8. Condiciones.

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Capítulo 8. Condiciones.

— ¿Por qué no simplemente vemos una película? — cuestioné.

— ¿Piensas quedarte toda la noche a ver películas, mientras comemos porquerías? — Scarlett preguntó levantando una ceja.

— ¿Qué hay de malo en eso? A mí me gusta — me encogí de hombros mientras tomaba el control de la televisión.

— Vamos, te presto el vestido — Jennifer volvió a insistir.

Miré el vestido en sus manos, era negro y corto, posiblemente me quedaría un poco abajo de la mitad del muslo, era de tirantes gruesos y ceñido.

— No, con eso no me convencerán.

Me acomodé mejor en el sillón de la habitación de Jenn y cambié de canal para ver qué película de las que pasaban estaba mejor.

— Escucha bien — Scarlett habló seria —. Mi abuela hace poco fue de pijamada con sus viejas amigas, ¿y sabes que hicieron? — negué —, vieron películas que pasaban por la tele, toda la noche. ¿Quieres ser cómo mi abuela?

— Yo no quiero ser como su abuela — Jenn opinó—. Es vieja, ¿sabes? — dijo lo último como si fuese un secreto.

— ¿Las abuelas hacen pijamadas? — pregunté.

Scarlett bufó.

Jenn me lanzó el vestido.

— ¡Vamos! — gritó.

— Dos condiciones — hablé.

Scarlett rodó los ojos — Empieza.

— Uno, ni se les ocurra dejarme sola allí; dos, nadie se emborrache.

— Hecho — Jenn respondió, empujándome al baño para que me cambiase de ropa.

***

— Esta será la mejor noche de nuestras vidas — Jenn gritó para que pudiéramos escucharla por encima de la música.

— Solo recuerden las condiciones y todo estará bien — dije.

— Las sabemos — Scarlett rodó los ojos, y Jenn asintió.

La música sonaba a unos 110 dB — un nivel alto de sonido a mi modo de ver — cientos de chicos bailaban en la pista, algunos solos, otros en pareja y unos cuantos más en grupos, pero todos estaban muy juntos. En los rincones las parejas se besaban y algunas personas sentadas en la barra pedían un trago, mientras que otros platicaban alegremente con su bebida en la mano, cerca de la pista. Definitivamente era demasiada gente.

— ¡Miren, es Alex! — Jenn gritó, moviéndose a mi derecha.

Muy pronto divisé a mi mejor amigo viniendo, alegre, a saludarnos.

Platicamos de cosas sin sentido durante unos minutos, hasta que vi de nuevo la mirada que Alex le mandaba a una chica rubia, quien se sonrojaba.

— Anda, ve con ella.

No lo dudó ni un segundo y prácticamente corrió, esquivando a varias personas, para llegar a donde la chica se encontraba.

— ¿Qué tiene Alex con las rubias? — Jenn inquirió —. Siempre tienen que ser rubias.

Scarlett y yo nos encogimos de hombros. No sabíamos el porqué de preferir rubias a las chicas.

— ¿Quieres bailar?

Un chico de nuestra edad, con ojos verdes, que estaba en nuestra misma escuela, le preguntó a Jennifer.

La susodicha me miró por un segundo y sabía que me rogaba con la mirada. Miré al chico por un segundo, no parecía tener malas intensiones con mi amiga. Además, no estaba sola, Scarlett seguía conmigo.

— Ve — susurré.

Sabía que ella podía leer mis labios, y dando saltitos de alegría, se marchó con el chico, entrando a la asfixiante pista de baile.

Scarlett miró por unos segundos la mesa alta donde varias personas se acomodaban. Enfoqué mi vista en ellos, al centro de la mesa había una ruleta. El juego iba a empezar.

La ruleta era pequeña y tenía los números del uno al treinta y dos — asemejaba ser una ruleta como las del casino — y alrededor de ella estaban sujetados 16 shots de vodka, cada uno tenía numeritos marcados en él. Conocía el juego, cada quien elegía un pequeño vaso, después alguien se encargaba de girar la ruleta y si tu vaso tenía uno de los números a los que la ruleta apuntaba, te tomabas un shot.

— Ni lo pienses — Le dije a la pelirroja. Podías rellenar tu chupito las veces que quisieras y eso era lo que menos me gustaba.

Les hizo una señal con la mano a los chicos, quienes asintieron.

— Nunca he jugado y queda un  lugar. Por favor.

— ¿Olvidas las condiciones con las que vine?

— Claro que no — sonrió, como si mi respuesta fuera un sí —. No tomaré mucho — gritó acercándose a los otros chicos y dejándome sola.

Así fue cómo la condición número uno murió.

***

Dos horas habían pasado desde que mis amigos me dejaron sola, en una fiesta en la que únicamente los conocía a ellos.

Tomé otro trago de mi botella de agua que había comprado un par de minutos atrás en la tiendita de la esquina porque aquí solo había alcohol.

Observé mi celular, estaba tan aburrida que comencé a mensajear por Facebook a varios amigos hace ya más de una hora. Habíamos platicado muy bien y en lo que fui a comprar el agua y regresé, ya ninguno de ellos me contestaba.

Pensé en mandarle un Whats App a mi hermana, ella siempre contestaba.

[12.54 P.M.] Stefany: Holaa

[12.54 P.M.] Brooklyn: acfaabva

Fruncí el ceño sin entenderle, aún sabiendo que no me vería.

[12.55 P.M.] Stefany: ?

[12.55 P.M.] Brooklyn: Luke está aquí no me hables

[12.55 P.M.] Stefany: Estoy sola

Visto.

Guardé mi celular en mi bolsa y me apoyé mejor en la barra.

Alex platicaba muy animado con la rubia, Jenn seguía bailando con el chico y Scarlett, después de bailar durante unos minutos, volvía a la tercera ronda de la ruleta.

Recuerda la condición número dos, pensé, como si eso hiciera que ella lo tuviera en mente.

— Hey — Una voz masculina habló a mi lado.

Me giré hacia el chico, era alto, bronceado y castaño.

— Hola.

No lo conocía, hubiera recordado haber visto a alguien como él.

Había algo en él que llamaba la atención, tal vez era su sonrisa arrogante, de esas que podrían enamorar a cualquier chica, o el hecho de que traía una chamarra cuando en este lugar había demasiada gente que aún con mi pequeño vestido de tirantes seguía teniendo mucho calor.

— Soy Dereck.

N|A.
Dereck en multimedia.
Nos vemos la siguiente semana ❤

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