39. |Devastada|

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Capítulo 39

Devastada

9 de Julio

Cuando el dolor es insoportable, y tu mente un revoltijo de locas e hirientes conclusiones que no tienen la menor idea de cómo aliviar la agonía de un alma resquebrajada, es cuando entiendes que aunque te quieras hacer la fuerte, la vida se encarga de restregarte que ella es quien tiene el control de tus emociones y que siempre, siempre, habrá algo o alguien que será tu debilidad y te mostrará cuán inservibles somos cuando dejamos que los sentimientos gobiernen nuestras acciones.

En este momento me siento una masa estropeada, deteriorada, cargada de confusión y aplastada contra el horrible y duro pavimento de la tristeza. Mi mente solo evoca cada maldita palabra que salió de los labios de Blake y qué, después de conectar cada jodido suceso, me dieron la peor noticia del mundo. Una donde mi corazón, mi sangre y mi moral se encontraron cara a cara.

Y me asusté.

Después de que entre llanto y tartamudeos, me despidiera del rubio, quién no entendió mi actitud tan dolida cuando supe el nombre del chico; llegué a casa, ignoré a mis padres y a mi abuela, y tomé una ducha fría. El agua me relajó, pero también me atestó de frente contra la realidad que asediaba mi dramática existencia.

Me cambié a prisa, sin realmente ponerle atención al conjunto en sí; y salí rumbo al bar. Deambulé por las calles solitarias y calientes de Lyon, rememorando mi estadía en el Midnight Sensation y los encontronazos con el cantante... Pero sobre todo, sintiéndome culpable por lo que le pasó a mi hermana, mi gemela; mientras yo disfrutaba de la vida en familia y después... Después de su muerte, besaba al chico que ella tanto había amado, entretanto ella... Ella estaba prostituyéndose para poder comer, y luego, montándose en un avión para intentar recuperar a aquel sujeto que le había regalado muchas sonrisas... No obstante, en el intento, falleció.

¡Joder!

Justo ahora, raudales salados caen sobre mis mejillas y el suplicio que carga mi alma, solo me hace más miserable de lo que ya me estoy sintiendo. Hace poco que he llegado al bar, sin embargo, he sido la primera en entrar. Paul está en su oficina y aún no me ha visto, por lo que decido entrar al baño de las chicas. Un refugio para resguardarme de las preguntas que vendrán.

Estoy débil y... No me cuesta nada reconocerlo. He estado en una constante montaña rusa, revoloteando entre subidas y bajadas que han golpeado mi cuerpo con crueldad, y para rematar, una verdad que ha transformado mi vida en cuestión de meros segundos... Lo único bueno ha sido conocer a mi chico de lagunas grises; ése muñecote que me hizo enojar tantas veces, que me volvía una chiquilla colorada cada vez que lo tenía cerca..., que me tenía a sus pies por un simple beso, pero sobre todo, que me volvía loca por ése pasado que ocultaba con tanta pasión... No obstante, para mi lúgubre y amarga suerte, ha resultado ser una daga que sin proponérselo, ha apuñalado con demasiada fuerza a mi corazón. Y no es su culpa.

Él no lo sabe.

Pero yo sí.

Y estoy al borde de la locura.

— ¡Madi! — Doy un respingo cuando la cantarina y alegre voz de Marie interrumpe mis cavilaciones. Quiero cubrirme para que no vea llorar, sé que hará preguntas; mas ya es demasiado tarde cuando su mano viaja directo a mi rostro y lo eleva con rapidez —. ¡¿Pero qué ha pasado?! —exclama alarmada. Yo me zafo de su agarre y abro la llave del lavamanos. Enjuago mis lágrimas y después me seco con un poco de papel.

— No es nada, estoy bien — digo con una sonrisa falsa. Ella me observa con recelo y con sus perfectas cejas enarcadas. No me cree nada, sin embargo, no me importa. No es como si fuera a decirle todo lo que me ha pasado en estos últimos días, no puedo —. ¿Cómo supiste que estaba aquí?

Save Him ® Secretos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora