37. |Promesas y mentiras|

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Capítulo 37

Promesas y mentiras (I)

8 de Julio

*Madi en multimedia*

Mi cabeza da vueltas y vueltas mientras cada partícula de mi cuerpo, y en especial mis labios, recuerdan el delicioso contacto que hubo entre Adrien y yo. Mi estómago se pone loco y mi pulso cardíaco parece querer explotar con solo rememorar esa corta, pero esperada unión. No voy a negar que ese hombre está produciendo cosas demasiado intensas en mí y qué, para ser honestas, no estoy acostumbrada.

Un beso nunca me había dejado tan noqueada y mareada hasta el punto de no poder distinguir entre la fantasía y la realidad. Nunca nada había sido tan especial como para volverme una masa blandengue y tonta.

Él me gusta, ¡qué digo!¡Me encanta ese hombre! Y no estoy dispuesta a dejarlo de lado. Solo quiero luchar por él y demostrarle que detrás de lo malo, siempre habrá algo bueno qué sacar. Que podemos ayudarnos mutuamente.

Que él puede ser mi cantante y yo su bailarina.

—Me pregunto qué será lo que tiene a mi nieta tan contenta —Elise irrumpe en mi cuarto trayendo una bandeja con el desayuno y una enorme sonrisa adornando su dulce rostro. Río como una estúpida y me estiro en la cama alzando mis brazos y bostezando, completamente extasiada. Éste estado de embriaguez no parece querer desaparecer y tengo miedo de que me haga lucir como una loca, pero es que ¡Dios! No lo puedo evitar. Llevo dos días que me siento flotar en una jodida nube de algodón y todo es por su culpa.

—Nada importante, abuela —suspiro y me siento sobre los almohadones. La susodicha coloca el rico manjar sobre mis piernas y yo me dispongo a comer con la alegría que salpica mi alma.

—Bueno, yo espero que ese estado de ánimo no disminuya cuando lleguen tus padres —murmura y acaricia mi cabello. Hago una mueca y suelto el tenedor que tenía en mano.

—No entiendo para qué me lo recordaste. Estaba bien hasta ahora. Cada vez que pienso en eso se me forma un nudo en la garganta. Algo me dice que no me va a gustar lo que ellos dirán, abuela. —Recojo mi melena de león y la envuelvo en un moño desordenado.

Elise aprieta los labios y se pone de pie. Se acerca al ventanal y libera un suspiro. Su semblante ha cambiado radicalmente, y esa paz que hace rato parecía albergar, ha desaparecido sin dejar rastros.

—Solo te pido compresión... Habrá cosas que no entenderás, pero es mejor así —es lo último que dice, para luego retirarse del cuarto.

Lo que resta de la mañana, me dedico a lavar mi ropa y luego, a limpiar el apartamento. Cualquier cosa es mejor que estar dándole mente a la catártica reunión que se llevará a cabo cuando los señores Dupont lleguen a Lyon.

Cerca de las doce del mediodía, tomo una ducha y me cambio por un short turquesa y una blusa blanca de mangas cortas. Elise pone la mesa y después de dar gracias, engullimos lo que ella ha preparado.

Las palabras quedan en el aire y el silencio nos arropa mientras la ternera pasa por mi garganta. Estoy un poco ansiosa y nerviosa, es muy posible que mi cuello esté rojo y algo irritado por la horrible comezón.

—Yo lavaré los platos, tu ve al cuarto y descansa un rato. Isabella llega en tres horas. — Asiento en respuesta y subo las escaleras. Presiento que todo esto va a abrir una gran brecha que será difícil de cerrar.

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De: Marie L.

Necesito hablar contigo, es urgente >:'0

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