Siendo Otra ©

Capítulo 30: Sufren por mi.

—¿Hace cuanto que no sabes de él?— Camine por la pequeña cocina desesperada.

—Desde...que estuvo escondido aquí.— Murmuro intentando recordar.

—¿No te ha llamado?—Pregunte y negó.— ¿Es que no le has mandado algún mensaje o algo?

—¡No, Tamara!.—Grito ya cansada.— ¿Puedes decirme que sucede?

—¡No lo encuentro!— Eleve mis brazos exasperada y me deje caer en la silla.

—Creí que eso era lo que querías.— Dijo encogiéndose de hombros.

—Sabes que no...— Murmuré escondiendo mi rostro entre mi brazos.

—¿Entraras al castillo?— Asentí media perdida.— ¿Como?

—Por eso estoy aquí.— La puerta sonó a los minutos y Damia se levanto para abrir dejándome sola.

Mi cabeza estaba tan perdida con todo el asunto de Luz que varias cosas se me pasaron de largo. Luego de que se desmayara, la deje descansar al cuidado de Camilo y Martina mientras yo venia con Damia para conseguir ayuda. Cuando llegue, varios recuerdos sobre Went aparecieron de repente por mi mente y por un segundo me olvide a lo que en realidad vine.  

 Recuerdo que le estuve mandando miles de mensajes y llamando a su celular pero siempre respondía el buzón, la ultima vez que nos vimos lo trate muy mal y necesitaba disculparme. Necesite su ayuda en todo momento y ahora que no esta, entendí que me equivoque al decirle que se alejara de mi. No quiero que mis padres sientan que los desobedecí, pero me es imposible seguir con toda esta situación sin su ayuda, con Went empece todo y con él quiero terminarlo. Le necesito, y mucho, solo que no puedo dejar aquel orgullo de lado para decírselo de frente. Se que la localización hubiese sido diferente si él me hubiera acompañado, aparte de que ahora mismo necesito entrar nuevamente al castillo, lo mas pronto posible, y solamente puedo si Went me ayuda. 

—¡Oh por dios!— Me levante de golpe por aquella expresión de Damia y voltee para revisar que sucedía. Me sorprendí al verlo; su labio roto al igual que su ceja, un ojo morado, ambos pómulos hinchados y su remera estaba quemada mostrando las heridas en su pecho. Casi sale un sollozo de mi al saber que él estaba en problemas y yo no lo sabia. Siempre esta cuando lo necesito pero no llama cuando requiere ayuda.— ¡Ayúdame Tamara!— Salí de aquel pensamiento y corrí hacia ellos para tomar a Went por su otro brazo.— ¿¡Que mierda has hecho!?— Grito pero él solo parecía inconsciente.

—¿Ah donde lo llevamos?— Pregunte intentando mantener al muchacho de pie.

—Arriba.— Murmuro y, con mucho esfuerzo, subimos las pequeñas escaleras. 

Entramos a la pequeña habitación de Damia y recostamos a Went en su cama. Ella se apuro de inmediato a romper su camiseta y yo me sobresalte al verla tan alterada, corrió hasta su armario, saco un cofre mediano para después abrirlo y comenzar a sacar muchos frascos de distintos tamaños.