Capitulo 18: En cada escalón hay un recuerdo

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  La baranda de la escalera se sintió helada cuando mi palma hizo contacto con ella

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  La baranda de la escalera se sintió helada cuando mi palma hizo contacto con ella. El valor que no tenía hace tiempo estaba todo reunido en mi. Sabía que Max está en una gran desventaja a mi lado, físicamente él siempre fue más musculoso y grande pero yo tengo otro tipo de defensas de las cuales dudo mucho que él se salve.

Pero debo controlarme.

Pise el primer escalón y una oleada de calor recorrió mi cuerpo mandado una electricidad nada agradable. 

...

—¿Amor?.— Oía que me llamaba desde abajo pero hice oídos sordos a su voz, se que si bajo no recibiré lo que exactamente serian flores.—¡Tamara!.— Comencé a murmurar una canción para escucharme solo a mi, para tratar de dejar de temblar. La puerta de mi habitación se abrió de golpe y yo me sobresalte, oí sus pasos por el piso de madera, tape mi boca con mi mano para no respirar tan fuerte y trate de aguantar las lágrimas.— Maldita...—Murmuró y, luego de escuchar la puerta cerrándose, la habitación quedó en un sonido sordo.

Patee un par de cajas que habían caído sobre mi pie y apoye mis brazos sobre la pila de ropa, de la cual estaba sentada, para impulsarme. Conté hasta tres en mi mente y abrí la puerta del armario sin que esta hiciera un mínimo ruido. Trate de oír bien si había algún tipo de ruido abajo, pero todo estaba en un gran silencio.

Ya se había ido.

Suspire aliviada, abrí la puerta para salir y avisarle a Luz que ya podía relajarse, pero una mano tapó mi boca y volvió a meterme adentro de la habitación estampando mi cuerpo contra la pared.

—Aquí estas.— Gemí del dolor cuando enredó su puño en mi pelo y tiró de él.— ¿Que te he dicho sobre esconderte de mi?.

—Estas alcoholizado.— Volví a gemir cuando tiro nuevamente y esta vez aun con mas fuerza.

—Nunca-te-escondas-de-mi.— Enfatizó cada palabra.—¿Entendido?.— Asentí sin dudarlo y luego Max estampo sus labios contra los míos con gran rudeza. Soltó mi pelo, llevo ambas manos a mi trasero y comenzó a apretarlo.

—Luz está en la otra habitación.— Me excuse, no quería.

—Me vale.—Contestó y volvió a besarme.

...

Esa fue la gota que derramó el vaso, una lágrima se deslizó por mi mejilla y no era por tristeza, sino de rabia. Una rabia que tengo acumulada por más de cinco años y todavía no lo puedo olvidar. Recuerdo que la última vez que lo vi, fue cuando terminamos. Estaba cansada de todo lo que me hacía; de sus engaños, sus mentiras, sus palabras que me ilusionaban y luego me destruían. Pero lo que más odiaba era que no me podía defender, mis sentimientos me jugaban en contra, yo sabía que estaba mal, sabía que no tenía que seguir dándole oportunidades pero era una chiquita ingenua, que no sabía lo que en verdad valía la pena. Yo sufría mucho en casa, pero llegó él a revolucionar todo. Fue él quien me sacaba sonrisas en las horas de colegio, el que me hacia olvidar todo con un simple beso, que me cuido y engaño al mismo tiempo, pero sobre todo, fue el primer chico del cual me enamoré y mi primer arrepentimiento.  

Siendo Otra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora