Capitulo 7: No creo que esto sea ordinario.

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—¿Puedo pasar?.— Unos golpes en la puerta interrumpieron mi maravilloso sueño despertándome enseguida, haciendo que odie aun más la voz de esa persona.—¿Tamara? ¿Estas dormida aun?.—Susurró creyendo que, con todos los golpes que dio a la puerta, no me hubiesen despertado. Me levante a regañadientes arrastrando los pies por la alfombra.—Gracias.— Dijo cuando le cedí el paso para que entre.—Te traje el desayuno.— Bufe.

—No quiero.

—Vamos Tamy...debes comer.—Suplicó.

—No Gabriela. Te he dicho que NO mil veces.— Abrí mi armario para sacar otro de los trapos que uso para dormir. El que tengo puesto lo use estos dos días. Mientras me cambio de vestido, al frente de ella, notó como Gy bufa caminando hasta la puerta y pone seguro sabiendo que lo que se viene es otra de nuestras discusiones.

—A ver Tamara, la paciencia que te tuve se fue hasta las nubes.— Tomo su melena rubia y tironeo de ella.— ¿Me dirás que mierda te sucede?... Y que Dios me perdone por decir esa grosería.

—¿Que me sucede?, ¿No te das cuenta o te haces?.— Respiró profundo queriendo calmarse para no saltar sobre mi o decir miles de insultos.—¿Ah que viniste?.— Murmure.

—Para visitarte. Te extrañaba.— Frunció su nariz mirando sobre mi hombro.

—Mientes.— Bufé por segunda vez.—¡Ni siquiera eso sabes! ¿TANTA CARA DE ESTÚPIDA TENGO?. Se perfectamente que viniste para controlarme, para fijarte que no me este lastimando, cortándome por ahí cada vez que lo necesite o tomando pastillas como la última vez ¿No?.— La mire que puro asco.— ¡Y agregándole!...Que te pusiste del lado de mi madre. MI MADRE.

—No estas bien, amiga.— Hablo después de unos segundos esperando que me calmara.— Necesitas ayuda.— Le sonreí lo mas cínica posible lanzando mis brazos al aire.

—Vete.

—Tamar...

—VETE.— Grite.— Y si es posible, a Washington.

—Eres imposible.— Murmuró antes de irse.

No puedo permitirlo. Agradezco mucho que haya venido por mi...pero justamente por ese problema que no existe, no. Nunca pensé que Gy, mi hermana del alma, sea capaz de caer en contra de mía y creer que yo soy capaz de llegar a tal estupidez como ese invento de lastimarme y andar por ahí necesitando ayuda de los demás cuando en realidad necesito respuestas... pero no de cualquiera, de Went. Cuando vi que alguien toco la puerta de mi habitación, el segundo día que decidí encerrarme, creí que eran mis hermanos o mi padre buscando mas pelea. Pero... al ver esos ojos con un brillo tan familiar y acogedor...se me cayo el alma a los pies, no de forma mala...sino que impresionada. Que mi amiga haya venido aquí a decirme que me extraña fue lo mejor pero cuando me pare a pensar, se que no fue así. Si, no dudo que me extrañe yo también lo hacia...pero yo extraño esa amiga que me entendía, que a pesar de que me trataba como loca me ayudaba. Intente contarle lo que paso en realidad ya que creí que seguía siendo como antes y no, empezó a recomendarme de manera discreta psicólogos para que vaya a hablar ¡Con alguien desconocido mis problemas!. Eso fue la ultima gota que rebalso mi vaso.

Me puso como loca cuando escuche como ella hablaba con Camilo y ambos decían que yo no estaba bien que...que...estaba loca. Me sentí traicionada y hasta se me ocurrió irme de la casa. Pero prefiero encerrarme en el área de mi habitación sintiendo que era un mundo nuevo en el que yo sola vivía ahí. Eso si, mi mundo lamentablemente pocas veces tiene comida...pero si buena imaginación. Ademas, me alejo de los que me hacen mal.

Volví a arrastrar los pies hacia mi baño, no sin antes asegurarme de que mi puerta tenga seguro. Necesito una buena y larga ducha, que este encerrada no quiere decir que deba estar cochina. Revise que las toallas estén colgadas al lado de la ducha y comencé a preparar la tina templando el agua.

Siendo Otra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora