Hacía un tiempo habíamos llegado y cada uno se había metido a su habitación. Al parecer el tema de las Bacrim nos afectaba más de lo que queríamos admitir. Solamente el hecho de habernos venido porque ellas estaban allá creo que denotaba lo mal que manejábamos la situación.
Rodé por milésima vez en la cama. Mi cerebro no quería dejarme dormir. No dejaba de pensar en lo extraño que se estaba tornando todo. Suspire prendiendo la lámpara junto a mi cama y me senté recostando la espalda en el cabecero de la cama. El reloj en la mesita de noche marcaba las 3:06 a.m.
Sonreí negando con la cabeza. En qué momento me había convertido en la niña buena que está en su casa un sábado a la 3 de la madrugada. Suspire pateando las sábanas y baje los pies rozando el suelo frío.
Me levanté de un salto caminando de puntitas y salí al pasillo. Toda la casa estaba en silencio. Al parecer todos ya estaban durmiendo. Baje las escaleras y me encamine a la cocina.
Abrí la nevera y saqué el cartón de leche. El insomnio me estaba ganando la batalla así que debía recurrir a métodos desesperados. Llene el pocillo hasta el tope y lo metí al microondas esperando que se calentara un poco. Suspiré recostándome en la encimera y mirando hacia afuera. La luz de las farolas del patio alumbraban la cocina. Tenía la costumbre de mantener las luces apagadas cuando me levantaba en la noche, así no incomodaría a los que estaban durmiendo.
El pitido del microondas me sobresalto haciéndome pegar un brinquito. Maldije por lo bajo y saqué el pocillo dándole un sorbo a la leche, subí a uno de los taburetes mirando el leve vapor que se disolvía rápidamente. Dejé el pocillo sobre la encimera y volví a girar mirando nuevamente el patio. Tenía una sensación extraña. No sabía explicarlo muy bien pero algo en mi pecho me decía que las cosas estaban muy muy mal. Un trueno se escuchó a lo lejos y nuevamente empezó a llover. Era muy extraño que estuviera lloviendo en esta época del año pero justo hoy parecía que se desataría un diluvio.
Los ladridos de Apolo y Artemisa, nuestros perros, me hicieron dar un respingo y con el codo golpeé el pocillo provocando que se cayera con estruendo. Volví a maldecir bajando del taburete con cuidado de no pisar los vidrios rogando por no haber despertado a nadie con todo el ruido que causé, pero entonces, la puerta principal se abrió haciendo que los ladridos de los perros se escucharan más fuerte.
Me puse lentamente de pie mirando hacia la entrada de la cocina. Nuestros perros no le ladraban a los conocidos. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal y mi cerebro empezó a trabajar a toda velocidad. Aunque era prácticamente imposible que alguien extraño entrara a la casa, tenía los nervios a flor de piel.
Me estire con cuidado de no hacer ruido y abrí lentamente el cajón de los cuchillos tomando el primero que toque. Salté por encima del desastre que había hecho con el pocillo y la leche y me detuve junto a la entrada de la cocina sosteniendo el cuchillo con fuerza, sintiendo la adrenalina recorrer todo mi cuerpo.
La puerta de la cocina se abrió sin ningún cuidado y yo me lancé hacia la persona que había entrado, quien se giró hacia mí y atrapó mi mano en un movimiento rápido. Alex me miró sin expresión alguna y dejó ir mi mano de su agarre. El cuchillo resbaló de mis dedos y se estrelló contra el suelo.
- Alex - dije mirándolo de pies a cabeza - ¿Qué demonios te pasó?
Mi primo estaba completamente empapado, las gotas de lluvia caían de su cabello. La camisa que traía estaba pegada a su cuerpo y tenía los ojos y la nariz de un fuerte color rojo. El problema era que no sabía si era por la lluvia o porque había llorado.
El me devolvió la mirada y podría jurar que sus ojos se cristalizaron, pero apartó la mirada y giró hacia la nevera pasando por encima de los vidrios haciéndolos crujir bajo sus tenis. Alex bajó la mirada viendo el desastre que había en el suelo.
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Shadows & Secrets
Teen FictionMi familia y yo somos lo que muchos desearían ser, adinerados, poderosos, con fama; pero no todo lo que se ve en el exterior es lo que realmente pasa, tenemos muchos secretos y probablemente eso sea lo mejor de nosotros, amo mi vida, no la cambiaría...