Capitulo 32: Una cachetada al alma.

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Tamara Rich PoV:  

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Tamara Rich PoV:  

Ya no había vuelta atrás, me plante frente a aquella mansión con todos mis nervios a flor de pie pero decidida. Hoy seria el día en el que recuperaría mi lugar a costa de todo y sin dañar a nadie. Sabia que al momento de poner un pie dentro, no podría arrepentirme, por eso mismo entre por la puerta principal sin importarme si alguien me veía en el instante o no. Mis botas resonaron en la madera junto con cada paso tembloroso que daba y algo dentro mio me decía que en la planta baja no había nadie, por eso mismo seguí con paso firme y subí las enormes escaleras.

Necesitaba concentrar cada parte de mi para saber donde estaba el espejo en esta enorme casa. Las energías que sentía eran tan oscuras que hasta me llegaba a doler centrar todo mi poder en una sola cosa. Me sentía débil pero evitaba ese pensamiento para que mi cabeza se concentrara en lo importante. 

—Existe una planta llamada Venidia.— Una voz se oyó de eco, ya sabia de quien se trataba pero no podía lograr verla.— Aparte de la Vileidina, que solo es un calmante, la venidia es mas fuerte. Mientras un vilenie mas la huele, mas se pudre.

—Déjame.— Susurre y me tome de un jarrón que se rompió contra el suelo al instante.

—El día que mi padre te mostró en aquella oficina, supe al instante de que te odiaría desde el primer momento.— Me caí al suelo justo al lado de la cerámica rota y sentí como mi garganta se cerraba.— Tu especie deberían ser quemados uno por uno.— La única visión que tenia de ella eran sus tacones rojos que se acercaban a mi. Sentí como halaba mi cabello y chille.— Mi madre murió por su culpa y venganza es lo que menos le va a faltar.— Susurro en mi oído y luego me empujo contra la pared.

—Que poco cobarde atacarme con ayuda.— Murmure con las pocas fuerzas que tenia intentando provocarla.

—Di lo que quieras, verte así me encanta.— Sentí su sonrisa en mi espalda y eso me molesto, pero no podía hacer nada. Aquellas flores tenían un olor horrible.— Pero que te entre en la cabeza que así como yo no puedo estar con mamá, tu no estarás con con tus padres.

Otras botas negras aparecieron en mi visión y me tomo de la cintura para cargarme. Mi cuerpo dolía horrores pero a medida que esta persona daba mas pasos, menos sentía aquel horrible olor. Bajamos unas estrechas escaleras y me sentaron en una silla de plástico que parecía romperse pronto. Mire con mi visión un poco borrosa hacia arriba y la cara de Daniel me lleno de cólera. Ellos habían conseguido ganar con trampa, no me permitieron defenderme sin ningún truco bajo su manga y todo es mí culpa por entrar tan confiada creyendo que todo sería tan fácil. Claramente idee mal mí plan pero de algo que estaba segura es que no me arrepentía de nada, lo único que me mantenía aún con esperanzas es que me encontraba sola pasando estos momentos sin la preocupación de que nadie más este sufriendo por mí. Seguramente los chicos están preocupados pensando donde estoy pero están a salvo en California sin ningún tipo de magia que los rodee.

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