Deliciosa Adicción

CAPÍTULO 46

—¡No puedo creer que esté haciéndote caso! —grito para que mi amiga que ha quedado en el piso de abajo junto a Lola me oiga.
Tiro dentro de mi maleta un buzo de hilo rojo.
Adoro viajar, pero el momento de hacer la maleta me resulta tedioso.

En Italia está por entrar el otoño.
Genial.
¿Qué tanto frío o calor hace allí en esta época del año?
Si tan solo hubiese tenido un poco más de tiempo para decidir qué llevar...

—¿Qué haces? —pregunta Juli asomándose a mi recámara.

—¿Tú qué crees?

—¡Deja esa maleta! No necesitas llevar nada de eso. Lorenzo se ha encargado hasta del último detalle...

—¿Qué me estás queriendo decir? No me digas que...

Julieta asiente complacida.

—Sí, Isa. En el maletero del auto de Lorenzo te espera una pequeña valija con lo suficiente para el viaje.

—Déjame adivinar... Él te lo ha pedido y tú te has encargado de ello.

—Sabes que hago todo esto por ti —se defiende.

Largo un suspiro. Sé que sus intenciones son buenas.

—Lo sé, Juli. Sólo que a veces...

—A veces eres muy orgullosa y testaruda. Sí, eso lo sé muy bien. Por eso te perdono por haberte comportado como una auténtica bruja recién.

Tiene razón. He sido muy dura con ella cuando sólo ha pretendido ayudar.

—Lo siento, Juli. Por favor perdóname. Todo este asunto me tiene muy nerviosa.

—¡Lo sé, tonta! No tengo nada que perdonarte. Y ahora apúrate... ¡Italia y un hombre sensual están esperándote!

Un hombre sensual... uff debo asegurarme de poner en mi bolso de mano todo el auto control que sea capaz. Estoy segura que tendré que recurrir a él continuamente en los próximos días.

Diez minutos después estoy de pie en el porche, despidiéndome de mi amiga que tras prometerme que cuidará muy bien de Lola y que se la llevará a su casa estos días prácticamente me echa de mi propia casa.

—¿Estás segura que Patricia sabe que me marcho hoy?—Estoy segura que Lorenzo también se ha encargado de informar a mi jefa sobre lo de adelantar el viaje, aun así no puedo evitar preguntar.

Julieta, exasperada pone los ojos en blanco antes de responder:

—Patricia les desea un buen viaje. ¡Por favor vete de una vez!

Esas son las últimas palabras que escucho antes de ver como la puerta se cierra en mis narices.

Resoplo y luego con mi pequeño bolso de mano giro sobre mis talones para encontrarme a Lorenzo que se encuentra de pie y paragüa en mano junto a un auto negro.
Luce nervioso, pero cuando sus ojos hacen contacto con los míos parece relajarse.
La verdad me da un poco de pena verlo allí esperándome bajo semejante aguacero.

Me coloco la capucha del abrigo para protegerme de la lluvia y corro rápidamente los escasos metros que nos separan.

—Temí que no fueras a venir...—dice, mientras se apresura a abrirme la puerta del coche.

—¿Qué otra cosa podía hacer? Ante todo, soy una profesional—replico cuando Lorenzo se sienta a mi lado y el vehículo se pone en marcha.

—Lo sé, Isa —susurra mientras su mano busca la mía que reposa sobre el suave cuero del asiento trasero.
Mis ojos se desvían hacia ese diminuto espacio entre los dos y en el momento exacto en el que su mano va a posarse sobre la mía, la retiro.