Capitulo 4

8.6K 580 34
                                    

El baño es enorme y lujoso, bastante masculino pero con todas las comodidades.
Tiene una enorme ducha, un jacuzzi, y placares que ocupan toda una pared.

Me dirijo a uno de ellos en donde encuentro una pila de toallas blancas perfectamente ordenadas, sales de baño, gel de ducha, y también veo un cepillo de dientes nuevo el cual agarro y me dispongo a cepillarme los dientes.

Cuando llego frente a la pileta me miro en el gran espejo y allí veo el gran hematoma que seguramente tendré que llevar unos cuantos días.

Con cuidado me desvisto, y me meto bajo la ducha mientras las palabras de Lorenzo retumban en mi cabeza:

"luego de pasar la noche juntos"

Seguramente se estaba burlando de mí; Le gusta verme nerviosa, algo que muy a mi pesar, consigue con demasiada facilidad.
Y mientras me baño no puedo dejar de imaginarnos a nosotros tocándonos y besándonos .

¿Qué me pasa?

Salgo de la ducha, tomo una toalla me envuelvo en ella y salgo del baño, abro el cajón donde me indicó que encontraría ropa interior y me encuentro con varios conjuntos de una marca carísima, super delicados y todos con su respectiva etiqueta.

Esto me sorprende

¿Por qué tiene ropa de mujer en su casa? ¿Para sus conquistas cuando pasan la noche aquí?

Siento una punzada en el estómago, al imaginar cuántas mujeres habrán tenido el privilegio de pasar una noche apasionada con él.

¡Seguro que muchísimas!

Con cuidado tomo entre mis manos uno de los conjuntos.
Es hermoso; negro, de encaje y satén.

¿Elegirá él mismo la ropa?

Si es así debo reconcoer que además de estar buenísimo tiene muy bueno gusto.

No puedo evitar imaginarme a mí misma vistiendo este sexy conjunto y a Lorenzo arrancándomelo de un tirón, besándome mientras sus hermosas manos recorren todo mi cuerpo.
Es entonces cuando noto que mi respiración se ha acelerado.

¡Dios, este hombre sin ponerme una mano encima hace que pierda todo el control sobre mi cuerpo!

Como si me quemara, dejo el conjunto donde estaba. No pienso usar ropa que seguramente compró para otra mujer, así que decido volver a ponerme la que tenía

Al fin de cuentas no será por mucho tiempo, porque pienso irme de aquí ya.

Del fondo de mi bolso saco mi celular que por suerte aún tiene algo de batería y llamo a Julieta,

¡Me va a escuchar!

El teléfono suena tres veces y al fin escucho la voz de mi amiga.

—¡Isa, hola! —Suena muy animada.

—¡Julieta Díaz, te voy a matar! ¿Por qué dejaste que este hombre me trajera a su casa?—vocifero ni bien escucho su voz del otro lado de la línea.

—¿Qué pasó Isa? No me asustes... ¿Pasó algo malo con él, te hizo daño? —pregunta preocupada. Algo absurdo teniendo en cuenta que no puso reparos en dejarme aquí.

—Pues no... ¡Pero lo único que faltó fue que me pusieras un moño en la frente para entregarme a Castelli! ¿Qué pasó con Javier? Se suponía que lo llamarías —le reclamo.

—Y lo hice, en serio. Pero no logré comunicarme con él. Cuando Castelli se ofreció para llevarte a tú casa y cuidarte, primero me negué pero insistió demasiado y no me quedó de otra.

Deliciosa AdicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora