20. |Lecciones Dolorosas|

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Capítulo 20

Lecciones Dolorosas

22 de Abril

Una hora después de lo sucedido con Le Brun y mientras navego por la profunda oscuridad de la noche, la brisa suave me inunda de su calma y el compás silencioso de las estrellas me guía hacia donde quiero ir. Con una sonrisa bailando en mi rostro, observo los autos correr en distintas direcciones, en tanto,  los parques y las esquinas florecen de hermosas familias compartiendo. Las luces de los edificios esclarecen la ciudad y las lamparillas colgadas en cada calle, le otorgan elegancia y belleza. Amo a Francia.

Contemplo a un chico en especial que se balancea de un lado a otro y sostiene un cigarro entre sus finos labios. Se apoya en la baranda del puente de la avenida y mira hacia el horizonte, su semblante reflexivo. No entiendo el motivo, pero la imagen del cantante me golpea sin piedad.

Respiro hondo manteniendo la calma, e intentando despejar los alborotados pensamientos que están acribillándome sin contemplación. Las palabras de Adrien resuenan en mi mente y un mar de desconcierto me ahoga en sus profundidades.

«No digas cosas de las cuales te puedas arrepentir. »

No tengo ni la más mínima idea acerca de lo que él quiso decir, sin embargo, debo reconocer que al evocar los últimos segundos que pasé envuelta en su presencia..., un espasmo ha sacudido mis terminaciones nerviosas, llevándome al borde de la locura e incitándome a cuestionarle el significado de su extraño comportamiento y de sus palabras tan confusas.

Debería ser ilegal que un ser que ha denigrado mi trabajo y me ha situado dentro de lo más bajo del Bar, cause esta reacción tan poco frecuente en mí. No después de su respuesta tan soez, hiriente y cruel al preguntarle cuál era su problema conmigo. Ni siquiera tiene algún tipo de lógica.

«Tu existencia, ése es mi problema»

Me dolió lo que dijo, traspasó mi piel como un afilado cuchillo.

Y eso fue lo peor.

— ¡Tan linda y tan sola! — vocifera un hombre en medio de la oscuridad de la noche. Acelero el paso y ruedo los ojos. Por estar tan desesperada y querer alejarme del chico de lagunas grises, no esperé el taxi y tuve que venir caminando. No es que me queje, andar a pie es algo que me gusta pues la oportunidad de relajarme y olvidarme de las dificultades y limitaciones en las cuales me veo amarrada, está ahí, no obstante, a estas horas resulta un tanto peligroso, mas aún si el trayecto es largo y con poca iluminación; digamos que es la parte negra antes de llegar a donde vivo —. ¡Pst, linda, vamos a divertirnos un rato!

Con un resoplido, ignoro olímpicamente al sujeto que no puede mantener los pensamientos en su cabeza y sigo de largo; no me interesa que un idiota quiera pasarse de listo conmigo. Sin embargo, mi suerte no es tan buena ya que al caminar sin hacerle caso, escucho unos pasos detrás de mí y por temor a que sea lo que pienso, no giro mi rostro para verificar su identidad.

— ¡Hablo contigo linda! — tararea el sujeto que, al parecer, está muy cerca. Trago en seco y siento los latidos de mi corazón aumentar de ritmo. No puedo tener tan mala suerte como para que un loco me esté persiguiendo —. ¡Te estoy llamando!

A este punto, mi respiración se ha convertido en un puntito invisible dentro de una gran bola gigante y espesa de pavor y espanto, mientras que mis pies toman velocidad para huir de la persona que no me deja en paz. Corro sin detenerme ni mirar atrás solo siguiendo la dirección imaginaria de mi mente. Faltan tres cuadras para llegar donde Elise y hoy es que se han vuelto más largas.

Trato de sosegar el temblor de mis manos y las horribles imágenes que pasan por mi cabeza con el único propósito de que eso no me impida cumplir el cometido de llegar sana y salva a mi hogar.

Save Him ® Secretos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora