44. |Deseo latente|

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Capítulo 44

Deseo latente

15 de Agosto

Si mi corazón pudiese hablar, hace tiempo estaría gritándome un montón de cosas. Es más, no comprendo cómo es que sigo sin sufrir un desmayo o una taquicardia. ¡Dios santo! En lo único que puedo pensar es que justo ahora estoy hablando con el hombre que se roba cada uno de mis pensamientos y me envuelve en una nube de placer con solo tenerlo cerca.
Joder.

Debería estar prohibido que mi pulso se vuelva loco al escucharlo.

—H-hola. —Carraspeo para aligerar el nudo que se ha formado en mi garganta y que ha sometido todas mis palabras a un hoyo con demasiada profundidad —. Adrien.

—Mierda, yo solo... Hola.

Suelto una risita y me arrimo hasta estar en una esquina del colchón y así poder apoyarme en la pared. Libero un suspiro, cuando llamé a Alex, jamás se me pasó por la cabeza que ellos podrían estar juntos y que él sería quién contestaría.

—Uhm, ¿cómo estás?

Su resoplido cargado de frustración me llega sin ninguna dificultad.

—Intentando sobrevivir.

Ante su respuesta... Me quedo sin aire. Pensé que le estaba yendo mejor.

—Pero... Tenía entendido que estabas... Cambiando algunos aspectos.

—¿Fue el embustero de Alex quien soltó la sopa? — él gruñe.

Sonrío de medio lado.

—No, él no ha querido revelarme nada de ti.

—Gracias a Dios.

Pongo los ojos en blanco.

—Que cruel, deja de evitarme. ¿Es verdad? O sea, me dijeron que ya no estabas embriagándote, ni metiéndote esa porquería, asumí que todo estaba en orden.

—Bueno... No sé que quieres que te diga, sin embargo, de alguna u otra forma, es cierto. Estoy haciendo lo posible por salir de este mundo, pero no es fácil y no quita que esté sufriendo en el proceso.

Relamo mis labios.

—¿A qué te refieres? —inquiero preocupada. Casi puedo jurar que esto no se lo esperaba; lo sé por la maldición que acaba de soltar.

—Mira... Estoy yendo a un puto psicólogo por recomendación de tu amigo. He pasado por mucha mierda, y tener que abrirme a otra persona, a un jodido desconocido, ha resultado una tortura, incluso es peor que abandonar ciertas costumbres. Sin embargo, anhelo creer que vale la pena. No quiero seguir igual, no quiero justificar mi maldito comportamiento por los errores del ayer... Yo solo... Voy a ser diferente.

Cubro mi boca con una de mis manos, y ahogo un sollozo. Jamás pensé que él fuera a ir por su propia cuenta, es demasiado terco y retraído. No obstante, aquí está, sorprendiéndome con sus actos. No puedo explicar la felicidad y el orgullo que está burbujeando por cada poro de mi ser. Es como un manantial que me da vida y me llena de esperanza... De amor, y de tantos sentimientos que voy a explotar. No sé porqué estoy tan sensible, quizás el periodo está por llegarme. Sí, vamos a culparlo.

—Eso es maravilloso, me alegra que quieras salir adelante. — reconozco limpiando una lagrimilla que ha hecho su espectáculo por toda mi mejilla.

—Solo hay motivo detrás de ello, Madi —susurra, y yo jadeo.

—¿Cuál?

—Tú.

Cierro los ojos y nuevos raudales se esparcen por mis cumbres ya húmedas de por sí. Trato, de verdad  lo hago, de controlar la emoción y el amor que crece a velocidad de la luz en el recóndito lugar donde habita mi corazón y mi alma. ¿Cómo puede decirme algo así y pretender que yo lo olvide? ¡¿Cómo?! En este instante daría lo que no tengo por estar ahí y besarlo hasta que nuestros labios se desgasten.

Save Him ® Secretos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora