21. Sin rumbo.

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Capítulo 21. Sin rumbo.

—¿Mal día?

Me giré hacia el dueño de esas palabras. A mi lado permanecía sentado Connor, el chico de las empanadas.

—Eso depende, ¿traes empanadas de dulce de leche?

Ambos reímos, recordando aquél día.

—No, pero tengo algo mejor.

Lo observé buscar en los bolsillos de su pantalón gris hasta que dio con una cajetilla de cigarros. Encendió uno y me ofreció otro.

—No fumo —me negué, sabiendo que el simple olor a tabaco me daba náuseas.

—Cada quien sus gustos —expresó, dándole una calada al cigarro y guardando el otro, junto con el encendedor.

Una gran nube de humo salía por su boca cada vez que dejaba salir el aire.

—¿Cómo podré saber si tu mamá hornea empanadas de cajeta? —pregunté sin poder pensarlo.

Llevaba ya varios días con el antojo, específicamente desde que Connor había aparecido en la puerta de mi casa.

Me miró por un segundo, se veía tan tranquilo en esa posición, una mano descansaba en su pierna y con la otra tomaba el cigarro. Expulsó el humo con lentitud.

—¿Por qué no me das tu número y te llamaré cuando eso suceda?

Reprimí las ganas de formar una pequeña sonrisa. ¿Estaría bien que le diera mi número?

—¿Por qué no mejor me das el tuyo y te llamaré cuando las requiera? —cuestioné.

Aceptó y tecleó su número en mi celular para guardarse como contacto. Me devolvió el teléfono y al instante un nuevo mensaje apareció.

[7:10pm]. Dereck: "Nos vemos en el lugar de las hamburguesas a las 8".

Una sonrisa apareció en mis labios al leer el mensaje. Por un momento creí que lo había olvidado.

***

Aquí estaba, en el lugar donde todo había empezado, en Dely's Hamburguers.

Tomé asiento en una de las mesas cerca de la entrada y admiré el lugar. Todo se sentía tan acogedor, la luz tenue y el papel tapiz terracota le daban un ambiente cálido al local, a pesar de que se dedicaba a servir comida rápida.

Mi novio entró al restaurante tres minutos antes de lo acordado y guardó las llaves de su vehículo en el bolsillo de sus jeans oscuros. Una playera polo azul marino cubría su torso.

No le costó mucho trabajo encontrarme y me saludó con un fugaz beso en la mejilla.

—Gracias por estar estos seis meses conmigo —me dijo.

Así que definitivamente había recordado la fecha de hoy.

—Gracias a ti.

Mientras comíamos nuestras jugosas y apetecibles hamburguesas, comenzamos a platicar de cosas triviales y reír.

Una vez que el mesero recogió nuestros platos, la mirada de Dereck permaneció en su teléfono móvil, observándolo con cuidado.

—¿Todo en orden? —le pregunté.

Despegó su vista de la pantalla y me ofreció una sonrisa.

—Nada importante, solo mi mamá que...—Sin darle tiempo de terminar la frase, el sonido de una notificación lo interrumpió— no quiere que llegue a casa tan tarde.

Buscando al chico idealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora