3. |Celos que matan|

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Capítulo 3

Celos que matan

24 de Marzo

Cierro el grifo de la ducha y tomo la toalla para secarme. Salgo del baño bajo el vapor de agua caliente y me dirijo al cuarto. Mi pequeño lugar de descanso. A la derecha se encuentra mi cama con un hermoso edredón crema, decorado con bordes negros, junto a unos almohadones negros. A cada lado, una mesita de noche con sus respectivas lámparas, y en frente de la cama, un closet tallado en madera de caoba. Es sencilla, perfecta para mí.

Con un suspiro de resignación, me acerco a buscar la ropa que me pondré. Hoy tengo que ir a ensayar para el show de mañana, ya que Paul se ha puesto muy exigente con los bailes. Él dice que mi forma de moverme vuelve loco a cualquiera, pero que las chicas deben practicar más, por lo que ahora debo ir a gastar parte de preciada tarde, por no decir toda, a enseñarles a unas novatas, cómo es que se baila de verdad. No estoy siendo creída ni nada por el estilo, solo admito la verdad. Ellas tienen talento, lo reconozco, pero les falta, ¡yo también era así! Me perfeccioné en la academia, eso es todo. La semana pasada fue más fácil para mí, puesto que la rutina estaba montada y los pasos eran sencillos, pero ahora no será así. Necesito crear algo espectacular para mi segundo Dejá vú, y quiero que estén a la altura.

Me visto con unos shorts ajustados, una blusa ancha, y mis vans. Ato mi cabello en una cola de caballo y aplico un poco de gloss a mis labios. Busco mis lentes, ya que, para mi sorpresa, hay un sol radiante, y me los coloco. Ya lista, tomo mi bolso de lado, junto con el dinero, y las llaves del departamento.

Salgo cerrando detrás y bajo las escaleras. Mi piso, o bueno, nuestro piso, es el tercero. Así que, como la saludable y flexible chica que soy, no tomo el ascensor. Para mí no es tanto, pues mientras intento llegar a la calle, voy dando saltitos. Sí, soy una infantil y no me avergüenzo. No puedo pasarme la vida entera, con la cara seria y mandando al diablo a todo el mundo.

Tomo un taxi, en contra de mi voluntad —por lo caros que son—, y le indico la dirección. Cuando le digo, éste me observa de reojo y eso me incomoda, al parecer conoce el sitio. Odio que las personas me juzguen sin saber qué es lo que realmente hago. Quizás creen que porque trabajo ahí, me prostituyo o algo parecido. Ruedo los ojos. Al cabo de unos minutos, llegamos y con celeridad, le pago. No quiero permanecer más tiempo ahí.

El bar está cerrado, por lo que me toca llamar a Paul y avisarle que estoy afuera. Marco su número y me atiende enseguida. Le explico que estoy afuera y con una carcajada por su parte, me informa que irá a abrirme. Al hacerlo, el olor a detergentes me azota sin piedad, y produce que arrugue la nariz por el aroma tan fuerte. Miro a mi alrededor y un grupo de tres señoras limpian el lugar con esmero, despolvan los rincones y arreglan las mesas, se encargan de dejarlo impecable. A decir verdad, me siento orgullosa, mi lugar de trabajo es muy higiénico.

Ladeo la cabeza y de manera inconsciente estoy buscando al castaño. Quiero evitarme malos ratos y si está aquí, creo que será imposible. Como he dicho en varias ocasiones, él tiene una extraña, pero odiosa actitud conmigo, lo más gracioso es que yo no tengo ni la mínima idea del porqué, es absurda toda esa actuación de chico malo, que odia a chica nueva.

Me encojo de hombros al no verlo en ningún lado y camino hacia el baño. Cuando abandono el lavado, me sorprendo al topármelo en la barra, —con botella en mano—, hablando de cerca con Alexander. Está vestido con unos jeans oscuros junto a una franela blanca, con cuello en "V" y su pelo totalmente alborotado.

—Buenos tardes chicos. — Alzo mi voz y mis compañeros clavan sus ojos sobre mí. Adrien me fulmina con la mirada y Alex me sonríe con simpatía. Admito que es muy guapo. Su pelo chocolate y su barba de unos días le dan un aspecto increíblemente caliente. Además de su alta estatura, ojos avellana y cuerpo medianamente musculoso, lo hacen un sex symbol. No creo que alguna mujer con sus cinco sentidos en buen estado, se resista a él.

Save Him ® Secretos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora