Capítulo 21: No puedo creerlo.

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—¿Ah donde vas?.— Frene de golpe al oírlo y me maldije a mi misma por creer que estarían durmiendo.

—Iré a casa, necesito arreglar esto.— Dije y alcé la carta por los aires.

—Te acompaño.— Se apresuró a decir Went antes de que su hermano haga otra pregunta.

"No confies en ningun Blackwell."

—No. Si necesito ayuda los llamaré.— Sali del castillo sin esperar que Went me siguiera,ya que, sabría que no lo haría. Simplemente no puede meterse en esto. Fui a pasos lentos, quería tomarme mi tiempo, pensar cada palabra que diría, hacer que las lágrimas no salieran y lo más importante, tratar de controlarme física y mentalmente. Al ver que ya me había alejado de la zona urbana, me quite los pupilentes y ya sintiéndome yo misma cerré mis ojos apareciendo en la entrada.

Empuje la puerta haciendo que esta golpee contra la pared causando un ruido seco por toda la casa, así llamaría la atención de todos. Fui hasta el living y, con una fuerza que ni yo sabia que tenia, levante la mesa de madera he hice que se de vuelta cayéndose al piso boca abajo. Los adornos de nuestros viajes y fotos familiares que estaban en el modular de al lado los tire al suelo rompiéndose uno por uno. Escuche varias pisadas bajando apresurados las escaleras, gire mi cabeza y pude ver una perfecta visión de toda mi familia;  aquellos que me mintieron, torturaron y olvidaron. Todos me miraban a los ojos, sorprendidos seguramente por el color.

No entendía qué me pasaba, pero si sabia que queria dañar todo lo que hay a mi paso. Dañarlo como ellos hicieron conmigo.

—Tamara!.—Chillo mi querida hermana acercándose a mi hasta tenerla peligrosamente cerca mío.— ¡¿Te has vuelto loca?! ¡Mira lo que has hecho!.— No menciono mis ojos y eso me dio a entender que lo de la carta era cierto, ella sabía todo. Gire mi vista hacia Camilo y Luz. El me miraba confundido y ella con tristeza abrazando a su oso de peluche.

—Luz, sube arriba.— Murmure mirando el suelo.— Por favor.— Vi como asentía y se dirigió a su cuarto.

—¡Es que estas loca! ¡NO PUEDES ENTRAR Y DESTRUIR TODO!.— Volvió a gritar mi hermana. No aguante más he hice que mi palma golpee su mejilla haciendo que Monica cayera al suelo sobando el lugar dañado.

—¡TAMARA!.— Oscar se acercó a ayudar a su mujer y me miro enojado.

— Ya sabes todo.— Rió.— Lindos ojos.

—¿Como puedes ser capaz de reírte en un momento como este?.— Le pregunte con tanto asco y con un control en mi misma para no abalanzarme sobre él y golpearlo por ser tan hijo de perra, pero así no era la manera, ya había causado mucho desastre cuando llegue. Creo que mis abuelos tenían razón. Tengo que controlarme, soy mucho más inteligente que ellos. 

Mi supuesto padre se acercó a mi, me tomo de la barbilla y miró mis ojos. Con un rápido movimiento aparte sus dedos de mi rostro. Rió secamente y elevó sus brazos en sentido de alegría. Mi furia iba creciendo mas y mas hasta llegar al punto que mis nudillos, acompañados con gran parte de mi mano, están completamente blancos.

—¿De qué hablan?.— Preguntó Camilo bajando los últimos escalones que le quedaban.

—Vete a tu habitación.— Le ordenó Monica.

—No.— Me miro a mi esperando respuesta y yo solo eleve mis hombros y volví mi vista a los otros dos.

—Bien, quédate y escucha todo lo que tengo que decirles.— Hable lento y preciso.

—¡Al fin! tantos años que actuaste dolor, cariño. Al fin tienen su recompensa.— Le habló a Mónica que aún seguía con la vista perdida.

—Q-que?.— Tartamudee torpemente al oirlo.

Siendo Otra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora