24. La verdad duele.

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|CAPÍTULOS FINALES|

Capítulo 24. La verdad duele.

Mi respiración comenzaba a normalizarse poco a poco y mi vista cada vez era más clara.

No podía apartar mis ojos de esa silueta que estaba del otro lado de la recámara.

Quizá mi mente hacía una jugada en mi contra, estaba tan asustada que de cierta forma me las había ingeniado para imaginar un rostro conocido.

Claro que eso no tenía lógica porque verlo aquí únicamente me dañaba aún más.

—¿Te sientes mejor? —preguntó, transcurridos algunos minutos.

Lo miré atónita. ¿Cómo podría sentirme mejor en una situación así?

—Ayúdame a quitarme esta cosa —jalé de mis muñecas por última vez, viendo cómo el esfuerzo era inútil y sentía que la opresión en mis manos crecía.

Lanzó una corta risa, llevándose uno de sus dedos al cabello, acomodándolo con desinterés.

Parecía como si acabara de salir de la ducha, pues su cabello aún estaba mojado y llevaba puesto un pantalón gris para dormir con una playera negra. Ni siquiera traía zapatos, estaba descalzo.

—¿Por qué habría de ayudarte?

Mi corazón latió con gran rapidez.

—Hace unos minutos lo hiciste.

Traté de que mi voz sonara neutra, pero terminé temblando, inclusive al hablar. Sentía un nudo en mi garganta, pero no quería llorar.

—Y no pienso volver a hacerlo —susurró mientras se acercaba a la puerta de la habitación.

Tragué saliva. Tenía que ser una broma.

—Dereck, por favor —supliqué—. Tú no eres así.

Decenas de lágrimas se deslizaban por mis mejillas, una tras la otra.

Dándome la espalda, giró la chapa de la puerta de su habitación, dispuesto a salir.

Pero no podía dejarlo ir. Unas horas atrás estábamos bien, cenando entre risas, y ahora...

Simplemente seguía sin creerlo. ¿Cómo es posible que la persona que amas haga esto? ¿Cuál era el fin de tenerme aquí en contra de mi voluntad?

No cuadraba. ¿Qué tenía que ver él en todo esto?

—¡Te dije que te amaba! —grité.

Manteniéndose de pie, con las manos en los bolsillos del pants, me dedicó una sonrisa burlona, casi arrogante, para después pronunciar:
—¿Y qué respondí?

Suspiré, recordando aquel momento donde me habían roto el corazón por primera vez.

«Te necesito», resonaba una y otra vez en mi mente.

¿Para esto me necesitaba? ¿Para mantenerme aquí en contra de mi voluntad?

Dereck dio un gran paso, quedando a algunos centímetros frente a mí.

—Dijiste que me necesitabas —expresé por lo bajo, en un susurro casi inaudible.

—Y por eso sigues viva.

—¿Qué?

Confundida, asustada y dolida. Así me sentía.

Necesitaba una explicación para todo esto. Mi familia no poseía grandes mansiones y terrenos ni teníamos millones de dólares en el banco. Mis papás solo trabajaban al máximo para que Brooke y yo tuviéramos la mejor educación.

Buscando al chico idealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora