliz Navidad, Annie! —gritó, antes de arrancar y perderse en la ciudad.

Buscando al chico idealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora