22. |Inicio de la tormenta|

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Capítulo 22

Inicio de la tormenta

23 de Marzo

Una cosa es no dormir por la emoción, y otra muy distinta, es pasar la noche en vela debido a un suceso que no estabas esperando, y por lo tanto, desconcertante en varios sentidos.

No he podido pegar el ojo en toda la noche. Mi mente se encarga de rememorar lo acontecido hace unas horas, provocando así, que pierda la noción del tiempo, y que solo me dé cuenta que ya amaneció, por el resplandor del sol que ingresa por mi ventana.

Puedo jurar que aun siento el picor de sus labios sobre mi frente y la reacción tan espontánea que tuvo mi cuerpo a su cercanía.

Y es que ver la preocupación, la rabia y el miedo; bailando en sus iris metálicos, ha dejado fuertes estragos en mi interior. No son reacciones que esté acostumbrada a ver y mucho menos en él.

« ¿Qué demonios sucede conmigo?»

No es normal. Esa estúpida actitud en mí, no lo es. Es cierto que me preocupo más de lo que debería por las personas, incluso por aquellas que me hacen daño, no obstante, algo muy diferente es lo que estoy experimentando por el castaño.

Y me asusta.

Joder, claro que lo hace.

Nunca he sido una mujer que se confunda fácilmente, o que se deje embobar de cualquiera. No. Al contrario, siempre he sido muy desconfiada.

Con respecto a los hombres, la mayor parte del tiempo - sacando a Liam, ese tipo ha sido mi debilidad -, siempre he tenido las cosas claras, no me hago ilusiones por cualquier tontería. Trato de ser lo más sensata y madura que sea posible, a sabiendas, que cualquiera me puede romper el corazón y que no siempre soy la única en su vida.

Nunca tuve novio, no hasta hace siete meses cuando le di el sí a Fuller. Pese a eso, los pretendientes eran cosas diarias; chicos que solo buscaban llevarme a la cama y deshacerse de mí luego de conseguir lo que querían. Por esta razón, tuve que detenerme a pensar y decidir, si realmente iba a dejar que unos estúpidos jugaran con mi corazón. La respuesta estuvo ahí: clara y concisa.

No.

Es por eso que, incluso siendo todo aquello, no comprendo el motivo por la que un par de lagunas grises y mata castaña, no abandonan mis pensamientos, llevándome al borde de la locura y haciéndome creer que fue solo fue producto de mi imaginación.

Es como una película que se repite a diario, y donde el botón de parar, parece haber desaparecido.

Aún no asimilo la actitud de Le Brun. En el poco tiempo que tenemos tratándonos - él odiándome; yo soportándolo -, jamás se había comportado como lo hizo anoche.

Él es muy extraño.

—Hola, ¿cómo dormiste? — Doy un respingo cuando Alex entra al cuarto y se sienta al final de la cama.

Me debato internamente entre decirle o no lo que pasó con Adrien. Sé que si se lo digo, cabe la posibilidad de que se enoje o de que se ría como un desquiciado, porque:

1. Dirá que Adrien está interesado en mí y que por eso subió.

2. Se pondrá como una fiera e irá a cuestionar el estúpido comportamiento de su mejor amigo.

3. Simplemente ignorará el hecho.

—Genial — y como ninguna de las tres opciones me parecen la mejor, opto por obviarlo.

Save Him ® Secretos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora